Esta mañana
me he levantado sabiendo que hoy va a ser un buen día. Me he levantado con una
sonrisa en la cara porque sé que una vez más voy a verle. Hoy voy a ver a mi
amigo, a Justin. Le echo de menos.
Me levanto y
voy directamente al baño, enciendo la luz y me miro al espejo. Hoy tengo buena
cara. Menos mal. Salgo y miro el reloj. Faltan dos horas. Me meto en la ducha y
dejo que el agua caliente corra sobre mis hombros relajándolos. Hoy va a ser un
día interesante, pero también agitado.
Justin
Bieber está en la ciudad, y siento que tengo que protegerlo. Tengo que
camuflarlo como a uno de esos bichos de los arboles, o al menos intentar que
nadie le vea. No es difícil, ya que este es un pueblo pequeño y perdido. Casi
todos los habitantes son mayores y los demás, bueno… no están muy puestos en
cuanto a la música y esas cosas. A pesar de ello, Justin Bieber es conocido en
todo el mundo. Hay que tener cuidado.
Rompo mis
pensamientos y decido salir de la ducha. Después de buscar por todo mi armario,
decido ponerme unos shorts ajustados y una camiseta de encaje con tirantes
sencilla. Dejo que mi pelo se seque al aire, lo tengo largo y castaño. Y me
maquillo, pero muy poco. Odio parecer una puerta.
Limpio mi
habitación y bajo al salón para percatarme de que mis padres ya no están en
casa. Si hay algo que me gusta y a la vez detesto de mi familia, es que solo
pasan en casa unas diez horas, de las cuales ocho están durmiendo.
Vuelvo
arriba y meto en mi bolso la cartera, unas gafas de sol y unas cuantas cosas
más que presiento que hoy voy a necesitar. Me siento sobre la cama y abro el
portátil. Espero unos diez minutos a que se caliente. Este trasto da pena. Mea
cuerdo de que Justin me ha dicho unas mil veces que quiere comprarme un
portátil nuevo, pero yo no le dejo.
Cuando se
enciende me meto a twitter.
“Hoy va a
ser un buen día”,
“¿Preparado,
súper estrella?”,
“te estás
retrasando, otra vez”.
Mi móvil
vibra sobre la cama, tengo un mensaje de Justin. “Lo siento, llegaré en cinco
minutos”. En ese momento comienza a dolerme el estómago y entonces me acuerdo
de que no he desayunado. Hago unos cálculos para intentar averiguar si me da
tiempo a preparar algo antes de que él llegue. Suena el timbre y pienso “no, no
me da tiempo, no”.
Bajo al
salón lo más deprisa que puedo y me arreglo un mechón de pelo antes de abrir la
puerta. Cojo aire y abro. Ahí está. Más guapo que nunca, más alto y más sexi.
Me mira sonriente esperando mi reacción. A pesar de que llevo enamorada de el
casi un año, nunca se lo he dicho. Siento que todo desaparecería entre
nosotros.
-Oh dios –me
llevo las manos a la cabeza- ¿E-e-eres Justin Bieber? –ahogo un grito de
excitación- ¿Justin Bieber está en mi casa? –comienzo a dar saltitos sobre mi-
¡Oh dios, es Justin Bieber! ¡No me lo puedo creer!
El me mira
sin decir nada, guarda silencio durante unos minutos y entonces sonríe.
-Déjate de
tonterías, creo que me ha seguido un paparazzi –susurra- tengo la impresión de
que ellos te espían.
Los dos
reímos y entonces le dejo pasar.
-¿Has venido
en tu coche? –digo mientras me dirijo a la cocina.
-Si –contesta
el detrás de mi.
-¿Scooter
sabe que has venido? –pregunto.
-No –dice
seco.
-¿Y tu
madre? –insisto.
-Si.
Le miro un
momento para percatarme de que está frente a mi, serio y con los brazos sobre
el pecho.
-¿Qué te
pasa? ¿superestrella? –adopto su misma posición.
-No me has
saludado.
Pienso
durante un momento y me acuerdo de que, efectivamente, no le he dado un abrazo.
-Quería que
fuera intimo –pongo cara pícara.
-Si, claro
–bufa.
Sin decir
nada más me acerco a el lentamente. Veo que al principio se resiste pero a
medida que avanzo abre sus brazos y una sonrisa aparece en la cara. Los dos nos
fundimos en un intenso y largo abrazo. Me pego un poco más a el y noto que su
respiración se agita. Le echaba de menos.
-Cada día
estas más guapa –dice finalmente cuando nos separamos.
-Habló el
chico más feo de Canadá.
-Bueno, tomo
mucho el sol –ríe.
Nos sentamos
en el sofá y comienzo a mirarle fijamente. Pongo la televisión y su nuevo
videoclip sale en MTV, nos miramos y después sonrío.
-Sales muy
guapo ahí –le miro- aunque un poco descoordinados esos pasos de baile, y tu
pelo demasiado puntiagudo. ¿Y esa pose? Eres un chulito.
-Eh, eh, eh
–me frena- creía que te gustaba –ríe.
-Y me gusta.
-Tu también
a mi –dice pícaro.
-Ya –me
levanto intentando que no se fije en que me he puesto nerviosa de repente-
¿tienes hambre?
-La verdad
es que si –se lleva la mano a la barriga- me obligas a coger un avión desde
California y no me ofreces nada de desayunar.
Ignoro su
último comentario, aunque en realidad me gusta. Voy a la cocina y preparo el
desayuno para los dos. Hablamos de cómo va todo, excepto de su trabajo. Intento
no sacar mucho el tema, ya que se que le agobia. Me dice que solo su madre sabe
que está aquí y que Scooter le montará una buena por haberse ido sin decir nada.
-Pero es tu
semana libre –digo mientras doy un sorbo a mi café.
-Si, por eso
estoy aquí –se burla- pero a Scooter no le gusta que viaje sin decirle nada.
Incluso intentó quitarme el pasaporte –ríe- pero eso no funcionó.
-Si, porque
estás aquí –río imitándole.
Justin me
hace prepara una cafetera más. Abro otro paquete de galletas y se las paso. Es
increíble cómo puede comer tanto y estar tan…
-Y bueno
–sonríe- ¿Qué cuentas tu?
-Nada del
otro mundo.
-El otro
día, por teléfono me dijiste algo sobre Scott –se pone serio- ¿Qué le pasa a
ese idiota ahora?
-Nada, puede
que solo sean cosas mías, pero últimamente le veo demasiado –yo tambien me
pongo seria- es como si por casualidad siempre estuviera ahí. Está ahí cuando
voy a comprar el pan, cuando vuelvo a casa por la noche, cuando salgo por la
mañana. –un escalofrío me llena de repente- es siniestro.
-Es un
estúpido –ahora Justin parece molesto- dile a tu ex novio que si no deja de
acosarte tendré que acosarle yo a el.
-Déjale, es
igual –intento quitarle importancia.
-Sweden
–ahora su voz parece haber bajado una octava- salisteis hace dos años y sigue
detrás de ti.
-Cree que
somos amigos –le digo- pero ya le he dicho que no somos nada.
-Más le vale
mantenerse alejado –me mira intensamente- y bien –de repente su expresión
cambia y como si quisiera eliminar la tensión que se ha creado por momentos,
sonríe sin mas- ¿Dónde vas a llevarme hoy?
-Ya sabes
que aquí no hay mucho que ver –sonrío ante su cálida voz- podemos pasear.
-Pasear
–repite- me encanta pasear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario