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sábado, 3 de noviembre de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 17}.


Y así finaliza mi primera cita con Scott.

Insiste en acompañarme a casa y yo no me niego, pero tampoco acepto.

Simplemente comienzo a andar y él me persigue. Antes de entrar me detiene.
-Espero que mañana seas un poco más educada –objeta- o esto no va a salir como esperamos.

-¿Mañana? –pregunto.
-Si me dejaras explicártelo podríamos llegar a pasarlo bien.
-No quiero pasarlo bien contigo.
-Mañana te explicaré como haremos esto –se acerca para darme un beso, y prácticamente doy un salto mortal hacia atrás para evitarlo- ¿ves? –me señala, esa es una de las cosas que tienes que cambiar. No doy calambre.
-Como si lo dieras.
-Dios, Sweden, puedes llegar a ser muy irritante.
-Quiero estar con Justin, no contigo.
-Yo no he dicho que no puedas llamarlo –bufa.
-Si que lo hiciste.

*Flashback*
-Y por tu bien espero que dejes de tontear con tu amiguito, o lo pasarás mal.
-¿Por qué no te mueres? –ladré.
-Vamos a hacer esto a mi manera, te guste o no. –Ordenó- Deja de llamarle, no hables con él o lo sabré. Créeme.
-Fantástico –bufé.
*Fin flashback*

-Bueno… pues viendo la cara que tienes prefiero que hables con él y después estés un poco menos agresiva conmigo –razona Scott.
-¿Sabes qué? –sonrío por primera vez en todo el día.
-¿Qué?
-Si pudiera matarte lo haría –suelto.

Tras hacer una mueca, Scott se despide y comienza a andar. Le miro alejarse y pienso en qué bien me vendría ahora mismo uno de esos accidentes sorpresa en los que un camión descarrila y mata a un joven que paseaba por la calle. Y ese joven podría ser el.


Me meto en casa y subo a mi habitación. Me acuesto sobre la cama y comienzo a mirar al techo sin saber muy bien cómo reaccionar ante todo esto. Le doy vueltas a mi cita con Scott y hay algo que me desconcierta. Algo que no llego a comprender.

El no ha sido un capullo conmigo.

¿De qué se supone que va ahora ese idiota? ¿Pretende que después de todo lo que ha pasado volvamos a ser los de antes? Se ha comportado como solía hacerlo antes, como era antes de convertirse en un capullo. Pero a mí eso ya me da igual. Puede intentar ser el chico con más modales del mundo, puede convertirse en un caballero pero yo seguiré mirándole como un ogro. Porque es lo que me ha demostrado ser.

La cabeza comienza a darme vueltas y me pregunto en qué habría querido decir con eso de “mañana te explicaré como haremos esto”. ¿Esto? ¿Qué se supone que es esto?

No entiendo nada.

Cojo el ordenador y me meto al twitter de Justin.

·       “@ justinbieber: esto ya no me gusta”.
·       “ @justinbieber: cansado. Falta de sueño”.

Veo que su último tweet es el link de una entrevista. Lo abro. Una chica rubia da los buenos días y todos aplauden.

-Hoy tenemos con nosotros a un invitado muy especial.

Todos comienzan a gritar y la chica tiene que pedir silencio. Hace un breve resumen y anuncia unos productos que supongo no tengan nada que ver con el programa. Suena una música, un logotipo sale en pantalla y después una foto de él.

-¡Que pase Justin Bieber!

Más gritos. Más aplausos. Mi corazón en un puño. Justin entra a plató y la cámara le enfoca. Mi respiración se para. El se acerca a la chica y le dedica una sonrisa pesada. Ambos toman asiento y vuelvo a fijarme una vez más en que lleva nuestro collar. Sus ojos demuestran que no duerme, y aún así está ahí.
-Bueno, Justin, cuéntanos –comienza la entrevista- ¿Cómo llevas el tour?
Justin se vuelve hacia la chica y contesta.

-Bueno, mi equipo está trabajando muy duro para que todo esté listo –su voz suena ronca.
-Oh, eso es estupendo –sonríe ella- ¿Y cómo llevas los nervios ante todo esto?
-Bien –responde seco, y la chica hace una mueca ante su falta de cooperación.
-Supongo que todos estarán dándote apoyo y ánimos ahora –pregunta.
-Si, pero ¿sabes? –Justin se vuele hacia la cámara y veo que acaricia el collar- me falta algo.
-¿Cómo? –dice la chica intrigada.
-A veces te quitan lo que más quieres para que te des cuenta de que no eres nada sin ello –hace una mueca, creo que intenta no llorar- todos tenemos algo sin lo que no seríamos nada. Algo que nos complementa. ¿No es así? –se dirige ahora al público.

Todos le escuchan en silencio. La cámara los enfoca y pueden verse caras de preocupación, exaltación e intriga.

-¿Qué más puedes contarnos? –dice la chica, que ya no sonríe.
-No mucho –contesta- simplemente quiero darle un consejo a todos los que ahora estén viendo esto.

La chica asiente. Justin se vuelve hacia la cámara y veo sus ojos observándome.

-Luchad por lo que realmente queréis. No dejéis que nada os arrebate lo que habéis estado esperando y jamás os rindáis –Justin suspira- nunca es tarde y no todo está perdido.

Aplausos. Más aplausos.

Sin poder creerlo sigo mirando fijamente el video, pero lo que viene después son preguntas rutinarias sobre su carrera y halagos hacia su nuevo disco. Justin responde breve y secamente a todo. La entrevista acaba y todos se despiden.

Con las lágrimas cayendo por mis mejillas twitteo.
“Voy a luchar por lo que realmente me importa”.

 Cierro el portátil y lo tiro a un lado. Me levanto de la cama y me dirijo hasta el cajón en el que guardé el collar que él me regaló. Creí que llevarlo puesto lo haría más difícil todo, pero ahora sé que me dará fuerzas para creer que todo esto tiene solución. Si el lucha. Yo lucharé también.

Me pongo el collar y recuerdo sus palabras aquel día. “Para que nunca te olvides de mi”. Jamás lo haré, te lo prometo. Me limpio las lágrimas y vuelvo a coger el teléfono. Estoy preparada para volver a hablar con él.

Marco su número y espero. Uno, dos. Contesta. Solo dos toques, lo que significa que estaba esperando mi llamada.
Nunca se ha rendido.

-¿Sweden? – dice una voz ronca al otro lado.

Espero unos segundos, trago saliva y sonrío.

-Hola Justin.

Silencio. Silencio. Tras un momento que se hace eterno su voz vuelve.

-¿Eres tú? ¿Sweden?
-Si, soy yo –contesto.
-Yo… -duda- creía que no querías hablar conmigo.
-Te echo de menos, Justin.

Y le noto sonreír al otro lado.

-Yo también.

Ambos suspiramos y sé que no puedo seguir así.

-No puedes estar así –murmuro- no voy a permitir que estés así porque no merece la pena.
-Me han quitado lo que más quería.
-No es cierto.
-Si lo es –reprocha.
-No me has perdido, Justin –una lagrima cae por mi mejilla- esto solo es una mala situación. Saldremos de ella y podremos volver a estar como antes.
-Tengo miedo.
-¿De qué?
-De muchas cosas –su voz se quiebra.
-Dímelas.

Casi un minuto de silencio, y después reacciona.

-Tengo miedo de que el te haga daño –le tiembla la voz- pero aún tengo más miedo de que intente recuperarte y lo consiga.
-¿Qué?
-Te enamoraste una vez de el –murmura- podrías volver a hacerlo.
-No te entiendo, Justin –espeto- sabes perfectamente lo que he pasado y jamás podría volver a…
-Estoy seguro de que se ha dado cuenta de lo que ha perdido y está dispuesto a luchar para no dejarte escapar de nuevo –suspira- por una parte le comprendo.
-Justin…
-También tengo miedo de no volver a verte. De que no me cojas el teléfono y ya no quieras volver a saber nada más de mi.
-Eso es ridículo.
-Llevo una semana llamándote –traga saliva- y no contestas.
-Quería estar preparada cuando volviéramos a hablar. Quería estar segura de que no me derrumbaría.
-¿Lo estás?
-Estoy preparada para luchar por lo que quiero.
-Yo también lo estoy –ahora su voz suena más dura.
-¡Pues lucha por mi! –Le digo- luchemos por nosotros.
-Estoy dispuesto a hacerlo, pero tienes que dejarme ir allí –dice.
-Lo primero que tienes que hacer es sonreír –repito las mismas palabras que una vez el me dijo a mi- sonríe. Demuéstrale que eres más fuerte que todo esto.
-Ahora que sé que tengo una oportunidad de volver a estar contigo lo haré.
-Nunca dejaste de tenerla.
-Te quiero, princesa.

Y así, ambos volvemos a cobrar vida. Noto como la voz de Justin se vuelve dulce y ahora sé que estoy preparada para afrontarme a esto. Y que el también lo está. Hablamos. Le cuento todo lo que ha pasado desde la última vez y lo mucho que le extraño. Le digo que mientras ambos sigamos llevando esos collares nadie va a separarnos. Que le quiero como no quise a nadie en mi vida y que no voy a dejar que nos separen. Solo nosotros decidimos nuestro destino, y el mío es estar junto a él.

-Supongo que no me harás caso si te digo que no hagas esto –reprocha- si te pido que dejes a Scott y no te acerques a él.
-No, no lo haré.
-¿Y si te lo suplico? –Su voz se vuelve tierna- no es la mejor solución.
-Es la única solución ahora.
-Esa foto me da igual Sweden –ahora se pone serio- lo digo enserio, no me importa que la gente se entere de que tengo a la persona más increíble a mi lado.
-Esto no es solo por esa foto Justin, lo sabes.
-Si –asiente al otro lado- lo sé.
-Voy a devolverle todas y cada una de las putadas que me ha hecho.

Y el silencio vuelve a inundarlo todo.

-No dejes que te enamore –me pide.
-No pienso hacerlo.

Acordamos que pronto acabaremos con todo esto y podremos volver a abrazarnos. Como aquel día. Como nuestro primer día.

Esa noche tengo un sueño. Un sueño que por primera vez en mucho tiempo hace que sienta mariposas en el estomago. Mis pesadillas se hunden en lo más profundo para dejar a la luz uno de los mejores sueños de mi vida. Y Justin está en el.

Siento no haber podido publicar en todo este tiempo, pero no encuentro huecos para poder escribir. Espero poder hacerlo pronto. Como siempre, Click aquí y RT si leíste el capítulo. Espero que os haya gustado. Gracias por leer. 
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sábado, 13 de octubre de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 16}.


-Justin, si me niego a salir con él esa foto ocupará todos los titulares. No podrás volver a venir, no saldrás a la calle. La gente te presionará y los medios se echarán encima de ti –me obligo a respirar e inspirar- estás preparando un tour y esto ahora es lo que menos necesitas. Te perjudicará muchísimo.
-¡No me importa! –Y ahora sé que está llorando.
-De la otra forma… -guardo silencio durante un momento- si yo salgo con Scott… esa foto jamás verá la luz y solo yo saldré perjudicada.
-Te equivocas –suspira- si elijes esa opción me afectará tanto o más que la otra –intenta mantener la calma. Sweden, tu eres lo más importante que tengo en esta jodida vida y si haces eso te habré perdido para siempre.
-No –le digo.
-No lo hagas –suplica.
-La decisión está tomada. Por favor, no vengas a España –tras decir esa última frase mi corazón se hace pedazos- es mejor que dejemos esto durante un tiempo. Disfruta de tu tour.
-Sw –cuelgo.


Esa noche no duermo. Esa noche no descanso. Esa noche lo único que hago es llorar. Llorar y recordar todos y cada uno de los momentos que he pasado junto a él. Tan solo llevamos un día separados y parece que ha pasado un año. No estoy segura de poder sobrevivir sin él. Menos aún lo estoy de poder seguir viviendo sin hablarle, pero me lo he propuesto. Me he propuesto no hablar con Justin en al menos una semana. Necesito que nuestra relación se enfríe un poco antes de poder volver a comunicarme con él. Aunque ya no estoy segura de nada. Estoy casi segura de que después de haberle colgado estará cabreado conmigo. ¿Y por qué no iba a estarlo? Prácticamente lo he echado a patadas de mi vida. No es justo.

Y pasan los días, y yo no salgo de mi cama.

Un día.

Dos días.

Tres días.

Mi madre está preocupada por mí. Viene cada dos horas para asegurarse de que sigo viva, aunque ya no estoy segura. El primer día se pasó las horas muertas frente a la puerta de mi habitación hablando sola, intentando que me apiadara de ella y asomara la cabeza para que pudiera ver que seguía siendo la misma de siempre, pero ya no lo era. Me habían quitado lo que más quería. Lo que necesitaba para seguir luchando.

Cuatro días.

Cinco días.

Justin no se da por vencido. Sigue llamando cada día, cada noche y cada mañana con la esperanza de que pueda escuchar mi voz, pero he decidido que ambos sufriremos menos si nos mantenemos alejados. Me cuesta pensar en él y recordar su voz el día de la llamada. Su voz rota y triste me persigue. “Por favor, no lo hagas”. Le he visto en entrevistas y programas de televisión, fotos… ya no es el mismo de antes. La presentadora de un programa de cotilleos hablaba de Justin el otro día con una foto de el de fondo, triste y solo caminando por la calle. 
Especulaba sobre posibles problemas familiares o una enfermedad irreversible. La verdad es que su cara estaba casi tan mal como la mía. Ojeras y mueca triste, mirada cansada y hombros caídos. Pero lo que me llamó la atención realmente fue el collar que colgaba de sus hombros. Mi collar. Lo está pasando mal y eso me mata por dentro.

Seis días.

Siete días.

El sonido de un mensaje en mi teléfono me despierta por la mañana. Hoy he soñado que paseaba a su lado por la playa y nadie podía entrometerse entre nosotros. ¿Qué sería de mi ahora mismo sin sueños? Entonces si que estaría perdida.

Me levanto para mirar mi teléfono pensando que no puede haber nada peor que esto, pero una vez más vuelvo a equivocarme.

“Iré a recogerte a las doce, no acepto un no por respuesta”.

Maldito Scott.
Debería matarle y descuartizarlo. 
Con suerte nadie le echaría de menos. 
En realidad creo que le haría un favor a unos cuantos. 
Maldito Scott. 
Maldito.

Me levanto de la cama y voy al aseo. Entro. Me miro al espejo y pienso que soy un montón de huesos y carne sin valor. Si no tienes ilusión para vivir ¿de qué sirve la vida? No sé si estoy preparada para volver a lo de antes, a mi pasado. Me ha costado demasiado deshacerme de él. Y ahora está aquí de nuevo.

Me gustaría parar el tiempo. Pararlo todo para poder estar sola durante horas y días. Buscaría a Justin y le abrazaría para no separarme. Le tocaría y el tiempo también se detendría para él. El y yo solos. Nosotros. En el mundo. Sin nadie más que pueda sacarnos de ese sueño.

En ese momento recuerdo la frase de un libro: “Podrás tapar las agujas del reloj con tus manos, pero nunca podrás tapar el tiempo perdido”.

Salgo de mi burbuja de pensamientos y me enrollo en una toalla tras salir de la ducha. Busco unos shorts y una camiseta y me los pongo casi sin secarme. Mi pelo está mojado pero no me importa. Es el primer día que saldré con Scott y tengo mil cosas que decirle. Ojalá pudiera matarle.

Las doce.

Un mensaje.

“Estoy frente a tu casa”.

Cojo mis llaves y bajo las escaleras. Cierro la puerta y le veo sentado en el bordillo jugueteando con su móvil. Me acerco a él sin ganas y le miro en silencio.

-Vaya cara –me observa.

Silencio.

-Vamos a dar una vuelta –dice, al ver que no obtendrá una respuesta por mi parte.

Scott comienza a andar y yo le sigo sin ganas. Llevamos unos dos kilómetros cuando decide romper el silencio. Me gusta el silencio.

-¿Piensas decir algo? –su tono parece amigable. Me asusta.
-No tengo nada que decirte –bufo.
-Oye, vamos a llevarnos bien ¿vale?

Siento unas inexplicables ganas de empujarle hacia la carretera.

-No.
-¿Por qué tienes esas ojeras? –intenta llevar su mano hacia mi cara pero me aparto.
-Por tu culpa, idiota.

Scott me mira en silencio y no dice nada más hasta llegar a un parque. Nos sentamos en uno de los bancos y espera mi respuesta, pero no llega.

-Hablemos  -dice.
-No tengo ganas.
-Dios Sweden –reprocha- no seas así de borde.
-¡Yo soy simpática con quien me da la gana! ¿Te enteras? –Le señalo- prácticamente me estás secuestrando. Me obligas a salir contigo a pesar de que me das asco y pretendes que encima sea simpática, cuando por tu culpa mi vida se ha convertido en una mierda.
-No es tan grave –bufa.

Comienzo a morderme el lado interior de la boca para no soltar todas las palabras que amenazan con salir.

-Lo que tu digas.
-Déjame demostrarte que he cambiado.
-Jamás cambiarás –espeto- no podrás hacerlo y aunque lo hagas para mí no valdrás nada, porque con todo esto has caído demasiado bajo.
-¡Que no es para tanto!
-¡¿Has visto las putas noticias?! –Le grito, poniéndome en pie- ¿has visto la cara de Justin? ¡Llevo sin hablar con él una semana por tu culpa! ¡Lo está pasando mal!
-Relájate –me ordena, y me vuelvo a sentar con los brazos cruzados.
-Me das pena.

Y así finaliza mi primera cita con Scott.
Insiste en acompañarme a casa y yo no me niego, pero tampoco acepto. Simplemente comienzo a andar y él me persigue. Antes de entrar me detiene.

-Espero que mañana seas un poco más educada –objeta- o esto no va a salir como esperamos.
-¿Mañana? –pregunto.
-Si me dejaras explicártelo podríamos llegar a pasarlo bien.
-No quiero pasarlo bien contigo.
-Mañana te explicaré como haremos esto –se acerca para darme un beso, y prácticamente doy un salto mortal hacia atrás para evitarlo- ¿ves? –me señala, esa es una de las cosas que tienes que cambiar. No doy calambre.
-Como si lo dieras.
-Dios, Sweden, puedes llegar a ser muy irritante.
-Quiero estar con Justin, no contigo.
-Yo no he dicho que no puedas llamarlo –bufa.
-Si que lo hiciste.

*Flashback*
-Y por tu bien espero que dejes de tontear con tu amiguito, o lo pasarás mal.
-¿Por qué no te mueres? –ladré.
-Vamos a hacer esto a mi manera, te guste o no. –Ordenó- Deja de llamarle, no hables con él o lo sabré. Créeme.
-Fantástico –bufé.
*Fin flashback*

-Bueno… pues viendo la cara que tienes prefiero que hables con él y después estés un poco menos agresiva conmigo –razona Scott.
-¿Sabes qué? –sonrío por primera vez en todo el día.
-¿Qué?
-Si pudiera matarte lo haría –suelto.

Tras hacer una mueca, Scott se despide y comienza a andar. Le miro alejarse y pienso en qué bien me vendría ahora mismo uno de esos accidentes sorpresa en los que un camión descarrila y mata a un joven que paseaba por la calle. Y ese joven podría ser el.

Me meto en casa y subo a mi habitación. Me acuesto sobre la cama y comienzo a mirar al techo sin saber muy bien como reaccionar ante todo esto.
Le doy vueltas a mi cita con Scott y hay algo que me desconcierta. 
Algo que no llego a comprender.

El no ha sido un capullo conmigo.

Si leíste el capítulo 16 de "tan solo una salida" dale RT a esto Click, para saberlo. Gracias por leer, espero que te haya gustado. 
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sábado, 29 de septiembre de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 15}.


Me visto rápidamente y cojo mi teléfono, marcando el número de Justin y dejándome caer de nuevo sobre mi cama. Uno, dos, tres, cuatro, cinco toques. Nada. Seis, siete. Cuelgo.

Justin no lo coge. Estará en una entrevista.

Dejo el móvil sobre la cama y cojo el portátil. Entro a twitter. “Justin Bieber”. “Nuevos tweets”. Leo.

·       “Trabajando duro en el Nuevo tour, esto va a ser épico”.
·       “Ayer fue uno de los mejores días de mi vida, #real”.
·       “RT: Justin, gracias por ser una inspiración”.
·       “Te echo de menos”.

No estoy segura, pero juraría que el segundo y el último tweet van por mí. Sonrío brevemente y vuelvo a marcar su número una vez más. Uno, dos. Un pensamiento pasa por mi cabeza. Tres, cuatro. Comienzo a pensar en cómo se tomaría Justin todo esto. Conociéndole sería capaz de coger un avión y venir para partirle la cara a Scott. Cinco. No estoy segura de que contarle esto a Justin sea lo mejor. Seis, siete. Se pondría histérico y solo serviría para empeorar las cosas. Ocho. Mejor que no sepa nada de esto, por ahora. Nueve, diez. Cuelgo.

Tiro el móvil a un lado y decido bajar abajo para comer algo. Necesito despejar mis ideas. En el salón me espera mi madre.

-Siéntate –dice seria.

Le hago caso.

-No me pasa nada –me anticipo.
-No te creo.
-Créeme.
-No puedo hacerlo –insiste- te he visto llorar.
-La señora de la heladería no quiso darme cambio –miento.

Una mentira penosa. Así no iré a ninguna parte.

-Seguro –me mira fijamente.
-Son problemas de adolescentes –sonrío forzadamente- nada importante.
-¿No tendrá nada que ver con Justin, verdad? –mierda, me ha cazado.
-No, que va –mis ojos comienzan a brillar.
-Sea lo que sea seguro que tiene solución, Sweden.
-Estoy segura –la miro.

Aunque esa solución no sea la mejor para mí. Tengo que protegerle. Decidido.
Mi madre hace la comida y nos sentamos a comer en silencio. Lo intento, pero no logro dejar de pensar en esa foto y en Scott. En como todo esto le afectará a Justin y en que haremos de aquí en adelante. Pienso en mí. En cómo voy a salir de esta. Haré lo que sea mejor para Justin.

Tiro la mayor parte a la basura y dejo el plato sobre el fregadero. No he comido nada. Subo a mi habitación y miro mi teléfono. Un mensaje.

“Te he dado tiempo para que pienses en lo que es mejor para ti y tu amigo. Quiero una respuesta o esa foto se convertirá en la próxima portada de todas las revistas”.

Y una vez más pensamientos, recuerdos y dudas en mi cabeza. Trago saliva. Limpio la lagrima que acaba de caer por mi mejilla y me como mi orgullo. “Lo siento, Justin” pienso.

“Saldré contigo, pero deshazte de esa foto”.

El móvil se me cae de las manos, que tiemblan tras darle al botón de “enviar”. Me siento en el borde de la cama y ahora estoy segura de que jamás podré volver a tener cerca a Justin. Si no es esa foto, Scott será quien nos separe. Lo supe desde el momento en el que Scott se acercó a mí. Lloro. Sigo llorando sin poder evitarlo. Le echo de menos y ya no volverá a llamar a mi puerta nunca más. Ahora me espera un infierno. De nuevo vuelvo a mi pasado, que ahora sé que nunca se fue.

Mi móvil suena y lo ignoro. Ahora lo que menos quiero es tener que escuchar la voz de ese imbécil. Le odio más de lo que he odiado a nadie en toda mi vida. El móvil sigue sonando y yo me limito a dar vueltas de un lado a otro de la habitación. Deja de sonar. Me meto al aseo y echo un poco de agua en mi cara. Todavía tengo los ojos hinchados. El teléfono vuelve a sonar. Me acerco para ponerlo en silencio y veo que no es Scott quien llama. Descuelgo y me lo llevo a la oreja en silencio pensando en cómo voy a explicarle que vuelvo a salir con el chico que me destrozó la vida.

-Sweden –dice- lo siento, estaba en un ensayo de baile.
-No importa –murmuro.
-Siento no haberte llamado antes, esta semana tendré mucho trabajo –su voz suena calmada y dulce. Me reconforta- pero te prometo que llamaré todos los días.
-No hace falta que lo hagas –vuelvo a susurrar.

Ahora Justin se queda en silencio. Ha notado que algo raro sucede.

-¿Princesa? –pregunta, con un tono de preocupación en la voz.
-No es nada –digo sin más.
-No es cierto –dice cortante.
-Si lo es.
-Sweden –me llama.

No puedo ocultarle esto a Justin. Es imposible.

-Es… -la cabeza vuelve a darme vueltas- bueno, hoy… he visto a… Scott.

Silencio al otro lado.

-He hablado con él –mi voz suena mustia.
-¿Qué te ha hecho? –su voz es dura, fría.
-Nada.
-Dímelo Sweden.
-Tiene una foto –y mi voz vuelve a quebrarse.
-¿Cómo?
-De nosotros dos, Justin, besándonos.
-¿Qué? –dice sin llegar a entender lo que pasa.
-Justin, nos fotografió en el césped. Tiene una foto de nosotros juntos –trago saliva- amenaza con mandarla a todos si no… -me callo de repente.
-¿Si no que, Sweden?
-Yo…
-Por favor… -suplica- dime que pasa.
-Si manda esa foto jamás podremos volver a estar juntos. Se habrá acabado todo.
-¿Qué quiere que hagas?
-Nunca podremos volver a vernos. Todo se ha estropeado.
-¿Qué quiere que hagas? –repite.
-Lo siento.
-¡Dímelo! –grita.
-Si no salgo con él mandará la foto a toda la prensa –digo en tono fúnebre- ese es el trato. Yo vuelvo con él y esa foto desaparece.

Silencio. Silencio. Más silencio.

-Ni se te ocurra hacerlo, Sweden –ordena- ¿me oyes? ¡Ni se te ocurra! –vuelve a gritar. Su voz suena ahogada.
-Demasiado tarde –susurro.

Y cuelgo.

El teléfono cae de mis manos, que prácticamente quieren salir corriendo. Me duele el pecho y todavía recuerdo la voz de Justin taladrándome. “No lo hagas”, “no lo hagas”, “por favor”. El teléfono vuelve a sonar pero lo ignoro. Ya no hay nada más que decir.

Pasan las horas y tengo que meter el teléfono en el cajón de los calcetines para que deje de sonar. Justin se ha vuelto loco. Tengo unas cincuenta llamadas perdidas. No puedo hacerlo. Es mejor que no hablemos ahora.



Por la noche me meto a twitter y lo que veo me parte el alma.

·       "@ justinbieber: Si haces eso nos harás daño a los dos, no lo hagas por favor.                Por mí, por ti, no lo hagas. No merece la pena”.
·       “@ justinbieber: Siempre existe una solución. Y esa no es la correcta”.
·       “@ justinbieber: No me hagas esto”.

Lo que más me molesta de todo esto es que de una forma u otra ambos vamos a acabar sufriendo por algo de lo que se supone que no tendríamos que esconder. Odio tener que hacer esto. Odio no poder abrazarle ahora mismo.

Mi móvil vuelve a sonar. Lo cojo y sin pensar contesto.

-Justin, no hagas esto más difícil, por favor.
-No voy a dejar que hagas una estupidez –dice seco- ¿ya no recuerdas lo que te hizo pasar? –Noto la tensión en su voz- ¿Qué te hace pensar que esta vez será mejor?
-No creo que esta vez sea mejor –bufo- simplemente estoy haciendo lo mejor para ambos.
-¡Esto no es lo mejor para nadie! –grita.
-Para ti si.
-Me da igual lo que pase con esa maldita foto –ahora parece cabreado- no vas a salir con él. No te lo permito.

Y su voz suena a la de Scott. Imagino esas palabras en su boca y no me entra en la cabeza.

-La decisión está tomada –intento permanecer fuerte.
-¡¿Es que no te das cuenta?! –Está histérico- ¡Solo quiere volver a lo de antes! 
Lo único que vas a conseguir con esto es volver a ser la que fuiste en el pasado.
-Creo que nunca dejé de serlo.
-Sweden, por favor –suplica- princesa, no lo hagas.

Y esas palabras me duelen más que cualquier grito o insulto. Me desmorono.

-Justin, te quiero como no he querido a nadie en mi vida –susurro casi sin fuerzas- y por eso no voy a dejar que te pase nada malo por mi culpa.
-No lo hagas.
-¿No te das cuenta? –El pecho me empieza a doler- de una manera u otra jamás podremos volver a estar juntos Justin –una lagrima- después de esto cualquier cosa que pudiéramos tener se ha acabado –otra lagrima- no podre volver a abrazarte, elija la opción que elija –y miles de lagrimas más.
-Eso no es cierto –no quiere entenderlo.
-Justin, si me niego a salir con él esa foto ocupará todos los titulares. No podrás volver a venir, no saldrás a la calle. La gente te presionará y los medios se echarán encima de ti –me obligo a respirar e inspirar- estás preparando un tour y esto ahora es lo que menos necesitas. Te perjudicará muchísimo.
-¡No me importa! –Y ahora sé que está llorando.
-De la otra forma… -guardo silencio durante un momento- si yo salgo con Scott… esa foto jamás verá la luz y solo yo saldré perjudicada.
-Te equivocas –suspira- si elijes esa opción me afectará tanto o más que la otra –intenta mantener la calma. Sweden, tu eres lo más importante que tengo en esta jodida vida y si haces eso te habré perdido para siempre.
-No –le digo.
-No lo hagas –suplica.
-La decisión está tomada. Por favor, no vengas a España –tras decir esa última frase mi corazón se hace pedazos- es mejor que dejemos esto durante un tiempo. Disfruta de tu tour.
-Sw –cuelgo.

Espero que os haya gustado y siento haber tardado tanto en publicar. Estoy muy liada con el instituto. No tengo tiempo para nada.
Si leíste el capítulo dale RT a esto Click. Gracias.

lunes, 17 de septiembre de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 14}.


-Oye –le corto- di lo que hayas venido a decir y lárgate ¿quieres?

La expresión de Scott cambia radicalmente. Su tono de culpa desaparece por completo y vuelve a dejar salir al irritante idiota de siempre.

-Siéntate –me ordena.

Cansada, vuelvo a tomar asiento en el mismo lugar que antes, solo que esta vez más alejada de el.

-Como iba diciendo… -sonríe- ¿lo pasaste ayer bien con tu amigo?
-No eres nadie para nombrarle. Ni se te ocurra intentar meterte con él.
-Oh no –hace una mueca- no quiero meterme con él, simplemente me intereso por ti.

No sé a dónde pretende llegar con todo esto, pero estoy empezando a enfadarme. Scott es el único que nos ha visto juntos, y sé que no se tragó el royito de amigos especiales ayer. Solo espero que no llegara a ver nada más allá de un abrazo, puesto que si lo hizo… estaremos jodidos.

-Suéltalo, me estás cansando.
-Está bien –sonríe arrogante- sé que no sois solo amigos y también se que no te interesa que nadie más lo sepa.

Me pilló.

-Eso es ridículo.
-Apuesto a que si se enteraran de que Justin Bieber se deja caer por aquí no podríais volver a veros en muuuuucho tiempo.
-Mientes –espeto.
-Sabes que no –se lleva una mano a la barbilla- pero ¿sabes? hoy estoy generoso.

Dios, no, por favor.

-Voy a proponerte un trato –sigue- no le diré a nadie que eres la furcia de ese idiota si tú haces algo por mí.
-Scott –le miro fijamente, ahora si estoy realmente molesta- quiero que escuches con atención esto, porque no voy a volver a repetírtelo. –hago que unos centímetros más nos separen y después vuelvo a hablar- No sé quien coño te crees que eres, pero dejé de ser una chica inocente hace mucho tiempo. No voy a dejar que me estropees esto. No voy a dejar que jodas  a la única persona que me ha ayudado en todo este tiempo. Tú no eres nada.

Scott me observa en silencio durante un rato, y nuestras miradas se cruzan antes de que mire al horizonte en busca de paciencia.

-¿Has terminado? –sonríe.
-Te odio –ladro.
-Bien, pues sigo –se frota las manos- este es el trato. No le diré nada a cambio de que tú salgas conmigo.

Silencio. Silencio. Más silencio. Carcajadas.

-¡¿Qué?! –Mi risa comienza a llenar todo el parque- deja de soñar de una vez.
-Creo que no lo has entendido –dice.
-Lo que he entendido es que estás loco si crees que voy a volver contigo. Y también me ha quedado claro que eres un puto enfermo. ¿Por qué sigues detrás de mi después de dos años, Scott? ¿No te cansas de que te rechace? Jamás volveré contigo.
-Precisamente por eso –su voz se vuelve tirante- no acepto que nadie me rechace. Yo siempre consigo lo que quiero –amenaza- y tú vas a volver conmigo.
-Sigue soñando –vuelvo a reír.
-Entonces despídete de tu amigo.
-¿Y quién iba a creerte? –Subo la voz- ¡Nadie! –me levanto mirándole desde arriba, mientras él sigue en la misma posición que antes- ¡Nadie va a creerte porque estás chalado! –Grito- ¡Deja de joder a la gente y busca una vida!

Y así, sin más, le doy la espalda y comienzo a andar.

Realmente este tipo está enfermo. No puedo creer que después de dos años siga empeñado en hacerme la vida imposible. Creo que le quedó bien claro lo que pensaba sobre él, y también lo que pasaría si seguía persiguiéndome. Estoy harta de él. Harta de tener que verle cuando salgo a la calle. Harta de que me persiga y harta de que sea tan jodidamente hipócrita.

Sigo andando furiosa y cuando casi estoy fuera del parque, alguien vuelve a cortarme el paso.

-Sabía que no me creerían –vuelve a bufar Scott.
-Dios, déjame en paz –intento empujarle, pero no se mueve ni un centímetro.
-Por eso conseguí pruebas.
-¡Que me dejes ir! –le grito, voy a perder los nervios.
-Cállate y mira, furcia.

No sé qué coño quiere. No sé que está buscando, pero su sonrisa prepotente me inquieta demasiado. Quiero salir corriendo de allí y dejarle atrás.
Mete la mano a su bolsillo en silencio y veo que saca el móvil. Vuelve a sonreír una vez más y después me enseña algo. Es una foto. De Justin y yo. Nosotros. Juntos. En el césped. Besándonos.

En ese momento todo comienza a darme vueltas y todo empieza a encajar. Comprendo por qué ha venido a buscarme tan seguro de si mismo y pienso en todo a fondo. Recuerdo cada palabra y cada expresión que ha dicho y hecho desde que le encontré y todo cobra sentido. El sabe perfectamente que si esa foto ve la luz mi relación con Justin se habrá acabado para siempre. No podrá volver a venir a verme y tampoco podré seguir viviendo como hasta ahora. Todo se convertirá en un infierno si los medios se enteran de esto. Se acabará el hablar con él, se acabará el poder pensar en algo juntos. Nunca más podré volver a abrazarle.

-¿Y bien? –dice. Miro a Scott boquiabierta sin saber muy bien que decir.
-Eres… -reprimo las ganas de chillar- eres un cabrón.

Todo comienza a volverse borroso mientras vuelvo a fijar mi mirada en la foto. Se ve perfectamente la cara de Justin y también la mía. Intento pensar en algo pero tengo la mente en blanco. Solo puedo vernos a nosotros, besándonos en ese césped. Una maldita foto puede arruinar mi vida. No puedo arriesgarme a perder a Justin. El es lo único bueno que tengo en esta vida, pero tampoco puedo volver con Scott. Le odio.

-Es tu decisión –su expresión me hace bajar la mirada al suelo para evitar darle una bofetada. Aunque se la merece.

Esto no puede estar pasándome a mí. Lo único que quería era poder pasar tiempo con Justin alejados de todo, y ahora ya nada importa. Mis ojos se llenan de lágrimas y en un acto reflejo le arrebato el móvil de las manos y me dispongo a estamparlo contra el suelo.

-Oh, no te molestes –ríe- tengo más copias en el ordenador.
Su comentario me hace estallar y tiro el maldito móvil contra él lo más fuerte que puedo. Noto que ríe victorioso. Ha conseguido lo que quería. Volver a hacerme sentir la peor persona del mundo. Le escupo un último insulto y comienzo a correr.



Al llegar a casa mi madre sale de la cocina todavía con su delantal rojo puesto y sonríe esperando ver en mi la sonrisa con la que nos despedimos, pero en su lugar solo hay lágrimas.

-S-Sweden –susurra.

Paso por su lado sin ni siquiera mirarla a la cara y corro escaleras arriba hasta cerrar la puerta de mi habitación tras de mí. Me tiro a sobre la cama y comienzo a dar patadas sin lograr hacer menor mi ira. Grito, insulto y maldigo a Scott por haberme arruinado la vida todo este tiempo. Lo he pasado realmente mal por su culpa y cuando por fin creía que podría ser feliz llega el y vuelve a fastidiarlo todo.

Me levanto de la cama casi sin voz y comienzo a dar vueltas por la habitación intentando pensar en que voy a hacer. Calculo mis posibilidades pero no saco nada en claro. Estoy demasiado cabreada. Me quito la ropa y me meto a la ducha, abro el grifo y comienza a caer agua fría sobre mi cabeza. Al principio me estremezco pero después me quedo ahí, rígida bajo el agua. Mirando a la nada y recordando el día de ayer, junto a él. Sin problemas ni preocupaciones. De repente me doy cuenta.

Todo eso puede hacerle más daño a Justin que a mí, ya que soy una insignificante pieza en toda esta historia. El verdadero perjudicado es el. La prensa, su equipo, su carrera. Todo se verá molestado por mi culpa. No puedo permitir que esa maldita foto salga a la luz. Conozco a Scott y sé que no se parará a pensar en el daño que puede hacer. Lo hará y punto.
Salgo de la ducha aún con lágrimas en los ojos, que resbalan por mi cara mojada y me envuelvo en una toalla. Me miro al espejo y me odio por estar donde estoy ahora, en vez de con Justin.

Me tiro sobre la cama de nuevo sin molestarme en vestirme. Vuelvo a comenzar a llorar y no paro tras pasada una hora. Estoy a punto de dormirme derrotada por el cansancio y los pensamientos cuando alguien aporrea la puerta.

-Sweden –dice una voz- quiero hablar contigo.
-Déjame –murmuro, y me doy la vuelta.
-Ábreme la puerta Sweden, quiero que hablemos.
-¡Mama déjame, estoy bien! –le grito.
-¡Que me abras!

A pesar de que puede que hablar con ella en estos momentos me venga bien, prefiero estar sola. No quiero hablar con nadie y tampoco contarle esto.

-Por favor –le digo ahora- te prometo que después hablaremos.

Se hace el silencio al otro lado.

-Está bien –dice la voz, y después se aleja.

Me quedo sola con las luces apagadas y el silencio recorriendo cada rincón. Mi respiración agitada es lo único que puede oírse. Me levanto y decido vestirme. He tomado una decisión. Hablaré con Justin antes de hacer nada, ya que el también está metido en todo esto. Aunque sé cuál será su respuesta. “Ni se te ocurra hacerlo, Sweden”. En realidad solo quiero informarle de la situación. La decisión será solo mía.

Me visto rápidamente y cojo mi teléfono, marcando el número de Justin y dejándome caer de nuevo sobre mi cama. Uno, dos, tres, cuatro, cinco toques. Nada. Seis, siete. Cuelgo.

Justin no lo coge. Estará en una entrevista.

Dejo el móvil sobre la cama y cojo el portátil. Entro a twitter. “Justin Bieber”. “Nuevos tweets”. Leo.

·       “Trabajando duro en el Nuevo tour, esto va a ser épico”.
·       “Ayer fue uno de los mejores días de mi vida, #real”.
·       “RT: Justin, gracias por ser una inspiración”.
·       “Te echo de menos”.

No estoy segura, pero juraría que el segundo y el último tweet van por mí.

Sonrío brevemente y vuelvo a marcar su número una vez más. Uno, dos. Un pensamiento pasa por mi cabeza. Tres, cuatro. Comienzo a pensar en cómo se tomaría Justin todo esto. Conociéndole sería capaz de coger un avión y venir para partirle la cara a Scott. Cinco. No estoy segura de que contarle esto a Justin sea lo mejor. Seis, siete. Se pondría histérico y solo serviría para empeorar las cosas. Ocho. Mejor que no sepa nada de esto, por ahora. Nueve, diez. Cuelgo.

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miércoles, 5 de septiembre de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 13}.


-¡Suéltame Scott! –grité.
-He dicho que no –me miró desafiante.
-¡Que me sueltes! –Intenté zafarme de él- ¡Me haces daño!
-¡Tu y yo vamos a estar juntos, porque eres mía! –gritó furioso.

En ese momento levantó su mano y me vi en lo peor. Le miré a los ojos y me asusté al ver un ardor dentro de ellos que jamás había visto antes. Scott iba a pegarme. Estaba borracho y no era consciente de sus actos… o tal vez si. Dejó caer su mano y yo cerré mis ojos con fuerza esperando a recibir el golpe.

-¡Scott! –Gritó alguien a mi lado- ¡Para!

Scott se detuvo justo antes de que su mano golpeara mi cara. Abrí los ojos y me encontré con Daniel.

-¡Aparta! –empujó Scott a Daniel sin dejar de agarrarme.

Scott volvió a mirarme y tiró de mí para alejarme de allí. En ese momento miré a Daniel pidiéndole ayuda. Si Scott me llevaba lejos estaba perdida.

Daniel no se lo pensó dos veces. Se levantó del suelo y corrió tras él, empujándole esta vez y alejándole de mí.

-¡¿Pero qué haces?! –gritó Scott, confundido.
-¡Déjala tío! –Gritó Daniel- no hagas nada de lo que puedas arrepentirte.
-Haré lo que tenga que hacer –bufó Scott.
-No seas imbécil, joder –reprochó el otro.

Y ahí estaba yo, tirada en el suelo de una calle húmeda y fría a las cuatro de la mañana. Con lágrimas en los ojos y sin saber qué hacer.


Daniel se llevó a Scott prácticamente a rastras al interior de la casa y vi a través de la ventana como le susurró algo a dos tipos grandes, que le cogieron llevándoselo a los aseos. Yo intenté levantarme como pude. Me quité los tacones y comencé de nuevo a andar, aunque no llegué muy lejos. De nuevo una voz me detuvo.

-Sweden –me llamó.

Me di la vuelta, con miedo de volver a encontrarme con Scott, pero esta vez era otro chico el que me esperaba.

-Daniel –respondí.
-¿Dónde vas? –dijo, poniéndose a mi lado.
-¿Tu qué crees?
-No creo que debas irte sola a casa a estas horas –dijo serio.
-No pienso irme con ese imbécil a ninguna parte.
-¿Quieres que llame a un taxi? –propuso.
-No hay taxis a estas horas, Daniel.
-Puedo pedirle a alguien que te lleve.
-No importa –cambié mis tacones de mano.
-Pues entonces te acompaño –sonrió.

A pesar de que le dije que no tenía por qué hacerlo, Daniel me llevó a casa e intentó explicarme que Scott no era un mal tío, pero que esa noche se había pasado.

-Paso de esto Daniel, yo no tengo por qué permitir que me traten así.
-Lo sé.

Llegamos a la puerta de mi casa. Todas las luces estaban apagadas y el silencio invadía toda la manzana.

-Oye Sweden… -susurró Daniel.
-Gracias –me adelanté.
-No tienes por qué darlas.
-Sabes que si –sonreí forzadamente- si no hubieras estado ahí no se que habría pasado.
-Te lo debía.
-No me debes nada.
-Me salvaste la vida, Swed, claro que te lo debía.

Tras esas palabras miré al cielo y recordé una vez más todo lo que había pasado con ese chico. Puede que le ayudara a salir de una situación complicada, pero realmente el me lo ha pagado todo con creces estando ahí siempre que lo he necesitado.

-Ahora estamos en paz –le abracé.



Entré en casa con cuidado. Subí las escaleras sin encender las luces y al entrar en mi habitación cerré la puerta lo bastante rápido como para no dejar escapar ningún sonido al exterior. Tiré los tacones a un lado y me deje caer sobre la cama. A pesar de que intenté no pensar, no pude evitar que las lágrimas cayeran por mis mejillas y mojaran mi cara al recordar todo lo que había pasado. Me sentía impotente, cabreada e indignada. Me sentía idiota por haber dejado que todo eso llegara hasta ese extremo. Comencé a llorar más fuerte y gemidos incontrolables ejercían de mi interior. Me tiré boca abajo contra la cama y puse la almohada sobre mi cara. La mordí y grité lo más fuerte que pude.

Era tarde. Muy tarde, pero no lograba parar de llorar. Necesitaba contarle todo esto a alguien. Miré el reloj y después el teléfono que estaba tirado en el suelo. Justin.

A pesar de la diferencia horaria, el también dormía cuando decidí llamarle. Al principio pensé que no lo cogería, o que colgaría por haberle despertado a esas horas. Pero me equivoqué.

-¿Sweden? –Dijo una voz ronca- ¿Qué pasa?

Intenté controlarme, pero al escuchar su voz mis ojos hinchados volvieron a dejar caer las lágrimas.

-Justin –sollocé- lo siento… yo… no sabía a quién llamar –llevé la mano a mi boca para evitar gritar- no sé qué hacer.
-¿Qué ha pasado? –Ahora su voz se tornó aguda- ¿estás bien? Sweden, cuéntame que pasa –quería contárselo, pero la voz no salía de mi- Sweden, princesa –insistía al ver que nadie contestaba al otro lado- dime que estás bien.
-Es Scott –murmuré casi sin fuerzas, y dejé que las lágrimas fluyeran.

*
Tras dos horas de conversación seguía llorando, le había contado todo lo que esa noche me había ocurrido y lo que me llevaba ocurriendo desde hace ya bastante tiempo, a pesar de que Justin sabía perfectamente lo que me estaba pasando con Scott. De hecho, había sido él quien me había aconsejado y pedido que cortara con esa situación harto de que le llamara de madrugada llorando. No era la primera vez. Le debía mucho a Justin. Ese chico que había estado para mí siempre, el que no me había preguntado jamás más de lo necesario y tampoco me había reprochado mis actos. Quería decirle lo agradecida que estaba pero no había palabras para lograr expresarlo. Siempre ha estado ahí sin pedir nada a cambio, ha sido mi amigo y confidente y sinceramente creo que yo no estaría aquí sin él.

-Princesa –dijo con voz dulce- deja de llorar por favor.
-Lo siento –susurré.
-No –dijo- tú no tienes la culpa de todo esto.
-Si le hubieras visto Justin –intenté armarme de valor- creía que iba a pegarme de verdad. Si Daniel no llega a aparecer… -mi voz se rompió.
-Has aguantado demasiado toda esta mierda Sweden –su voz ahora sonaba firme- has dejado que te trate como escoria durante demasiado tiempo y ahora cree que es tu dueño –podría haber jurado que su mandíbula estaba apretada, casi podía oír sus dientes chirriar a través del teléfono. Estaba furioso- óyeme bien. No quiero que vuelvas a cruzar palabra con ese imbécil. Tiene suerte de que no pueda coger ahora mismo un maldito avión e ir a buscarlo, porque te juro que le partiría la cara.
-Justin…
-Tú mereces que te traten como una princesa. Mereces lo mejor que hay en este maldito mundo y ese idiota no se da cuenta de lo que tiene a su lado –su voz se rompía- no llego a entender cómo puede tratar así a una chica tan impresionante como tú, Sweden, lo digo enserio.
-Antes no era así –dije.
-Ese tipo no tiene ni idea de la joya que tiene, y la está tratando como si fuera un trozo de metal.
-No lo va a seguir haciendo –dije ahora, intentando hacer que Justin mantuviera la calma. Se había puesto muy nervioso.
-No te quiere, Sweden.
-Lo sé –una lágrima corrió por mi mejilla.
-No te quiere, pero quiere que seas suya para siempre –notaba su respiración agitada al otro lado- y eso me mata por dentro.
-Siento todo esto Justin.

Sentía a Justin triste al otro lado del teléfono. Como si fuera él quien estuviera pasando por toda esta mierda. No podía llegar a entender por qué todo esto le afectaba tanto.

-Quiero que dejes de llorar y sonrías – dijo ahora seguro.
-¿Sonreír?
-Sonríe –repitió- demuéstrale que eres más fuerte que el. Demuéstrale lo que vales y haz que se dé cuenta de lo que ha perdido por ser un idiota.
-Justin… -capté su atención.
-¿Qué? –Su voz volvió a sonar, esta vez tierna de nuevo.
-Te quiero mucho –sonreí.
*Fin flashback*



Me obligo a Salir de mis pensamientos, ya que he luchado demasiado para olvidar el pasado como para que ahora vuelva a atormentarme con esas mierdas. Miro a Scott, que sigue a mi lado observándome. Estoy a punto de levantarme cuando pone su mano sobre mi rodilla y vuelve a hablar, esta vez con un tono irritante que no logro reconocer.

-¿Qué tal con tu amigo? –sonríe forzadamente.
-¿Cómo? –eso me pilla por sorpresa.
-Con… Justin –dice esta última palabra con esfuerzo.
-Bien –digo seca.
-¿Bien?
-Bien –repito. No sé a dónde quiere llegar a parar, pero no estoy dispuesta a mantener esta conversación contigo –le obligo a quitar su mano de mi pierna y me levanto.
-Sweden –me llama- he cambiado.

Sin poder evitarlo, suelto una pequeña carcajada.
-Seguro.

-Ya te he dicho que me arrepiento de lo que pasó esa noche.

No quería hablar con él, no quería mirarle y tampoco estar a su lado.

-Me da igual.
-Pero…
-Oye –le corto- di lo que hayas venido a decir y lárgate ¿quieres?

La expresión de Scott cambia radicalmente. Su tono de culpa desaparece por completo y vuelve a dejar salir al irritante idiota de siempre.

-Siéntate –me ordena.

Cansada, vuelvo a tomar asiento en el mismo lugar que antes, solo que esta vez más alejada de el.

-Como iba diciendo… -sonríe- ¿lo pasaste ayer bien con tu amigo?
-No eres nadie para nombrarle. Ni se te ocurra intentar meterte con él.
-Oh no –hace una mueca- no quiero meterme con él, simplemente me intereso por ti.

No sé a donde pretende llegar con todo esto, pero estoy empezando a enfadarme. Scott es el único que nos ha visto juntos, y sé que no se tragó el royito de amigos especiales ayer. Solo espero que no llegara a ver nada más allá de un abrazo, puesto que si lo hizo… estaremos jodidos.

Gracias por leer, como siempre, si has leído este capítulo dale RT a esto > Click, para saber quien está leyendo la novela. 
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