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miércoles, 5 de septiembre de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 13}.


-¡Suéltame Scott! –grité.
-He dicho que no –me miró desafiante.
-¡Que me sueltes! –Intenté zafarme de él- ¡Me haces daño!
-¡Tu y yo vamos a estar juntos, porque eres mía! –gritó furioso.

En ese momento levantó su mano y me vi en lo peor. Le miré a los ojos y me asusté al ver un ardor dentro de ellos que jamás había visto antes. Scott iba a pegarme. Estaba borracho y no era consciente de sus actos… o tal vez si. Dejó caer su mano y yo cerré mis ojos con fuerza esperando a recibir el golpe.

-¡Scott! –Gritó alguien a mi lado- ¡Para!

Scott se detuvo justo antes de que su mano golpeara mi cara. Abrí los ojos y me encontré con Daniel.

-¡Aparta! –empujó Scott a Daniel sin dejar de agarrarme.

Scott volvió a mirarme y tiró de mí para alejarme de allí. En ese momento miré a Daniel pidiéndole ayuda. Si Scott me llevaba lejos estaba perdida.

Daniel no se lo pensó dos veces. Se levantó del suelo y corrió tras él, empujándole esta vez y alejándole de mí.

-¡¿Pero qué haces?! –gritó Scott, confundido.
-¡Déjala tío! –Gritó Daniel- no hagas nada de lo que puedas arrepentirte.
-Haré lo que tenga que hacer –bufó Scott.
-No seas imbécil, joder –reprochó el otro.

Y ahí estaba yo, tirada en el suelo de una calle húmeda y fría a las cuatro de la mañana. Con lágrimas en los ojos y sin saber qué hacer.


Daniel se llevó a Scott prácticamente a rastras al interior de la casa y vi a través de la ventana como le susurró algo a dos tipos grandes, que le cogieron llevándoselo a los aseos. Yo intenté levantarme como pude. Me quité los tacones y comencé de nuevo a andar, aunque no llegué muy lejos. De nuevo una voz me detuvo.

-Sweden –me llamó.

Me di la vuelta, con miedo de volver a encontrarme con Scott, pero esta vez era otro chico el que me esperaba.

-Daniel –respondí.
-¿Dónde vas? –dijo, poniéndose a mi lado.
-¿Tu qué crees?
-No creo que debas irte sola a casa a estas horas –dijo serio.
-No pienso irme con ese imbécil a ninguna parte.
-¿Quieres que llame a un taxi? –propuso.
-No hay taxis a estas horas, Daniel.
-Puedo pedirle a alguien que te lleve.
-No importa –cambié mis tacones de mano.
-Pues entonces te acompaño –sonrió.

A pesar de que le dije que no tenía por qué hacerlo, Daniel me llevó a casa e intentó explicarme que Scott no era un mal tío, pero que esa noche se había pasado.

-Paso de esto Daniel, yo no tengo por qué permitir que me traten así.
-Lo sé.

Llegamos a la puerta de mi casa. Todas las luces estaban apagadas y el silencio invadía toda la manzana.

-Oye Sweden… -susurró Daniel.
-Gracias –me adelanté.
-No tienes por qué darlas.
-Sabes que si –sonreí forzadamente- si no hubieras estado ahí no se que habría pasado.
-Te lo debía.
-No me debes nada.
-Me salvaste la vida, Swed, claro que te lo debía.

Tras esas palabras miré al cielo y recordé una vez más todo lo que había pasado con ese chico. Puede que le ayudara a salir de una situación complicada, pero realmente el me lo ha pagado todo con creces estando ahí siempre que lo he necesitado.

-Ahora estamos en paz –le abracé.



Entré en casa con cuidado. Subí las escaleras sin encender las luces y al entrar en mi habitación cerré la puerta lo bastante rápido como para no dejar escapar ningún sonido al exterior. Tiré los tacones a un lado y me deje caer sobre la cama. A pesar de que intenté no pensar, no pude evitar que las lágrimas cayeran por mis mejillas y mojaran mi cara al recordar todo lo que había pasado. Me sentía impotente, cabreada e indignada. Me sentía idiota por haber dejado que todo eso llegara hasta ese extremo. Comencé a llorar más fuerte y gemidos incontrolables ejercían de mi interior. Me tiré boca abajo contra la cama y puse la almohada sobre mi cara. La mordí y grité lo más fuerte que pude.

Era tarde. Muy tarde, pero no lograba parar de llorar. Necesitaba contarle todo esto a alguien. Miré el reloj y después el teléfono que estaba tirado en el suelo. Justin.

A pesar de la diferencia horaria, el también dormía cuando decidí llamarle. Al principio pensé que no lo cogería, o que colgaría por haberle despertado a esas horas. Pero me equivoqué.

-¿Sweden? –Dijo una voz ronca- ¿Qué pasa?

Intenté controlarme, pero al escuchar su voz mis ojos hinchados volvieron a dejar caer las lágrimas.

-Justin –sollocé- lo siento… yo… no sabía a quién llamar –llevé la mano a mi boca para evitar gritar- no sé qué hacer.
-¿Qué ha pasado? –Ahora su voz se tornó aguda- ¿estás bien? Sweden, cuéntame que pasa –quería contárselo, pero la voz no salía de mi- Sweden, princesa –insistía al ver que nadie contestaba al otro lado- dime que estás bien.
-Es Scott –murmuré casi sin fuerzas, y dejé que las lágrimas fluyeran.

*
Tras dos horas de conversación seguía llorando, le había contado todo lo que esa noche me había ocurrido y lo que me llevaba ocurriendo desde hace ya bastante tiempo, a pesar de que Justin sabía perfectamente lo que me estaba pasando con Scott. De hecho, había sido él quien me había aconsejado y pedido que cortara con esa situación harto de que le llamara de madrugada llorando. No era la primera vez. Le debía mucho a Justin. Ese chico que había estado para mí siempre, el que no me había preguntado jamás más de lo necesario y tampoco me había reprochado mis actos. Quería decirle lo agradecida que estaba pero no había palabras para lograr expresarlo. Siempre ha estado ahí sin pedir nada a cambio, ha sido mi amigo y confidente y sinceramente creo que yo no estaría aquí sin él.

-Princesa –dijo con voz dulce- deja de llorar por favor.
-Lo siento –susurré.
-No –dijo- tú no tienes la culpa de todo esto.
-Si le hubieras visto Justin –intenté armarme de valor- creía que iba a pegarme de verdad. Si Daniel no llega a aparecer… -mi voz se rompió.
-Has aguantado demasiado toda esta mierda Sweden –su voz ahora sonaba firme- has dejado que te trate como escoria durante demasiado tiempo y ahora cree que es tu dueño –podría haber jurado que su mandíbula estaba apretada, casi podía oír sus dientes chirriar a través del teléfono. Estaba furioso- óyeme bien. No quiero que vuelvas a cruzar palabra con ese imbécil. Tiene suerte de que no pueda coger ahora mismo un maldito avión e ir a buscarlo, porque te juro que le partiría la cara.
-Justin…
-Tú mereces que te traten como una princesa. Mereces lo mejor que hay en este maldito mundo y ese idiota no se da cuenta de lo que tiene a su lado –su voz se rompía- no llego a entender cómo puede tratar así a una chica tan impresionante como tú, Sweden, lo digo enserio.
-Antes no era así –dije.
-Ese tipo no tiene ni idea de la joya que tiene, y la está tratando como si fuera un trozo de metal.
-No lo va a seguir haciendo –dije ahora, intentando hacer que Justin mantuviera la calma. Se había puesto muy nervioso.
-No te quiere, Sweden.
-Lo sé –una lágrima corrió por mi mejilla.
-No te quiere, pero quiere que seas suya para siempre –notaba su respiración agitada al otro lado- y eso me mata por dentro.
-Siento todo esto Justin.

Sentía a Justin triste al otro lado del teléfono. Como si fuera él quien estuviera pasando por toda esta mierda. No podía llegar a entender por qué todo esto le afectaba tanto.

-Quiero que dejes de llorar y sonrías – dijo ahora seguro.
-¿Sonreír?
-Sonríe –repitió- demuéstrale que eres más fuerte que el. Demuéstrale lo que vales y haz que se dé cuenta de lo que ha perdido por ser un idiota.
-Justin… -capté su atención.
-¿Qué? –Su voz volvió a sonar, esta vez tierna de nuevo.
-Te quiero mucho –sonreí.
*Fin flashback*



Me obligo a Salir de mis pensamientos, ya que he luchado demasiado para olvidar el pasado como para que ahora vuelva a atormentarme con esas mierdas. Miro a Scott, que sigue a mi lado observándome. Estoy a punto de levantarme cuando pone su mano sobre mi rodilla y vuelve a hablar, esta vez con un tono irritante que no logro reconocer.

-¿Qué tal con tu amigo? –sonríe forzadamente.
-¿Cómo? –eso me pilla por sorpresa.
-Con… Justin –dice esta última palabra con esfuerzo.
-Bien –digo seca.
-¿Bien?
-Bien –repito. No sé a dónde quiere llegar a parar, pero no estoy dispuesta a mantener esta conversación contigo –le obligo a quitar su mano de mi pierna y me levanto.
-Sweden –me llama- he cambiado.

Sin poder evitarlo, suelto una pequeña carcajada.
-Seguro.

-Ya te he dicho que me arrepiento de lo que pasó esa noche.

No quería hablar con él, no quería mirarle y tampoco estar a su lado.

-Me da igual.
-Pero…
-Oye –le corto- di lo que hayas venido a decir y lárgate ¿quieres?

La expresión de Scott cambia radicalmente. Su tono de culpa desaparece por completo y vuelve a dejar salir al irritante idiota de siempre.

-Siéntate –me ordena.

Cansada, vuelvo a tomar asiento en el mismo lugar que antes, solo que esta vez más alejada de el.

-Como iba diciendo… -sonríe- ¿lo pasaste ayer bien con tu amigo?
-No eres nadie para nombrarle. Ni se te ocurra intentar meterte con él.
-Oh no –hace una mueca- no quiero meterme con él, simplemente me intereso por ti.

No sé a donde pretende llegar con todo esto, pero estoy empezando a enfadarme. Scott es el único que nos ha visto juntos, y sé que no se tragó el royito de amigos especiales ayer. Solo espero que no llegara a ver nada más allá de un abrazo, puesto que si lo hizo… estaremos jodidos.

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