Justin mete
un disco, puedo leer “believe” en la carátula, y selecciona una canción antes
de darle al Play. ¿Quién lleva su propio disco en el coche? La canción empieza
a sonar y yo sonrío antes de susurrarle un “gracias”. Justin se inclina hacia
mi y me da un breve beso en la mejilla, antes de que yo le indique el camino
hacia el restaurante.
{Bueno,
déjenme contarles una historia,
De una chica
y un chico,
El se
enamoró de su mejor amiga,
Cuando ella
está cerca, el no siente otra cosa que felicidad,
Pero ella
había sido dañada, y eso la hizo ciega,
Pero ella
nunca hubiera podido creer que el amor tocaría a su puerta,
Pero ¿sabes
que te amo? ¿o no eras consciente de ello?
Eres la
sonrisa en mi rostro, y no me iré a ningún lado,
Estoy aquí
para hacerte feliz, estoy aquí para verte sonreír,
He estado
esperando mucho durante tiempo para poder decirte esto}
Mientras
escucho la canción que Justin escribió para mí, cierro los ojos e intento no
ponerme a llorar.
Recuerdo el
día en el que Justin me llamó para decirme que había acabado. Que por fin su
disco estaba terminado y pronto saldría a la venta. Recuerdo que era de noche.
Yo estaba ya metida en la cama y Justin pasó horas contándome la historia de
cada canción.
#Flashback.
-Believe es
la canción que he escrito a mis fans. Quería decirles que sin ellas yo no
estaría hoy aquí. –Estaba ilusionado.
-Oh Justin,
me alegro de que lo hayas acabado. De verdad –le contesté- pero quiero que me
dejes escucharlo antes de que salga a la venta.
-Mmm, creo
que si hago eso me matarán –rió- Scooter me ha advertido que nadie puede
escucharlo o tendremos problemas.
-Pero yo soy
especial –bromeé sin darle importancia a lo que acababa de decir, pero Justin
se lo tomó muy enserio.
-Si, lo eres
–sonrió al otro lado. Y por eso escribí una canción para ti.
En ese
momento recuerdo haberme quedado helada durante un momento. No podía créelo. No
quería creer que todo esto fuera tan especial como para que Justin se hubiera
molestado en escribirme una canción.
-¿Lo dices
en serio? –Intenté calmarme- necesito oírla. Ahora.
-Tú eres mi
inspiración, Sweden. Lo sabes ¿verdad?
-Lo sé –le
dije, temblando bajo mis sábanas.
# Fin
flashback.
{Que soy
quien va a hacer que te enamores,
Sé que has
alzado un muro a lo largo de tu corazón,
No vas a
tener miedo, oh, mi amor,
Pero no
podrás volar, a menos que esto te lo permita,
No podrás
volar, a menos que esto te lo permita, así que cae...}
Sigo dándole
indicaciones a Justin para poder llegar al restaurante que hemos elegido para
comer. Le miro, con sus gafas y su gorra de los Yankees. Es perfecto.
{Bueno,
puedo decir que le temes a lo que podría hacerte,
Porque
tenemos una amistad tan grande la cual tú no quieres perder,
Bueno, yo
tampoco quiero perderla,
No creo que
pueda quedarme sentado mientras tu sufres, nena,
Vamos, toma
mi mano,
¿Sabías que
eres como mi ángel que olvidó como volar?
¿Sabías que
me parte el corazón cada vez que te veo llorar?
Porque sé
que duele si él se ha ido
Y se apoya
del hombro en el que estás llorando,
Y espero que
para cuando haya terminado con esta canción,
Te hayas
dado cuenta.}
Justin
aparca el coche y me mira antes de disponerse a abrir la puerta para bajar,
pero yo no quiero hacerlo. Necesito decirle una cosa. Antes tengo que hacerlo.
-Justin –le
paro- espera.
Él vuelve a
cerrar la puerta y se quita las gafas.
-Gracias por
todo lo que has hecho por mí desde que nos conocemos. Gracias por estar siempre
que te he necesitado y por haberme hecho volver a ser feliz.
Veo que sus
ojos brillan, pero no dice nada. Solo extiende su mano para que yo la agarre.
-No sé qué
haría sin ti –sonrío intentando no llorar.
-Bueno,
déjenme contarles una historia –comienza a cantar como si nada.
-De una
chica y un chico –le sigo.
-El se
enamoró de su mejor amiga. –Me mira fijamente, y sé que lo que dice es cierto.
-Cuando él
está cerca, ella no siente otra cosa que felicidad.
Y así, sin
más. Justin vuelve a acercarme a el, y me besa. Pero esta vez nuestro beso es
lento. Esta vez ambos estamos realmente sintiendo cada segundo. Esta vez sabemos
que debemos estar juntos. Tras unos segundos él se separa.
-Te quiero,
Sweden.
-Yo también,
Justin.
Al entrar al
restaurante, un camarero asiático nos atiende muy simpático. Le pedimos una
mesa lo más alejada posible y le seguimos. Lo que me gusta de los restaurantes
chinos, es que cada mesa está separada por unos cristales o paredes de madera
que te dan intimidad. Puede que por eso haya elegido este sitio.
Nos sentamos
en una mesa de dos, uno frente al otro. Y después de inspeccionar durante un
momento el lugar, Justin se quita la gorra y las gafas. El camarero se acerca a
nosotros sin dejar de sonreír.
-¿Qué van a
quelel? –dice con su acento.
Justin me
mira, pero yo no sé que tomar.
-Pueden
elegil el menú pala enamolados –sonríe.
Ambos nos
miramos y noto como Justin coge mi mano bajo la mesa.
-Si
–contesta- tomaremos eso.
Diez minutos
más tarde nos sirven la comida.
-¿Sabes?
–Dice Justin, mientras da un sorbo a su bebida- Mi madre me dijo que te echa de
menos. Dijo que quería que te llevara a California un día de estos.
-Yo también
la echo de menos, desde el verano pasado no he vuelto a verla.
-Eso tiene
solución –sonríe- solo tendríamos que hablar con tus padres.
-Sabes que
mis padres casi nunca están en casa –ahora miro fijamente mi plato- a veces pienso
que lo hacen a posta, para no verme.
-No digas
tonterías Sweden. Tus padres te quieren.
Tras
terminar de comer, Justin le deja una gran propina al camarero para agradecerle
su hospitalidad. Salimos a la calle y Justin vuelve a disfrazarse ocultando su
cara. Ahora estamos en las afueras, y aquí si hay que llevar cuidado.
-¿Qué
quieres hacer ahora? –sonríe cogiendo mi mano.
-No creo que
podamos pasear por aquí sin que alguien sospeche.
-Tranquila
–me dice- no pasa nada. Vamos a donde quieras.
-Mmm –pienso
un momento- ¿centro comercial? –le digo, y al momento me arrepiento.
Un centro
comercial significa mucha gente. Pero eso a él parece darle igual.
Justin
sonríe y afirma con la cabeza. Sin decir nada más me rodea con su brazo y
comenzamos a andar hacia allí.
Al entrar
Justin parece tenso al principio, pero tras ver que la gente pasa a nuestro
lado sin prestarnos atención se relaja y vuelve a sonreír.
-¿Dónde
quieres ir? –me pregunta mientras subimos las escaleras mecánicas.
-A la tienda
de cinturones –sonrío.
-No,
enserio.
-Lo digo en
serio –río- quiero regalarte un cinturón.
-¿Tanto te
molesta que no use cinturón? –pone los ojos en blanco.
-No, me
gusta –me muerdo el labio- pero quiero regalarte uno, por si algún día quieres
cambiar.
-Bah, como
quieras –se da por vencido- pero con una condición.
-Me conozco
yo tus condiciones –bufo- así que no.
-Vamos –hace
un puchero- por favor.
Dudo un
momento y entonces le dejo hablar.
-Déjame
comprarte algo a ti también –entrelaza nuestros dedos.
-No quiero
que me compres nada.
-Tú vas a
hacerlo –me reprocha.
-Pero es
solo un cinturón, además, no es lo mismo.
-¿Y por qué
no? –pregunta.
-Porque yo
no soy millonaria.
-Eso da
igual.
-No –espeto.
-Déjame
hacerlo –insiste.
-No.
-Si.
Tras una
discusión que termina en risas, decido dejarle elegir lo que él quiera. Esa es
la condición. Un cinturón a cambio de que yo le deje elegir un regalo para mi.
Aunque no lo veo un buen trato, ya que un cinturón no es nada… tengo que darle
la razón. Porque él es Justin.
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