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martes, 14 de agosto de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 8}.

Justin mete un disco, puedo leer “believe” en la carátula, y selecciona una canción antes de darle al Play. ¿Quién lleva su propio disco en el coche? La canción empieza a sonar y yo sonrío antes de susurrarle un “gracias”. Justin se inclina hacia mi y me da un breve beso en la mejilla, antes de que yo le indique el camino hacia el restaurante.

{Bueno, déjenme contarles una historia,
De una chica y un chico,
El se enamoró de su mejor amiga,
Cuando ella está cerca, el no siente otra cosa que felicidad,
Pero ella había sido dañada, y eso la hizo ciega,
Pero ella nunca hubiera podido creer que el amor tocaría a su puerta,
Pero ¿sabes que te amo? ¿o no eras consciente de ello?
Eres la sonrisa en mi rostro, y no me iré a ningún lado,
Estoy aquí para hacerte feliz, estoy aquí para verte sonreír,
He estado esperando mucho durante tiempo para poder decirte esto}

Mientras escucho la canción que Justin escribió para mí, cierro los ojos e intento no ponerme a llorar.

Recuerdo el día en el que Justin me llamó para decirme que había acabado. Que por fin su disco estaba terminado y pronto saldría a la venta. Recuerdo que era de noche. Yo estaba ya metida en la cama y Justin pasó horas contándome la historia de cada canción.


#Flashback.
-Believe es la canción que he escrito a mis fans. Quería decirles que sin ellas yo no estaría hoy aquí. –Estaba ilusionado.
-Oh Justin, me alegro de que lo hayas acabado. De verdad –le contesté- pero quiero que me dejes escucharlo antes de que salga a la venta.
-Mmm, creo que si hago eso me matarán –rió- Scooter me ha advertido que nadie puede escucharlo o tendremos problemas.
-Pero yo soy especial –bromeé sin darle importancia a lo que acababa de decir, pero Justin se lo tomó muy enserio.
-Si, lo eres –sonrió al otro lado. Y por eso escribí una canción para ti.

En ese momento recuerdo haberme quedado helada durante un momento. No podía créelo. No quería creer que todo esto fuera tan especial como para que Justin se hubiera molestado en escribirme una canción.

-¿Lo dices en serio? –Intenté calmarme- necesito oírla. Ahora.
-Tú eres mi inspiración, Sweden. Lo sabes ¿verdad?
-Lo sé –le dije, temblando bajo mis sábanas.
# Fin flashback.

{Que soy quien va a hacer que te enamores,
Sé que has alzado un muro a lo largo de tu corazón,
No vas a tener miedo, oh, mi amor,
Pero no podrás volar, a menos que esto te lo permita,
No podrás volar, a menos que esto te lo permita, así que cae...}

Sigo dándole indicaciones a Justin para poder llegar al restaurante que hemos elegido para comer. Le miro, con sus gafas y su gorra de los Yankees. Es perfecto.

{Bueno, puedo decir que le temes a lo que podría hacerte,
Porque tenemos una amistad tan grande la cual tú no quieres perder,
Bueno, yo tampoco quiero perderla,
No creo que pueda quedarme sentado mientras tu sufres, nena,
Vamos, toma mi mano,
¿Sabías que eres como mi ángel que olvidó como volar?
¿Sabías que me parte el corazón cada vez que te veo llorar?
Porque sé que duele si él se ha ido
Y se apoya del hombro en el que estás llorando,
Y espero que para cuando haya terminado con esta canción,
Te hayas dado cuenta.}

Justin aparca el coche y me mira antes de disponerse a abrir la puerta para bajar, pero yo no quiero hacerlo. Necesito decirle una cosa. Antes tengo que hacerlo.

-Justin –le paro- espera.

Él vuelve a cerrar la puerta y se quita las gafas.

-Gracias por todo lo que has hecho por mí desde que nos conocemos. Gracias por estar siempre que te he necesitado y por haberme hecho volver a ser feliz.

Veo que sus ojos brillan, pero no dice nada. Solo extiende su mano para que yo la agarre.

-No sé qué haría sin ti –sonrío intentando no llorar.
-Bueno, déjenme contarles una historia –comienza a cantar como si nada.
-De una chica y un chico –le sigo.
-El se enamoró de su mejor amiga. –Me mira fijamente, y sé que lo que dice es cierto.
-Cuando él está cerca, ella no siente otra cosa que felicidad.

Y así, sin más. Justin vuelve a acercarme a el, y me besa. Pero esta vez nuestro beso es lento. Esta vez ambos estamos realmente sintiendo cada segundo. Esta vez sabemos que debemos estar juntos. Tras unos segundos él se separa.

-Te quiero, Sweden.
-Yo también, Justin.

Al entrar al restaurante, un camarero asiático nos atiende muy simpático. Le pedimos una mesa lo más alejada posible y le seguimos. Lo que me gusta de los restaurantes chinos, es que cada mesa está separada por unos cristales o paredes de madera que te dan intimidad. Puede que por eso haya elegido este sitio.

Nos sentamos en una mesa de dos, uno frente al otro. Y después de inspeccionar durante un momento el lugar, Justin se quita la gorra y las gafas. El camarero se acerca a nosotros sin dejar de sonreír.

-¿Qué van a quelel? –dice con su acento.

Justin me mira, pero yo no sé que tomar.

-Pueden elegil el menú pala enamolados –sonríe.

Ambos nos miramos y noto como Justin coge mi mano bajo la mesa.

-Si –contesta- tomaremos eso.

Diez minutos más tarde nos sirven la comida.

-¿Sabes? –Dice Justin, mientras da un sorbo a su bebida- Mi madre me dijo que te echa de menos. Dijo que quería que te llevara a California un día de estos.
-Yo también la echo de menos, desde el verano pasado no he vuelto a verla.
-Eso tiene solución –sonríe- solo tendríamos que hablar con tus padres.
-Sabes que mis padres casi nunca están en casa –ahora miro fijamente mi plato- a veces pienso que lo hacen a posta, para no verme.
-No digas tonterías Sweden. Tus padres te quieren.


Tras terminar de comer, Justin le deja una gran propina al camarero para agradecerle su hospitalidad. Salimos a la calle y Justin vuelve a disfrazarse ocultando su cara. Ahora estamos en las afueras, y aquí si hay que llevar cuidado.

-¿Qué quieres hacer ahora? –sonríe cogiendo mi mano.
-No creo que podamos pasear por aquí sin que alguien sospeche.
-Tranquila –me dice- no pasa nada. Vamos a donde quieras.
-Mmm –pienso un momento- ¿centro comercial? –le digo, y al momento me arrepiento.

 Un centro comercial significa mucha gente. Pero eso a él parece darle igual.

Justin sonríe y afirma con la cabeza. Sin decir nada más me rodea con su brazo y comenzamos a andar hacia allí.

Al entrar Justin parece tenso al principio, pero tras ver que la gente pasa a nuestro lado sin prestarnos atención se relaja y vuelve a sonreír.

-¿Dónde quieres ir? –me pregunta mientras subimos las escaleras mecánicas.
-A la tienda de cinturones –sonrío.
-No, enserio.
-Lo digo en serio –río- quiero regalarte un cinturón.
-¿Tanto te molesta que no use cinturón? –pone los ojos en blanco.
-No, me gusta –me muerdo el labio- pero quiero regalarte uno, por si algún día quieres cambiar.
-Bah, como quieras –se da por vencido- pero con una condición.
-Me conozco yo tus condiciones –bufo- así que no.
-Vamos –hace un puchero- por favor.

Dudo un momento y entonces le dejo hablar.

-Déjame comprarte algo a ti también –entrelaza nuestros dedos.
-No quiero que me compres nada.
-Tú vas a hacerlo –me reprocha.
-Pero es solo un cinturón, además, no es lo mismo.
-¿Y por qué no? –pregunta.
-Porque yo no soy millonaria.
-Eso da igual.
-No –espeto.
-Déjame hacerlo –insiste.
-No.
-Si.


Tras una discusión que termina en risas, decido dejarle elegir lo que él quiera. Esa es la condición. Un cinturón a cambio de que yo le deje elegir un regalo para mi. Aunque no lo veo un buen trato, ya que un cinturón no es nada… tengo que darle la razón. Porque él es Justin.

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