✖️

Podemos leernos también en http://nsgritandoensilencio.blogspot.com.es/, donde hablo de todo sobre nada y gritamos un poco en silencio.

domingo, 26 de agosto de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 12}.


Miro a mi derecha y veo el pequeño parque en el que me dio la mano. Sigo andando y recuerdo que frente a aquella fuente Justin me abrazó. Sin poder evitar sonreír avanzo por las calles mientras miro a la gente pensando en cómo pueden andar por ahí sin darse cuenta de todo lo que está pasando a su alrededor.

Llego a la pequeña heladería a la que ayer Bieber me arrastró y decido entrar para pedir un café con leche. Al cruzar la puerta la misma chica de ayer me mira, esta vez no tan ilusionada.

-Buenos días –me dice.
-Hola, un café con leche por favor –sonrío- para llevar.
-Muy bien.

La chica se da la vuelta y comienza a preparar mi pedido. Creo que no se acuerda de mí, ni de Justin… aunque dudo que se haya olvidado de ese chico.

-Aquí tienes –dice cinco minutos después.

Le entrego el dinero y sonrío una última vez antes de disponerme a salir, pero su voz hace que me dé la vuelta.

-¿Dónde has dejado al chico de ayer? –veo que ahora está apoyada sobre el mostrador con una sonrisa pícara.
-Vive lejos –le digo, intentando ponerme de nuevo en marcha, pero veo que no quiere que nuestra conversación acabe aquí.
-¿Dónde?
-Lejos –repito. No quiero dar demasiada información.
-¿Es tu novio? –pregunta arrogante.

Esa pregunta me pilla desprevenida, y entonces me doy cuenta de lo que pretende.

-Es un amigo… -pienso- especial.
-Ya –bufa- pues dile a tu amigo que esta chica está interesada en una amistad “especial” con el –vuelve a sonreír.

Su comentario me sienta mal. ¿Quién se cree que es? Justin no saldría con ella jamás. Además, ni siquiera volverá a verle.

-Si, claro –sonrío falsa- como quieras.

Salgo de la cafetería con un sentimiento de celos que no logro comprender del todo. No es raro que una chica se interese sobre Justin dado que es muy guapo, y yo tampoco soy quien para proclamarlo mi propiedad. No somos nada. O eso creo.

Comienzo a dar pequeños sorbos a mi cappuccino mientras atravieso la calle y entro en otra, y después en otra más. Me acuerdo de la chica de la cafetería y pienso en si todas serán así. Creo que una relación con Justin sería demasiado complicada. Ni siquiera hemos hablado de esa posibilidad, no se por qué me preocupo tanto.

Sin darme cuenta, inconscientemente llego al parque en el que ayer nos encontramos a Scott y me dirijo exactamente a donde estuve con Justin. Me dejo caer sobre el césped todavía con el café en la mano y saco mi I-pod del bolsillo para después colocarme los auriculares y darle al botón que hará que huya de la realidad y nada más me importe durante un largo rato. Una canción comienza a sonar. “I won’t give up” de Jason Mraz. Subo el volumen y cierro los ojos para dejarme llevar con el sonido y el significado de esa canción.


**
No sé exactamente cuánto tiempo ha pasado, aunque estoy segura de que al menos llevo dos horas acostada sobre el césped, ya que reconozco la canción que suena ahora, y está al final de mi lista de reproducción. De repente una mano se posa sobre mi hombro y hace que me incorpore bruscamente. Abro los ojos y le veo.

-Hola preciosa –me dice, y automáticamente se sienta a mi lado.
-¿Qué haces aquí Scott? –me aparto unos centímetros, quitándome los auriculares.
-Pasaba por aquí…
-Si, claro –reprocho- tú siempre pasas por aquí.
-No entiendo por qué eres así conmigo –bufa.
-Si que lo sabes –le miro fijamente, y mi memoria se va a unos años atrás.


*Flashback*
Era ya casi de noche. Estaba a punto de acostarme cuando mi móvil sonó sobre la cama. Era un mensaje.

“Prepárate. Pasaré a por ti a las once. Ponte guapa”.

Miré el reloj. Las diez y media. No sabía nada de esto. Volví a coger el teléfono y respondí.

“Scott, no tengo ganas de salir hoy, ya sabes lo que pasó con mi padre esta mañana. Es mejor que hoy me quede en casa”.

Dos minutos más tarde el móvil volvió a vibrar.

“He dicho que te prepares. No acepto un no por respuesta. Si a las once no estás preparada tiraré piedras a tu ventana hasta que salgas. Créeme. Lo haré”.

Tiré el móvil contra la cama con fuerza y hundí mis puños en los cojines de mi cama. Estaba frustrada. Esto ya me estaba superando. No podía seguir así. Tenía que acabar con todo esto.

Decidí no discutir con Scott y me puse un vestido y unos tacones altos. Me peiné y esperé hasta que un nuevo mensaje sonó. Definitivamente tenía que hablar con él. Me estaba haciendo la vida imposible.

“Baja, no me hagas esperar”.

¿Cómo podía ser tan imbécil? Bajé a escondidas y cerré la puerta con cuidado detrás de mí. Scott me esperaba en su coche con la música a todo volumen. Me monté y cerré la puerta.

-¿No te he dicho que te arreglaras? –me dijo.
-Me he arreglado –eché un pequeño vistazo a mi cuerpo.
-Podrías mejorar –me miró, y después metió la llave para arrancar.

Esa era la forma que Scott tenía para mantenerme a su disposición. Queriendo o sin querer siempre soltaba esos comentarios que aparentemente no eran más que eso, comentarios, pero que por dentro me dolían haciéndome caer bajo. Solía hacerme creer que yo era quien era por estar con él y que si no le hubiera conocido yo no sería nadie. Eso me molestaba. Mucho.

Fuimos en silencio todo el trayecto hasta que aparcó y sin decir nada bajó del coche.

-¿A dónde vamos? –dije andando a su lado.
-A una fiesta.

Al entrar noté que el ambiente estaba demasiado cargado. La casa era pequeña y había demasiada gente. La música estaba demasiado alta y el olor a alcohol era insoportable.

-No quiero estar aquí –le susurré a Scott mientras él se servía una copa.
-Eres mi novia y estarás donde yo esté –sonrió arrogante.

Definitivamente esto tenía que acabar. Scott ya no era el chico al que había conocido hace un año. Ese chico cariñoso y detallista que conocí aquel día. Es un maldito macarra al que no le importo una mierda.

Intenté hablar con él, pero me ignoró durante gran parte de la noche. Estoy seguro de que solo me traía a estos sitios para lucirse delante de sus amigos. Comenzó a beber. Una copa, dos, tres, cuatro. Era ya de madrugada cuando me acerqué a él, decidida a acabar de una vez por todas con esta historia.

-Scott, tenemos que hablar –le dije, tirando de su brazo mientras el bailaba entre la gente.
-Ahora no.
-Scott –le ordené- he dicho que tenemos que hablar.

Este me miró molesto por el tono de mi voz y acto seguido me cogió del brazo para llevarme a la calle. Una vez salimos, el volumen de la música se hizo más soportable. Lo bastante para no tener que gritarle al oído.

-¿Qué coño quieres? –me dijo serio.
-No puedo y tampoco quiero seguir así –estaba decidida a cortar con todo de raíz.
-¿Qué estás diciendo?
-Que paso de tus gilipolleces y tu inmadurez. No tengo por qué aguantar esto.
-¿Cómo? –Scott parecía enfadado.
-Esto no es lo que yo estaba buscando. Empecé a salir contigo porque creí que eras un buen chico, pero eres un hipócrita.
-Eso es mentira –escupió. Iba borracho.
-No lo es, y paso de seguir con esto.
-¡¿Me estás dejando?! –gritó, tirando su vaso con fuerza contra el suelo, el cual se rompió en mil pedazos.
-Si –tragué saliva.
-Tú a mi no me dejas –me agarró el brazo- ¿me oyes? –Apretó con fuerza- terminaremos cuando yo diga que hemos terminado.
-No –dije firme- yo decido con quien quiero o no estar –me solté bruscamente- y tu no entras en mis necesidades.

Me di la vuelta y comencé a andar de camino a casa, que estaba a unas dos manzanas. Aunque no quería volver andando sola no iba a volver con ese energúmeno. Y menos en esas circunstancias.

-¡Sweden! –gritó, y en menos de dos segundos volvía a sujetar mi brazo con fuerza.
-¡Suéltame Scott! –grité.
-He dicho que no –me miró desafiante.
-¡Que me sueltes! –Intenté zafarme de él- ¡Me haces daño!
-¡Tu y yo vamos a estar juntos, porque eres mía! –gritó furioso.

En ese momento levantó su mano y me vi en lo peor. Le miré a los ojos y me asusté al ver un ardor dentro de ellos que jamás había visto antes. Scott iba a pegarme. Estaba borracho y no era consciente de sus actos… o tal vez si. Dejó caer su mano y yo cerré mis ojos con fuerza esperando a recibir el golpe.

-¡Scott! –Gritó alguien a mi lado- ¡Para!

Scott se detuvo justo antes de que su mano golpeara mi cara. Abrí los ojos y me encontré con Daniel.

-¡Aparta! –empujó Scott a Daniel sin dejar de agarrarme.

Scott volvió a mirarme y tiró de mí para alejarme de allí. En ese momento miré a Daniel pidiéndole ayuda. Si Scott me llevaba lejos estaba perdida.

Daniel no se lo pensó dos veces. Se levantó del suelo y corrió tras él, empujándole esta vez y alejándole de mí.

-¡¿Pero qué haces?! –gritó Scott, confundido.
-¡Déjala tío! –Gritó Daniel- no hagas nada de lo que puedas arrepentirte.
-Haré lo que tenga que hacer –bufó Scott.
-No seas imbécil, joder –reprochó el otro.

Y ahí estaba yo, tirada en el suelo de una calle húmeda y fría a las cuatro de la mañana. Con lágrimas en los ojos y sin saber qué hacer. 

¿Qué mierda estoy haciendo con mi vida?


Si has leído el capítulo 12 de "tan solo una salida" dale RT a esto Click aquí. Espero que os haya gustado. 
----------------------------------------------------

martes, 21 de agosto de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 11}.

Apago las luces, le doy el bol de palomitas a Justin y meto la película al DVD.

La película empieza y apenas cinco minutos después, Justin hace exactamente lo que estaba pensando que sería perfecto. Me abraza y me acurruco entre sus brazos. No quiero olvidar jamás este momento. Estoy segura de que si pudiera congelar este preciso instante y vivir para siempre con él lo haría. Ambos hemos pasado tanto tiempo intentando escondernos de todo y de todos, que algo tan simple como ver una película juntos me hace ser la persona más feliz del mundo, y es que pasamos la vida dándole demasiada importancia a cosas que realmente no lo son. Ahora solo me importa el. El y yo. Nosotros.

Pasa una hora y media y siento que los párpados empiezan a pesarme. No quiero dormirme. No quiero perderme un segundo para estar con él. Hoy ha sido un día muy largo, pero también puede que haya sido uno de los mejores días de mi vida. Pienso en lo que me gustaría poder quedarme siempre a su lado, y así, me quedo dormida. Poco después creo notar que alguien besa mi mejilla, pero imagino que debe de ser un sueño y no logro despertarme.


***
A la mañana siguiente me despierto en mi cama. El sol me da directamente en la cara y pienso que es lo que más odio de todas las cosas. La claridad entra en mi habitación y abro los ojos poco a poco pensando en por qué no tengo el pijama puesto y todavía estoy sonriendo.

Justin.

Su nombre me viene a la cabeza en el mismo instante en el que voy a frotarme los ojos y mi mano se topa con un collar que antes no estaba ahí. Me tiro literalmente de la cama y consigo mantener el equilibro antes de caer de cabeza contra el suelo. Busco alguna señal que me diga que sigue aquí y algo me llama la atención sobre la mesa en la que descansa mi móvil. A su lado hay una nota. La abro.

“Princesa, buenos días. Siento no haberte despertado, pero estabas demasiado bonita durmiendo. Nos veremos pronto. Te quiero –Justin”.

 Me levanto deprisa deseando que siga aquí, pero al abrir la puerta el ruido del televisor y un olor a bizcocho sube por las escaleras. No creo que Justin esté haciendo bizcocho.

Bajo. Entro a la cocina y veo a mi madre con su delantal rojo de espaldas a mí.

-Mamá, está.. –me callo cuando noto que estoy gritando. Respiro una vez y sigo hablando –está Justin aquí? –ella se da la vuelta y sonríe.
-Se fue anoche poco después de que llegara de trabajar –dice.

Mi gozo en un pozo.

Irritada me acerco más a ella. Todavía voy descalza y el suelo está frio.

-¿Fuiste tú la que le dijiste que no me despertara? –bufo.
-No cariño, al contrario –asegura- estuvimos hablando hasta que llegó la hora de su vuelo y cuando fue a despedirse de ti decidió que no quería despertarte.
-Maldito Bieber –estoy molesta.
-No te enfades con él, Sweden –dice mi madre en un tono firme- te llevó a tu cuarto en brazos, te metió en la cama y te dio un beso en la mejilla –entonces no fue un sueño- no he conocido nunca a un chico tan…
-Perfecto –acabo su frase.
-Es una pena que viva tan lejos –asegura ella, y se da la vuelta para seguir preparando su bizcocho- te dejó una nota –dice mientras vate un huevo.
-Lo sé –le digo, y me dirijo de nuevo hacia mi habitación.

Maldito Justin. ¿Por qué no me despertó? Dios sabe cuánto tiempo pasara hasta que volvamos a vernos y no pude… no pude abrazarlo. En realidad es que no estoy enfadada con él, pero si molesta. Miro el reloj y veo que es tarde. Ya habrá llegado a casa. Cojo mi móvil y busco su nombre en la agenda. Le doy al maldito botón verde que me hará escuchar su voz, pero no verle la cara.

Uno, dos, tres toques.

-¿Si? –dice una voz dulce al otro lado.
-Tú y yo tenemos una conversación pendiente.
-Sweden –sé que sonríe- buenos días.
-Si, si, buenos días –bufo- ¿Por qué no me despertaste?
-No te enfades, cariño –odio que sea tan jodidamente amable.
-Deberías haberme despertado.
-Tu madre me avisó de que reaccionarías así –suelta una risita.
-Pues deberías haberle hecho caso a mi madre.
-Te dejé una nota.
-Ya lo sé –clavo mi mirada en el trozo de papel sobre la mesa- pero deberías haberme…
-Despertado –acaba mi frase- lo sé. Perdona.
-Perdonado –decido que no quiero seguir discutiendo con él, ya que tampoco es que ponga mucho de su parte.

Guardamos silencio durante unos segundos.

-¿No vas a preguntar cómo me ha ido el viaje? –su voz ahora suena divertida.
-Veo que sigues vivo –me burlo- si no, no estaríamos hablando.
-Puede que sea un fantasma –hace un sonido extraño. Supongo que intenta imitar el sonido de uno de esos fantasmas de los dibujos animados.
-Lo eres –me río ahora- pero de los que andan.
-Ja, ja, ja –una risa sarcástica inunda la línea.
-Vale, vale –intento parar de reír- ¿Cómo te ha ido el viaje?
-Como siempre.
-¿Entonces por qué quieres que te pregunte? Siempre dices lo mismo.
-No es verdad.
-Como siempre –imito su voz.
-Eh –protesta- mi voz no es así.
-Como siempre –repito ahora con voz chillona.
-Tampoco así –suspira- da igual.
-¿Qué vas a hacer hoy? –le pregunto.
-Supongo que iré a ver a Ryan, si no me matará.
-Si, creo que será lo mejor.
-Te llamo después –dice.
-Como quieras –sonrío, y me dispongo a colgar, pero su voz hace que vuelva a prestar atención.
-Sweden –me llama.
-¿Qué? –murmuro.
-Estas muy guapa –su voz se vuelve cálida.
-Pero si no me has visto –río.
-Siempre lo estás –noto que sonríe, y después cuelga.

Tras suspirar con los ojos cerrados varias veces tiro el móvil sobre la cama y me siento en un lado de ésta subiendo los pies y dejándome caer hacia atrás. No entiendo como Justin puede ser así. Simplemente no llego a entender por qué se toma tantas molestias por mí cuando podría tener a cualquier chica. Recuerdo el día anterior y una sonrisa vuelve a iluminar mi cara mientras acaricio una y otra vez el collar que sigo llevando en el cuello. ¿Lo llevara el también?

Opto por arreglarme y salir a dar una vuelta ya que cuando decido bajar a desayunar mi madre comienza un interrogatorio que se que no acabará hasta que le cuente hasta el más mínimo de los detalles, y a pesar de que tengo bastante confianza con ella prefiero no contarle mis detalles acerca de Justin. Esa es mi historia.

Subo a mi habitación y me meto en la ducha sin ni siquiera mirarme al espejo. Paso unos cinco minutos bajo el agua y al salir me embadurno de cremas hidratantes. Me cepillo los dientes y dejo mi pelo suelto. Busco unos shorts y una camiseta de tirantes, cojo mi bolso y salgo por la puerta en busca de un Starbucks para tomar un café. Nunca he entendido como puede haber un Starbucks en un pueblo tan pequeño. Es algo que nunca llegaré a entender.

Al salir por la puerta el sol me da de lleno en la cara, por lo que decido volver a entrar para coger mis gafas cuando veo sobre el sofá la gorra de Justin. Sonrío preguntándome si habrá sido casualidad o Justin la habrá dejado ahí a posta para que yo me la quedara. Opto por la segunda opción y la cojo.

Voy caminando por la calle con mis gafas de sol y su gorra cuando un coche pasa a mi lado y unos idiotas sacan la cabeza para ponerse a gritar barbaridades.

-¡Te lo comía todo, morena! –grita uno.
-¡Hasta las bragas! –ladra el otro.

“Imbéciles” pienso, pero los ignoro y sigo andando hasta meterme por una calle en la que los coches no pueden entrar. Sin darme cuenta me encuentro en la calle por la que paseaba ayer con Justin. Recuerdos me vienen a la mente y sé que jamás podré volver a pasear por aquí sin acordarme de él.

Miro a mi derecha y veo el pequeño parque en el que me dio la mano. Sigo andando y recuerdo que frente a aquella fuente Justin me abrazó. Sin poder evitar sonreír avanzo por las calles mientras miro a la gente pensando en cómo pueden andar por ahí sin darse cuenta de todo lo que está pasando a su alrededor.

Llego a la pequeña heladería a la que ayer Bieber me arrastró y decido entrar para pedir un café con leche. Al cruzar la puerta la misma chica de ayer me mira, esta vez no tan ilusionada.

-Buenos días –me dice.
-Hola, un café con leche por favor –sonrío- para llevar.
-Muy bien.

La chica se da la vuelta y comienza a preparar mi pedido. Creo que no se acuerda de mí, ni de Justin… aunque dudo que se haya olvidado de ese chico.

-Aquí tienes –dice cinco minutos después.


Le entrego el dinero y sonrío una última vez antes de disponerme a salir, pero su voz hace que me dé la vuelta.

viernes, 17 de agosto de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 10}.

Metemos el oso en la parte de atrás del coche de Justin a empujones y el arranca. 

Durante el viaje de vuelta no hablamos demasiado. Me dedico a pensar en que me queda poco tiempo para estar a su lado, y sé que él piensa lo mismo porque miro de reojo su expresión, que está seria por primera vez en todo el día, pero me niego que esta sea nuestra despedida. No así.

-Esto no es el final –le digo.
-Lo sé –aprieta más sus manos contra el volante- pero no quiero irme.
-Yo tampoco quiero que te vayas –aseguro- pero no creo que tus fans pasen por alto que desaparezcas.
-En momentos como estos es en los que odio ser quien soy –me mira un segundo, antes de volver a posar sus ojos en la carretera.
-No hagas esto –le digo seria.
-¿El qué?
-Acabar así el día. Quiero que te vayas con una sonrisa. Quiero recordar este día perfecto –fijo mi mirada en sus ojos a través del retrovisor- y hasta ahora lo ha sido.
Sin decir nada más el coche se detiene. Miro hacia mi derecha y veo que ya estamos frente a mi casa. Justin me mira y vuelve a sonreír comprendiendo mi petición.
-¿A qué hora sale tu avión?
-A las doce.

Miro el reloj, y noto que de repente vuelvo a relajarme.

-Solo son las ocho –sonrío animada- todavía nos quedan cuatro horas.
-Cuatro horas que pienso pasar a tu lado.

Entramos en casa y veo que todo sigue como lo dejé por la mañana. Mis padres aún no han vuelto a casa. Supongo que lo harán de madrugada y Justin ya no estará aquí. Por una parte me alegro, pero por otra me hubiera gustado que mi madre volviera a ver a Justin, ya que es la única persona en la que él y yo confiamos cuando está en España.
Subo a mi habitación y dejo mi bolso sobre la cama. Saco ropa cómoda del armario y me meto en el aseo. Me miro al espejo y veo que aún no se me ha borrado la sonrisa de la cara, y comprendo que mientras Justin esté a mi lado nunca dejaré de ser feliz. Porque él es mi felicidad.

Me cambio y salgo de nuevo a la habitación, donde me encuentro con el señorito Bieber sobre mi cama.

-¿Qué haces ahí? –Pongo los brazos en jarras- vas a manchar mi cama con tus supras.
-No lo creo –ríe divertido.
-Pues yo si.

Me acerco a él y me siento a su lado. Este tiene el portátil sobre las piernas y está apoyado de lado en la pared. Me echo hacia atrás adoptando su misma postura para lograr ver la pantalla. Como no, está en twitter.

-Lo suponía –pongo los ojos en blanco y vuelvo a levantarme de la cama.

Le doy la espalda y comienzo a andar hacia la puerta. Cuando estoy a punto de salir una voz me detiene.

-¿A dónde vas? –miro hacia atrás y veo que ahora me mira a mí.
-Te dejo solo con tu twitter, ya que te diviertes más que conmigo.

En realidad solo quiero hacerle sentir un poco mal. Hoy me ha hecho unas cuantas cosas como retarme con lo del helado esta mañana, el collar y sus bromas, y pienso devolvérselas. Justin siempre ha sido un chico inocente, y a veces me divierto a costa de él.

-Eso no es verdad –dice, dejando el ordenador a un lado, pero sin levantarse de la cama.
-Pasa las cuatro horas que te quedan ahí, de todas formas tampoco notaré el cambio.

Veo la cara de Justin antes de volver a darle la espalda. Es de desconsuelo. Bajo las escaleras y voy a la cocina a por un vaso de agua. Creo que me he pasado un poco, puede que deba subir y decirle que era broma. No, no hará falta.

-3,2,1… -murmuro.

La puerta de la cocina se abre y Justin aparece tras ella con una mueca extraña. Se acerca a mí y al ver que no le miro a la cara porque mi mirada está clavada en el cuenco de porcelana, coge el vaso que tengo en las manos, dejándolo sobre la mesa y agarrando mis dos manos de forma que las envuelve con las suyas.

-¿A que ha venido eso? –parece molesto.
-¿El qué? –intento reprimir una carcajada al ver su cara.
-Si no notas el cambio no volveré a venir más –me suelta ahora las manos y cruza sus brazos sobre el pecho.
-Es que… ¿sabes qué? –le digo, apoyándome sobre la encimera.

El no dice nada.

-Tengo un problema contigo –continúo.

El hace una mueca, pero sigue en silencio.

-Eres demasiado…
-¿Qué? –exige una respuesta.
-Demasiado…
-Dilo –insiste.
-¡Demasiado inocente! –Estallo en risas- ¡Era broma Biebs!

La cara de Justin se convierte en un poema. Duda unos segundos y después abre mucho los ojos. Lo ha captado.

-¡Pero serás… -se dispone a abalanzarse sobre mí, pero yo ya no estoy en la cocina.

Corro al salón dejándole atrás e intento ganar ventaja, pero Justin siempre ha sido más rápido que yo y en cuestión de segundos me pisa los talones.

Pasamos varios minutos, yo huyendo, el persiguiéndome por todo el salón. Veo que va a alcanzarme cuando estoy llegando a uno de los sofás así que cojo impulso y me tiro en plancha de espaldas sobre el mullido sofá color crema y caigo boca arriba. Justin, sin dudarlo salta sobre mi y sin saber cómo ni cuándo, la situación cambia radicalmente.

Veo que la expresión de Justin cambia al verse sobre mí, sosteniendo mis muñecas por encima de mi cabeza y tan cerca de mi cara que puedo notar su respiración agitada. El también puede notar la mía. Me mira a los ojos y suspira.

-No deberías haber hecho eso –susurra casi en mi boca.
-¿El… que? –Si antes yo era la que me divertía, ahora el control lo ha tomado el.
-Jugar conmigo así –baja su mirada hacia mis labios agitados- creía que lo decías enserio.
-Sabes que no, Justin –dirijo mí mirada también hacia sus labios, que me llaman.
-Eso espero –dice, y así, sin más… me besa.

Noto primero sus labios contra los míos. Calientes, húmedos. Después se aparta un segundo para asegurarse de que está haciendo lo correcto y yo vuelvo a pegar nuestros labios en señal de afirmación. Justin sigue sujetando mis manos por encima de mi cabeza contra el sofá, pero ahora sube, abre sus dedos y avanza abriendo también los míos para entrelazarlos. Siento a Justin sobre mi agitado. Nuestro beso se hace más intenso y me olvido de todo. Justin, yo, solos, el sobre mí, yo bajo el. Intento concentrarme para no perder el control. El comienza a agitarse y sin poder evitarlo, un gemido sale de mi boca cuando muerde mi labio con cuidado. Definitivamente la situación ha cambiado.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero noto que Justin se separa unos centímetros de mí, y también lo hacen sus pantalones, que parecen esconder algo que se ha despertado. Sin soltar mis manos me mira sonriendo satisfecho.

-Sweden –mi nombre sale en un suspiro de sus labios.

Libero una de mis manos y llevo mi dedo hasta su boca, posándolo sobre ella y haciéndole callar. Aparto la mano y enredo mis dedos sobre su pelo antes de volver a besarlo de nuevo.

No veo nada. No oigo nada. Solo su respiración contra la mía y el sonido de nuestros latidos casi unidos. Oigo que Justin gime sobre mí, y yo también lo hago. Puede que hayan pasado unos diez minutos… o veinte. No estoy muy segura. No sé si se refería a esto cuando dijo en el coche “cuatro horas que pienso pasar a tu lado” pero la verdad es que si por mi fuera no me separaría nunca. Siento que cada vez quiero más, y esta vez la que se separa soy yo.

-¿Qué pasa? –susurra.
-Nada –digo sin poder evitar que nuestros labios vibren juntos- pero… -y no se me ocurre nada que decirle. Simplemente estoy demasiado agitada. Sé que si no me aparto ninguno de los dos podrá hacerlo ya, y no me veo preparada para esto.
-Tranquila –sonríe, y se quita de encima echándose a un lado y dejándose caer sobre el sofá.
-¿Qué? –me incorporo al ver que de repente se ha ido demasiado lejos.
-No pasa nada –vuelve a decir- ¿vemos una película?-Si –suspiro, tanto él como yo sabemos que no es el momento de llevar a cabo lo que ambos estábamos pensando.

Voy a la cocina para preparar palomitas mientras Justin elige una película y cuando vuelvo a entrar en el salón diez minutos después éste agita tres de ellas sonriente. Tomo asiento a su lado y le miro.

-De miedo no –me adelanto antes de poder ver que películas tiene entre sus brazos.

Este me mira y deja caer una de las cajas que tenía entre las manos al sofá. Le conozco demasiado bien.

-Tampoco de robots, tiros o mafias –continúo- no quiero ver sangre hoy.

Otra caja cae sobre el sofá.

-¿Qué nos queda? –pregunto sin poder ver el titulo de la única película que le queda en las manos.

-Los juegos del hambre.

Le miro y el asiente. Esa película me encanta, y sé que a él también. A pesar de que la hemos visto varias veces no deja de enamorarnos.

Apago las luces, le doy el bol de palomitas a Justin y meto la película al DVD.
La película empieza y apenas cinco minutos después, Justin hace exactamente lo que estaba pensando que sería perfecto. Me abraza y me acurruco entre sus brazos. No quiero olvidar jamás este momento. Estoy segura de que si pudiera congelar este preciso instante y vivir para siempre con él lo haría. Ambos hemos pasado tanto tiempo intentando escondernos de todo y de todos, que algo tan simple como ver una película juntos me hace ser la persona más feliz del mundo, y es que pasamos la vida dándole demasiada importancia a cosas que realmente no lo son. Ahora solo me importa el. El y yo. Nosotros.


Pasa una hora y media y siento que los párpados empiezan a pesarme. No quiero dormirme. No quiero perderme un segundo para estar con él. Hoy ha sido un día muy largo, pero también puede que haya sido uno de los mejores días de mi vida. Pienso en lo que me gustaría poder quedarme siempre a su lado, y así, me quedo dormida. Poco después creo notar que alguien besa mi mejilla, pero imagino que debe de ser un sueño y no logro despertarme.
---------------------------------------------------------------

martes, 14 de agosto de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 9}.


Al entrar Justin parece tenso al principio, pero tras ver que la gente pasa a nuestro lado sin prestarnos atención se relaja y vuelve a sonreír.

-¿Dónde quieres ir? –me pregunta mientras subimos las escaleras mecánicas.
-A la tienda de cinturones –sonrío.
-No, enserio.
-Lo digo en serio –río- quiero regalarte un cinturón.
-¿Tanto te molesta que no use cinturón? –pone los ojos en blanco.
-No, me gusta –me muerdo el labio- pero quiero regalarte uno, por si algún día quieres cambiar.
-Bah, como quieras –se da por vencido- pero con una condición.
-Me conozco yo tus condiciones –bufo- así que no.
-Vamos –hace un puchero- por favor.

Dudo un momento y entonces le dejo hablar.

-Déjame comprarte algo a ti también –entrelaza nuestros dedos.
-No quiero que me compres nada.
-Tú vas a hacerlo –me reprocha.
-Pero es solo un cinturón, además, no es lo mismo.
-¿Y por qué no? –pregunta.
-Porque yo no soy millonaria.
-Eso da igual.
-No –espeto.
-Déjame hacerlo –insiste.
-No.
-Si.

Tras una discusión que termina en risas, decido dejarle elegir lo que él quiera. Esa es la condición. Un cinturón a cambio de que yo le deje elegir un regalo para mí. Aunque no lo veo un buen trato, ya que un cinturón no es nada… tengo que darle la razón. Porque él es Justin.

Entramos a la tienda y elijo mi cinturón, es una de esas tiendas traídas del extranjero en las que hay miles y miles de cinturones y zapatos de piel y colores por todas partes. Me gusta esta tienda. Siempre me ha parecido divertida. Pasamos allí unos veinte minutos. Le pido al dependiente que lo envuelva en papel de regalo y volvemos a salir.

-¿Por qué le has dicho que lo envuelva? –pregunta divertido una vez fuera de la tienda.
-Siempre me ha gustado envolver cosas, cuando era pequeña incluso le pedía a la señora del quiosco que me envolviera los chicles –río al recordarlo.
-Vaya, eso es un buen dato –ríe conmigo.

Ahora es Justin el que me guía. Paseamos por todo el centro comercial y cuando creo que ya no queda nada más por ver. El se para enfrente de un escaparate.

-Justin, no –le digo al instante.

Estamos en una tienda de joyas contra mi voluntad. Miro al interior del escaparate y veo los escandalosos precios de anillos, pulseras y collares de oro y plata.

-Es mi condición, recuerda.
-¿Y no puedes comprarme unas palomitas? ¿O unos zapatos? –le reprocho.
-Quiero comprarte algo que puedas llevar siempre. Quiero que te acuerdes de mí.
-Es imposible no hacerlo –bufo.
-Lo sé, pero por si acaso –ríe.
-Pues cómprame unos chicles y los cuelgo en la pared.
-Mi condición –dice, y entramos en la tienda.

Justin sujeta mi mano mientras se para delante del mostrador y una chica joven nos atiende con traje elegante. Miro a mi alrededor y noto que todo tiene un aire muy… caro.

-Buenas tardes –sonríe Justin- estaba buscando algo para ella –la chica me mira y sonríe.
-Vaya –pone las manos sobre el mostrador- eres una chica con suerte. ¿Qué estás buscando exactamente?
-No lo sé –murmuro- algo no muy caro.
-Eso no es problema –interviene Justin dirigiéndose a la chica- enséñanos lo más bonito.

La chica asiente y desaparece tras una puerta de cristal en la tras tienda.
-Justin, todo esto no me gusta. Sabes que no soy de esas –gruño.

-Es solo un detalle –sonríe- no te enfades.
-Está bien –digo- dejaré que me compres una joya –sonrío- pero con una condición.
-¿Cuál? –me mira.

La chica vuelve a aparecer con varias cajas de cuero y piel en un pequeño carro dorado.

-Ya sé lo que quiero –le sonrío a la chica.
-¿Y bien? –deja las cajas sobre la mesa.
-Quiero algo que sea para los dos –señalo a Justin- algo que tenga dos piezas. Una para el –sonrío- y otra para mí.
-¿Te refieres a un amuleto? –Cierra la caja que antes había abierto metiendo un rolex de oro de nuevo en el carro- ¿para enamorados?
-Exacto –intento disimular el rubor que ahora corre por mis mejillas.
“Enamorados”, parece que todos lo ven excepto nosotros.

Veo como Justin me mira asombrado. Sé que eso no se le habría ocurrido a el, y me alegro. Si quiere comprarme algo, que sea también para él. Y que signifique algo también. La chica vuelve a desaparecer tras la puerta.

-Tampoco quiero que tú te olvides de mí –le susurro.
-Jamás –sonríe.

Al final acabamos comprando una especie de collar de plata, con un medio corazón en cada parte incrustado en una insignia con un diamante en el centro. Justin manda grabar nuestras iniciales en ellos y esperamos tan solo veinte minutos antes de pasar a recogerlos. Veinte minutos que aprovechamos para tomar un helado.

-Aquí tienes –la chica pone los collares sobre el mostrador dentro ya de dos cajas de piel.
-Me encanta –dice Justin mirando fijamente nuestras iniciales.
-A mi también –sonrío resignada. La verdad es que son preciosos.

Justin paga demasiado dinero por ellos y los mete en la bolsa también de aspecto caro que nos han dado.

-¿Podemos salir fuera? –me dice.
-En la planta de abajo hay unos jardines. Es donde están las cafeterías.
-Perfecto.

Salimos y Justin me arrastra hasta un pequeño jardín. Se sienta en un banco y me sienta a mí con él. Coge la bolsa y saca uno de los collares.

-Déjame ponértelo –murmura.
-Vale –contesto dándome la vuelta para que pueda abrocharlo. Aunque es largo.

Me lo pone, y después saca el suyo para hacer lo mismo.

-Sigo pensando que es demasiado –le digo mientras miro su collar.
-Es perfecto.

Ambos quedamos en silencio durante un largo rato, observándonos sin saber que más allá de nosotros dos hay más personas. Más gente que nos mira sin saber que entre esos dos jóvenes hay algo más fuerte que una amistad. Algo incluso más fuerte que un amor. Esos dos chicos se complementan de una manera tan especial y extraña, que me resulta casi insultante que pasen por nuestro lado sin percatarse de que uno no existiría sin el otro.

Pasamos el resto de la tarde en el centro comercial. Decidimos ir a dar una vuelta por la planta alta y acabamos entrando en un salón de juegos del que tardamos en salir varias horas. Justin me reta a una partida con mandos asegurando que es el mejor. La verdad es que nunca me han gustado demasiado los videojuegos, pero siento la necesidad de ganarle. De ganarle para que sepa que aunque sea una superestrella, a mi lado es un chico normal. Un chico que puede perder en un juego contra su mejor amiga, o al menos su mejor… confidente.

Recuerdo la primera vez que le demostré a Justin que no era tan diferente a él. Que a pesar de que era una chica invisible para todos podía demostrarle estar a la altura. También recuerdo que en ese mismo momento el me demostró ser un chico cualquiera. Siempre había dado por sentado que cualquier famoso, y más de su talla, sería un arrogante y una de esas personas a las que siempre había odiado de pequeña. Puede que ese fuera el detalle que me hizo enamorarme de él. Que fuera tan sencillo. Que simplemente fuera Justin. El chico canadiense con ganas de hacer amigos de verdad.

Tras ganar a Justin en la partida con los videojuegos, decidimos volver a casa, no sin que antes Justin decida salvar su ego ganándome un peluche tamaño gigante para demostrar que sigue en forma. Cuando lo hace, nos vamos en busca de su coche a los aparcamientos, y a pesar de que ya es casi de noche y queda poca gente en el centro comercial, los individuos miran al pasar a un oso rosa chillón de que nos dobla el tamaño, y a dos chicos tras el intentando transportarlo. Definitivamente hoy no hemos pasado desapercibidos.

Metemos el oso en la parte de atrás del coche de Justin a empujones y el arranca. Durante el viaje de vuelta no hablamos demasiado. Me dedico a pensar en que me queda poco tiempo para estar a su lado, y sé que él piensa lo mismo porque miro de reojo su expresión, que está seria por primera vez en todo el día, pero me niego que esta sea nuestra despedida. No así.

-Esto no es el final –le digo.
-Lo sé –aprieta más sus manos contra el volante- pero no quiero irme.
-Yo tampoco quiero que te vayas –aseguro- pero no creo que tus fans pasen por alto que desaparezcas.
-En momentos como estos es en los que odio ser quien soy –me mira un segundo, antes de volver a posar sus ojos en la carretera.
-No hagas esto –le digo seria.
-¿El qué?
-Acabar así el día. Quiero que te vayas con una sonrisa. Quiero recordar este día perfecto –fijo mi mirada en sus ojos a través del retrovisor- y hasta ahora lo ha sido.

Sin decir nada más el coche se detiene. Miro hacia mi derecha y veo que ya estamos frente a mi casa. Justin me mira y vuelve a sonreír comprendiendo mi petición.

-¿A qué hora sale tu avión?
-A las doce.

Miro el reloj, y noto que de repente vuelvo a relajarme.

-Solo son las ocho –sonrío animada- todavía nos quedan cuatro horas.

-Cuatro horas que pienso pasar a tu lado.

•"Tan solo una salida" {Capítulo 8}.

Justin mete un disco, puedo leer “believe” en la carátula, y selecciona una canción antes de darle al Play. ¿Quién lleva su propio disco en el coche? La canción empieza a sonar y yo sonrío antes de susurrarle un “gracias”. Justin se inclina hacia mi y me da un breve beso en la mejilla, antes de que yo le indique el camino hacia el restaurante.

{Bueno, déjenme contarles una historia,
De una chica y un chico,
El se enamoró de su mejor amiga,
Cuando ella está cerca, el no siente otra cosa que felicidad,
Pero ella había sido dañada, y eso la hizo ciega,
Pero ella nunca hubiera podido creer que el amor tocaría a su puerta,
Pero ¿sabes que te amo? ¿o no eras consciente de ello?
Eres la sonrisa en mi rostro, y no me iré a ningún lado,
Estoy aquí para hacerte feliz, estoy aquí para verte sonreír,
He estado esperando mucho durante tiempo para poder decirte esto}

Mientras escucho la canción que Justin escribió para mí, cierro los ojos e intento no ponerme a llorar.

Recuerdo el día en el que Justin me llamó para decirme que había acabado. Que por fin su disco estaba terminado y pronto saldría a la venta. Recuerdo que era de noche. Yo estaba ya metida en la cama y Justin pasó horas contándome la historia de cada canción.


#Flashback.
-Believe es la canción que he escrito a mis fans. Quería decirles que sin ellas yo no estaría hoy aquí. –Estaba ilusionado.
-Oh Justin, me alegro de que lo hayas acabado. De verdad –le contesté- pero quiero que me dejes escucharlo antes de que salga a la venta.
-Mmm, creo que si hago eso me matarán –rió- Scooter me ha advertido que nadie puede escucharlo o tendremos problemas.
-Pero yo soy especial –bromeé sin darle importancia a lo que acababa de decir, pero Justin se lo tomó muy enserio.
-Si, lo eres –sonrió al otro lado. Y por eso escribí una canción para ti.

En ese momento recuerdo haberme quedado helada durante un momento. No podía créelo. No quería creer que todo esto fuera tan especial como para que Justin se hubiera molestado en escribirme una canción.

-¿Lo dices en serio? –Intenté calmarme- necesito oírla. Ahora.
-Tú eres mi inspiración, Sweden. Lo sabes ¿verdad?
-Lo sé –le dije, temblando bajo mis sábanas.
# Fin flashback.

{Que soy quien va a hacer que te enamores,
Sé que has alzado un muro a lo largo de tu corazón,
No vas a tener miedo, oh, mi amor,
Pero no podrás volar, a menos que esto te lo permita,
No podrás volar, a menos que esto te lo permita, así que cae...}

Sigo dándole indicaciones a Justin para poder llegar al restaurante que hemos elegido para comer. Le miro, con sus gafas y su gorra de los Yankees. Es perfecto.

{Bueno, puedo decir que le temes a lo que podría hacerte,
Porque tenemos una amistad tan grande la cual tú no quieres perder,
Bueno, yo tampoco quiero perderla,
No creo que pueda quedarme sentado mientras tu sufres, nena,
Vamos, toma mi mano,
¿Sabías que eres como mi ángel que olvidó como volar?
¿Sabías que me parte el corazón cada vez que te veo llorar?
Porque sé que duele si él se ha ido
Y se apoya del hombro en el que estás llorando,
Y espero que para cuando haya terminado con esta canción,
Te hayas dado cuenta.}

Justin aparca el coche y me mira antes de disponerse a abrir la puerta para bajar, pero yo no quiero hacerlo. Necesito decirle una cosa. Antes tengo que hacerlo.

-Justin –le paro- espera.

Él vuelve a cerrar la puerta y se quita las gafas.

-Gracias por todo lo que has hecho por mí desde que nos conocemos. Gracias por estar siempre que te he necesitado y por haberme hecho volver a ser feliz.

Veo que sus ojos brillan, pero no dice nada. Solo extiende su mano para que yo la agarre.

-No sé qué haría sin ti –sonrío intentando no llorar.
-Bueno, déjenme contarles una historia –comienza a cantar como si nada.
-De una chica y un chico –le sigo.
-El se enamoró de su mejor amiga. –Me mira fijamente, y sé que lo que dice es cierto.
-Cuando él está cerca, ella no siente otra cosa que felicidad.

Y así, sin más. Justin vuelve a acercarme a el, y me besa. Pero esta vez nuestro beso es lento. Esta vez ambos estamos realmente sintiendo cada segundo. Esta vez sabemos que debemos estar juntos. Tras unos segundos él se separa.

-Te quiero, Sweden.
-Yo también, Justin.

Al entrar al restaurante, un camarero asiático nos atiende muy simpático. Le pedimos una mesa lo más alejada posible y le seguimos. Lo que me gusta de los restaurantes chinos, es que cada mesa está separada por unos cristales o paredes de madera que te dan intimidad. Puede que por eso haya elegido este sitio.

Nos sentamos en una mesa de dos, uno frente al otro. Y después de inspeccionar durante un momento el lugar, Justin se quita la gorra y las gafas. El camarero se acerca a nosotros sin dejar de sonreír.

-¿Qué van a quelel? –dice con su acento.

Justin me mira, pero yo no sé que tomar.

-Pueden elegil el menú pala enamolados –sonríe.

Ambos nos miramos y noto como Justin coge mi mano bajo la mesa.

-Si –contesta- tomaremos eso.

Diez minutos más tarde nos sirven la comida.

-¿Sabes? –Dice Justin, mientras da un sorbo a su bebida- Mi madre me dijo que te echa de menos. Dijo que quería que te llevara a California un día de estos.
-Yo también la echo de menos, desde el verano pasado no he vuelto a verla.
-Eso tiene solución –sonríe- solo tendríamos que hablar con tus padres.
-Sabes que mis padres casi nunca están en casa –ahora miro fijamente mi plato- a veces pienso que lo hacen a posta, para no verme.
-No digas tonterías Sweden. Tus padres te quieren.


Tras terminar de comer, Justin le deja una gran propina al camarero para agradecerle su hospitalidad. Salimos a la calle y Justin vuelve a disfrazarse ocultando su cara. Ahora estamos en las afueras, y aquí si hay que llevar cuidado.

-¿Qué quieres hacer ahora? –sonríe cogiendo mi mano.
-No creo que podamos pasear por aquí sin que alguien sospeche.
-Tranquila –me dice- no pasa nada. Vamos a donde quieras.
-Mmm –pienso un momento- ¿centro comercial? –le digo, y al momento me arrepiento.

 Un centro comercial significa mucha gente. Pero eso a él parece darle igual.

Justin sonríe y afirma con la cabeza. Sin decir nada más me rodea con su brazo y comenzamos a andar hacia allí.

Al entrar Justin parece tenso al principio, pero tras ver que la gente pasa a nuestro lado sin prestarnos atención se relaja y vuelve a sonreír.

-¿Dónde quieres ir? –me pregunta mientras subimos las escaleras mecánicas.
-A la tienda de cinturones –sonrío.
-No, enserio.
-Lo digo en serio –río- quiero regalarte un cinturón.
-¿Tanto te molesta que no use cinturón? –pone los ojos en blanco.
-No, me gusta –me muerdo el labio- pero quiero regalarte uno, por si algún día quieres cambiar.
-Bah, como quieras –se da por vencido- pero con una condición.
-Me conozco yo tus condiciones –bufo- así que no.
-Vamos –hace un puchero- por favor.

Dudo un momento y entonces le dejo hablar.

-Déjame comprarte algo a ti también –entrelaza nuestros dedos.
-No quiero que me compres nada.
-Tú vas a hacerlo –me reprocha.
-Pero es solo un cinturón, además, no es lo mismo.
-¿Y por qué no? –pregunta.
-Porque yo no soy millonaria.
-Eso da igual.
-No –espeto.
-Déjame hacerlo –insiste.
-No.
-Si.


Tras una discusión que termina en risas, decido dejarle elegir lo que él quiera. Esa es la condición. Un cinturón a cambio de que yo le deje elegir un regalo para mi. Aunque no lo veo un buen trato, ya que un cinturón no es nada… tengo que darle la razón. Porque él es Justin.

•"Tan solo una salida" {Capítulo 7}.

-Siento mucho lo de Scott.
-No pasa nada, tú no tienes la culpa de que sea un imbécil –noto que su mandíbula se tensa al recordarle, pero sonríe de todas formas- además, yo soy el que tiene que pedirte perdón.
-¿Por qué?
-No debería haber actuado así. Cuando nos encaramos y tú te metiste en medio, debería haber parado de inmediato. Podría haberte hecho daño.
-No lo hiciste.
-Ya sé que no lo hice, pero tuve miedo –traga saliva- por ti.
-No tienes que tenerlo, Justin.
-No quiero que ese tipo se acerque a ti. No quiero que vuelva a hacerte daño nunca más. No quiero que te mire, porque si me entero de que vuelve a ponerte una mano encima yo mismo le arrancaré la cabeza.
-Solo vino porque tú estabas conmigo –le aseguro- hace meses que no se acercaba a mí.
-No me gusta.
-Lo sé –pongo mi mano sobre la suya, que descansa apoyada en el césped y noto que está tenso de nuevo.
-Si te pasara algo… -ahora baja la mirada hacia mí, y yo la alzo para encontrarme con sus ojos- no sé qué haría.
-Mientras tu estés aquí no va a pasarme nada –sonrío.
-Porque no voy a dejar que te pase –y sus labios vuelven a dejar ver dos filas de perfectos dientes blancos que relucen al sol.

Y ya no hay más palabras. Ninguno de los dos intenta llenar el vacío que ahora se ha formado. Ninguno de los dos se molesta en intentar cambiar el mas mínimo detalle de ese momento. Justin me mira intensamente mientras sonríe de la forma más dulce que se pueda imaginar, y yo le miro mientras intento no perderme en sus ojos. Pero no funciona.

Ambos estamos sobre el césped, prácticamente estoy perdida en los brazos de Justin, que me rodean. Su mano derecha reposa sobre la mía y ahora noto como Justin comienza a acercarse despacio. Se lo que intenta, y yo también lo quiero, pero no estoy segura de que todo esto esté bien.

-Justin… -susurro casi en su boca. Estamos muy cerca, de nuevo.

Este no dice nada, simplemente se limita a seguir avanzando hacia mí, estoy segura de que en cualquier momento nuestros labios se rozarán, y yo estaré perdida.

-Justin, no… -repito, pero casi no puedo hablar.

Veo como él retrocede apenas unos centímetros y me observa.

-Haz lo que tu corazón te pida –susurra- solo eso.
-Pero…
-No pienses –dice.

Y ahí decido dejarme llevar. Llevo demasiado tiempo soñando con este momento. 

Demasiado tiempo esperando que algo como esto me pasase, y ahora tengo miedo.

-Tranquila –susurra, y esa es su última palabra antes de besarme.


Al principio tengo miedo. Miedo de que algo pueda salir mal, miedo de que no le guste, de que no sepa reaccionar a esto. Pero cuando sus labios rozan los míos, como por instinto… responden. Noto la respiración de Justin y sé que no puede aguantar un minuto más. Ha alargado demasiado este momento intentando que sea perfecto, y lo ha conseguido.

-Bésame –le pido.

Y así lo hace.

Ahora más fuerte, más rápido. Ahora más ardiente.

Nuestros labios se chocan y logran unirse de una vez por todas, pero ya no se vuelven a separar. Puedo notar sus labios húmedos y cálidos sobre los míos. Me dejo llevar y es como si esto hubiera pasado millones de veces. Y lo ha hecho… en mis sueños.
Siento a Justin ahora más cerca de mí, el miedo que antes sentía se convierte en deseo. Deseo por él, por su boca. Noto su lengua abrirse paso hasta encontrar la mía y ambas se acarician una y otra vez. A partir de ese momento el tiempo se para y no sé donde estoy. Solo le siento a él.

Sé que Justin desea lo mismo que yo, porque puedo notar el calor que desprende su cuerpo y también oigo los latidos de su corazón a mil por hora. Su aliento se hace cada vez más fuerte. Sus manos ahora agarran mis caderas llevándome sobre él. Queda entonces él tendido sobre el césped, y yo sobre sus caderas. Me agarra más fuerte, haciendo que nuestros cuerpos solo sean uno. Intensifica el movimiento de nuestros labios a medida que pasa el tiempo y los dos sentimos que el calor sube. Y es ahí, entonces, en ese momento… cuando lo noto. Algo debajo de mi se vuelve duro justo en la entrepierna de Justin. Y sin poder evitarlo se me escapa un gemido. Pienso que todo esto es una locura. Justin está excitado. Yo lo estoy. Me aprieta aún más hacia él y sé que si no hago algo acabaremos en la comisaría por escándalo público. Cualquiera diría que estamos fuera de control. Y es que así es. Y Justin cada vez está más y más excitado, o eso me dicen sus pantalones. Esto es una locura. Llevábamos demasiado tiempo deseándolo. Y cuando estoy a punto de perder el control, como si Justin lo notase, como si supiera que si no nos separamos acabaremos haciéndolo aquí mismo, el beso acaba.

El no dice nada. Yo tampoco. Le miro y él me mira también. El aliento sale entrecortado de su boca y cierra los ojos un momento para volver a retomar el control de sus actos, sin separarse ni un centímetro de mi. Yo sigo inmóvil.

-¿Estás bien? –logro murmurar entre sus brazos.

Sus ojos se abren y vuelvo a ver su sonrisa.

-Estoy bien.

Y puedo ver en su cara que a pesar de que ambos hemos deseado más, estamos felices de haber podido por fin tomar lo que estábamos buscando. Extiendo mis brazos sobre el césped para levantarme pero Justin me lo impide. Al principio pienso que no quiere dejarme, pero cuando sus ojos se desplazan hasta sus pantalones y sonríe avergonzado, lo comprendo.

-Lo siento –puedo ver el rubor en sus mejillas mientras me mira.
-¿Por qué? –sonrió.
-Yo…
-No tenemos tres años –le digo- tranquilo.

Me levanto dejándole tirado ahí, y me sacudo el césped de mis shorts vaqueros recién estrenados. Justin también se levanta pasados unos minutos, y vuelve a mirarme sin saber muy bien qué hacer. Ese típico momento incómodo que te invade cuando acabas de besar a la persona que tanto tiempo habías buscado. Cuando todo está dicho y las palabras no bastan para expresar lo que sientes. Se hace el silencio. Un silencio que no queremos romper, y que tampoco sabemos cómo hacerlo. Justin me mira y extiende sus brazos llamándome. Me abraza y sonrío de nuevo.

-¿Tienes hambre? –digo, volviendo a la realidad.
-La verdad es que si –me suelta- ¿Qué quieres hacer?

Ambos estamos aún nerviosos por lo que ha pasado, pero nos sentimos bien.

-Podríamos ir a comer a algún sitio...
-¿Restaurante? –se muerde el labio.
-¿Chino? –le imito.
-Me encanta el chino.
-Conozco un restaurante que está a las afueras, pero tendremos que ir en coche.
-No hay problema –coge mi mano y comienza a andar- vamos a por el mío.

Al entrar a su coche, tras haber repetido el trayecto de esa misma mañana sin ningún incidente, noto un olor a frutas frescas.

-Huele muy bien –le digo, cerrando la puerta.
-Tú también hueles muy bien –ríe.
-Me refería al coche –bufo.
-Si, bueno –arranca y se pone sus gafas de sol- ¿Dónde hay que ir?
-Pon música –le pido.
-Está bien, pero dime donde hay que ir.
-Primero pon música –insisto.

El enciende la radio y vuelve a mirarme.

-¿Y bien? –pone sus manos sobre el volante.
-Quiero escuchar mi canción.
-¿Tu canción? –Hace una mueca- no sé de qué me hablas. Yo no he hecho ninguna canción para ti.
-Si, ya –río.

Justin mete un disco, puedo leer “believe” en la carátula, y selecciona una canción antes de darle al Play. ¿Quién lleva su propio disco en el coche? La canción empieza a sonar y yo sonrío antes de susurrarle un “gracias”. Justin se inclina hacia mí y me da un breve beso en la mejilla, antes de que yo le indique el camino hacia el restaurante.

{Bueno, déjenme contarles una historia,
De una chica y un chico,
El se enamoró de su mejor amiga,
Cuando ella está cerca, el no siente otra cosa que felicidad,
Pero ella había sido dañada, y eso la hizo ciega,
Pero ella nunca hubiera podido creer que el amor tocaría a su puerta,
Pero ¿sabes que te amo? ¿o no eras consciente de ello?
Eres la sonrisa en mi rostro, y no me iré a ningún lado,
Estoy aquí para hacerte feliz, estoy aquí para verte sonreír,
He estado esperando mucho durante tiempo para poder decirte esto}

Mientras escucho la canción que Justin escribió para mí, cierro los ojos e intento no ponerme a llorar.