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domingo, 26 de agosto de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 12}.


Miro a mi derecha y veo el pequeño parque en el que me dio la mano. Sigo andando y recuerdo que frente a aquella fuente Justin me abrazó. Sin poder evitar sonreír avanzo por las calles mientras miro a la gente pensando en cómo pueden andar por ahí sin darse cuenta de todo lo que está pasando a su alrededor.

Llego a la pequeña heladería a la que ayer Bieber me arrastró y decido entrar para pedir un café con leche. Al cruzar la puerta la misma chica de ayer me mira, esta vez no tan ilusionada.

-Buenos días –me dice.
-Hola, un café con leche por favor –sonrío- para llevar.
-Muy bien.

La chica se da la vuelta y comienza a preparar mi pedido. Creo que no se acuerda de mí, ni de Justin… aunque dudo que se haya olvidado de ese chico.

-Aquí tienes –dice cinco minutos después.

Le entrego el dinero y sonrío una última vez antes de disponerme a salir, pero su voz hace que me dé la vuelta.

-¿Dónde has dejado al chico de ayer? –veo que ahora está apoyada sobre el mostrador con una sonrisa pícara.
-Vive lejos –le digo, intentando ponerme de nuevo en marcha, pero veo que no quiere que nuestra conversación acabe aquí.
-¿Dónde?
-Lejos –repito. No quiero dar demasiada información.
-¿Es tu novio? –pregunta arrogante.

Esa pregunta me pilla desprevenida, y entonces me doy cuenta de lo que pretende.

-Es un amigo… -pienso- especial.
-Ya –bufa- pues dile a tu amigo que esta chica está interesada en una amistad “especial” con el –vuelve a sonreír.

Su comentario me sienta mal. ¿Quién se cree que es? Justin no saldría con ella jamás. Además, ni siquiera volverá a verle.

-Si, claro –sonrío falsa- como quieras.

Salgo de la cafetería con un sentimiento de celos que no logro comprender del todo. No es raro que una chica se interese sobre Justin dado que es muy guapo, y yo tampoco soy quien para proclamarlo mi propiedad. No somos nada. O eso creo.

Comienzo a dar pequeños sorbos a mi cappuccino mientras atravieso la calle y entro en otra, y después en otra más. Me acuerdo de la chica de la cafetería y pienso en si todas serán así. Creo que una relación con Justin sería demasiado complicada. Ni siquiera hemos hablado de esa posibilidad, no se por qué me preocupo tanto.

Sin darme cuenta, inconscientemente llego al parque en el que ayer nos encontramos a Scott y me dirijo exactamente a donde estuve con Justin. Me dejo caer sobre el césped todavía con el café en la mano y saco mi I-pod del bolsillo para después colocarme los auriculares y darle al botón que hará que huya de la realidad y nada más me importe durante un largo rato. Una canción comienza a sonar. “I won’t give up” de Jason Mraz. Subo el volumen y cierro los ojos para dejarme llevar con el sonido y el significado de esa canción.


**
No sé exactamente cuánto tiempo ha pasado, aunque estoy segura de que al menos llevo dos horas acostada sobre el césped, ya que reconozco la canción que suena ahora, y está al final de mi lista de reproducción. De repente una mano se posa sobre mi hombro y hace que me incorpore bruscamente. Abro los ojos y le veo.

-Hola preciosa –me dice, y automáticamente se sienta a mi lado.
-¿Qué haces aquí Scott? –me aparto unos centímetros, quitándome los auriculares.
-Pasaba por aquí…
-Si, claro –reprocho- tú siempre pasas por aquí.
-No entiendo por qué eres así conmigo –bufa.
-Si que lo sabes –le miro fijamente, y mi memoria se va a unos años atrás.


*Flashback*
Era ya casi de noche. Estaba a punto de acostarme cuando mi móvil sonó sobre la cama. Era un mensaje.

“Prepárate. Pasaré a por ti a las once. Ponte guapa”.

Miré el reloj. Las diez y media. No sabía nada de esto. Volví a coger el teléfono y respondí.

“Scott, no tengo ganas de salir hoy, ya sabes lo que pasó con mi padre esta mañana. Es mejor que hoy me quede en casa”.

Dos minutos más tarde el móvil volvió a vibrar.

“He dicho que te prepares. No acepto un no por respuesta. Si a las once no estás preparada tiraré piedras a tu ventana hasta que salgas. Créeme. Lo haré”.

Tiré el móvil contra la cama con fuerza y hundí mis puños en los cojines de mi cama. Estaba frustrada. Esto ya me estaba superando. No podía seguir así. Tenía que acabar con todo esto.

Decidí no discutir con Scott y me puse un vestido y unos tacones altos. Me peiné y esperé hasta que un nuevo mensaje sonó. Definitivamente tenía que hablar con él. Me estaba haciendo la vida imposible.

“Baja, no me hagas esperar”.

¿Cómo podía ser tan imbécil? Bajé a escondidas y cerré la puerta con cuidado detrás de mí. Scott me esperaba en su coche con la música a todo volumen. Me monté y cerré la puerta.

-¿No te he dicho que te arreglaras? –me dijo.
-Me he arreglado –eché un pequeño vistazo a mi cuerpo.
-Podrías mejorar –me miró, y después metió la llave para arrancar.

Esa era la forma que Scott tenía para mantenerme a su disposición. Queriendo o sin querer siempre soltaba esos comentarios que aparentemente no eran más que eso, comentarios, pero que por dentro me dolían haciéndome caer bajo. Solía hacerme creer que yo era quien era por estar con él y que si no le hubiera conocido yo no sería nadie. Eso me molestaba. Mucho.

Fuimos en silencio todo el trayecto hasta que aparcó y sin decir nada bajó del coche.

-¿A dónde vamos? –dije andando a su lado.
-A una fiesta.

Al entrar noté que el ambiente estaba demasiado cargado. La casa era pequeña y había demasiada gente. La música estaba demasiado alta y el olor a alcohol era insoportable.

-No quiero estar aquí –le susurré a Scott mientras él se servía una copa.
-Eres mi novia y estarás donde yo esté –sonrió arrogante.

Definitivamente esto tenía que acabar. Scott ya no era el chico al que había conocido hace un año. Ese chico cariñoso y detallista que conocí aquel día. Es un maldito macarra al que no le importo una mierda.

Intenté hablar con él, pero me ignoró durante gran parte de la noche. Estoy seguro de que solo me traía a estos sitios para lucirse delante de sus amigos. Comenzó a beber. Una copa, dos, tres, cuatro. Era ya de madrugada cuando me acerqué a él, decidida a acabar de una vez por todas con esta historia.

-Scott, tenemos que hablar –le dije, tirando de su brazo mientras el bailaba entre la gente.
-Ahora no.
-Scott –le ordené- he dicho que tenemos que hablar.

Este me miró molesto por el tono de mi voz y acto seguido me cogió del brazo para llevarme a la calle. Una vez salimos, el volumen de la música se hizo más soportable. Lo bastante para no tener que gritarle al oído.

-¿Qué coño quieres? –me dijo serio.
-No puedo y tampoco quiero seguir así –estaba decidida a cortar con todo de raíz.
-¿Qué estás diciendo?
-Que paso de tus gilipolleces y tu inmadurez. No tengo por qué aguantar esto.
-¿Cómo? –Scott parecía enfadado.
-Esto no es lo que yo estaba buscando. Empecé a salir contigo porque creí que eras un buen chico, pero eres un hipócrita.
-Eso es mentira –escupió. Iba borracho.
-No lo es, y paso de seguir con esto.
-¡¿Me estás dejando?! –gritó, tirando su vaso con fuerza contra el suelo, el cual se rompió en mil pedazos.
-Si –tragué saliva.
-Tú a mi no me dejas –me agarró el brazo- ¿me oyes? –Apretó con fuerza- terminaremos cuando yo diga que hemos terminado.
-No –dije firme- yo decido con quien quiero o no estar –me solté bruscamente- y tu no entras en mis necesidades.

Me di la vuelta y comencé a andar de camino a casa, que estaba a unas dos manzanas. Aunque no quería volver andando sola no iba a volver con ese energúmeno. Y menos en esas circunstancias.

-¡Sweden! –gritó, y en menos de dos segundos volvía a sujetar mi brazo con fuerza.
-¡Suéltame Scott! –grité.
-He dicho que no –me miró desafiante.
-¡Que me sueltes! –Intenté zafarme de él- ¡Me haces daño!
-¡Tu y yo vamos a estar juntos, porque eres mía! –gritó furioso.

En ese momento levantó su mano y me vi en lo peor. Le miré a los ojos y me asusté al ver un ardor dentro de ellos que jamás había visto antes. Scott iba a pegarme. Estaba borracho y no era consciente de sus actos… o tal vez si. Dejó caer su mano y yo cerré mis ojos con fuerza esperando a recibir el golpe.

-¡Scott! –Gritó alguien a mi lado- ¡Para!

Scott se detuvo justo antes de que su mano golpeara mi cara. Abrí los ojos y me encontré con Daniel.

-¡Aparta! –empujó Scott a Daniel sin dejar de agarrarme.

Scott volvió a mirarme y tiró de mí para alejarme de allí. En ese momento miré a Daniel pidiéndole ayuda. Si Scott me llevaba lejos estaba perdida.

Daniel no se lo pensó dos veces. Se levantó del suelo y corrió tras él, empujándole esta vez y alejándole de mí.

-¡¿Pero qué haces?! –gritó Scott, confundido.
-¡Déjala tío! –Gritó Daniel- no hagas nada de lo que puedas arrepentirte.
-Haré lo que tenga que hacer –bufó Scott.
-No seas imbécil, joder –reprochó el otro.

Y ahí estaba yo, tirada en el suelo de una calle húmeda y fría a las cuatro de la mañana. Con lágrimas en los ojos y sin saber qué hacer. 

¿Qué mierda estoy haciendo con mi vida?


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1 comentario:

  1. Siguiente! ^^ Me muero de gaanas de saber que es lo que pasa entre Scott y Sweden :))
    Y Justin? Tiene que volver!
    Besoos de una de tus lectoras! :D

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