-¡Suéltame Scott!
–grité.
-He dicho que no –me
miró desafiante.
-¡Que me sueltes! –Intenté
zafarme de él- ¡Me haces daño!
-¡Tu y yo vamos a estar
juntos, porque eres mía! –gritó furioso.
En ese momento levantó
su mano y me vi en lo peor. Le miré a los ojos y me asusté al ver un ardor
dentro de ellos que jamás había visto antes. Scott iba a pegarme. Estaba
borracho y no era consciente de sus actos… o tal vez si. Dejó caer su mano y yo
cerré mis ojos con fuerza esperando a recibir el golpe.
-¡Scott! –Gritó alguien
a mi lado- ¡Para!
Scott se detuvo justo
antes de que su mano golpeara mi cara. Abrí los ojos y me encontré con Daniel.
-¡Aparta! –empujó Scott
a Daniel sin dejar de agarrarme.
Scott volvió a mirarme y
tiró de mí para alejarme de allí. En ese momento miré a Daniel pidiéndole
ayuda. Si Scott me llevaba lejos estaba perdida.
Daniel no se lo pensó
dos veces. Se levantó del suelo y corrió tras él, empujándole esta vez y
alejándole de mí.
-¡¿Pero qué haces?!
–gritó Scott, confundido.
-¡Déjala tío! –Gritó
Daniel- no hagas nada de lo que puedas arrepentirte.
-Haré lo que tenga que
hacer –bufó Scott.
-No seas imbécil, joder
–reprochó el otro.
Y ahí estaba yo, tirada
en el suelo de una calle húmeda y fría a las cuatro de la mañana. Con lágrimas
en los ojos y sin saber qué hacer.
Daniel se llevó a Scott
prácticamente a rastras al interior de la casa y vi a través de la ventana como
le susurró algo a dos tipos grandes, que le cogieron llevándoselo a los aseos.
Yo intenté levantarme como pude. Me quité los tacones y comencé de nuevo a
andar, aunque no llegué muy lejos. De nuevo una voz me detuvo.
-Sweden –me llamó.
Me di la vuelta, con
miedo de volver a encontrarme con Scott, pero esta vez era otro chico el que me
esperaba.
-Daniel –respondí.
-¿Dónde vas? –dijo,
poniéndose a mi lado.
-¿Tu qué crees?
-No creo que debas irte
sola a casa a estas horas –dijo serio.
-No pienso irme con ese
imbécil a ninguna parte.
-¿Quieres que llame a un
taxi? –propuso.
-No hay taxis a estas
horas, Daniel.
-Puedo pedirle a alguien
que te lleve.
-No importa –cambié mis
tacones de mano.
-Pues entonces te
acompaño –sonrió.
A pesar de que le dije
que no tenía por qué hacerlo, Daniel me llevó a casa e intentó explicarme que
Scott no era un mal tío, pero que esa noche se había pasado.
-Paso de esto Daniel, yo
no tengo por qué permitir que me traten así.
-Lo sé.
Llegamos a la puerta de
mi casa. Todas las luces estaban apagadas y el silencio invadía toda la
manzana.
-Oye Sweden… -susurró
Daniel.
-Gracias –me adelanté.
-No tienes por qué
darlas.
-Sabes que si –sonreí
forzadamente- si no hubieras estado ahí no se que habría pasado.
-Te lo debía.
-No me debes nada.
-Me salvaste la vida,
Swed, claro que te lo debía.
Tras esas palabras miré
al cielo y recordé una vez más todo lo que había pasado con ese chico. Puede
que le ayudara a salir de una situación complicada, pero realmente el me lo ha
pagado todo con creces estando ahí siempre que lo he necesitado.
-Ahora estamos en paz
–le abracé.
Entré en casa con
cuidado. Subí las escaleras sin encender las luces y al entrar en mi habitación
cerré la puerta lo bastante rápido como para no dejar escapar ningún sonido al
exterior. Tiré los tacones a un lado y me deje caer sobre la cama. A pesar de
que intenté no pensar, no pude evitar que las lágrimas cayeran por mis mejillas
y mojaran mi cara al recordar todo lo que había pasado. Me sentía impotente,
cabreada e indignada. Me sentía idiota por haber dejado que todo eso llegara
hasta ese extremo. Comencé a llorar más fuerte y gemidos incontrolables
ejercían de mi interior. Me tiré boca abajo contra la cama y puse la almohada
sobre mi cara. La mordí y grité lo más fuerte que pude.
Era tarde. Muy tarde,
pero no lograba parar de llorar. Necesitaba contarle todo esto a alguien. Miré
el reloj y después el teléfono que estaba tirado en el suelo. Justin.
A pesar de la diferencia
horaria, el también dormía cuando decidí llamarle. Al principio pensé que no lo
cogería, o que colgaría por haberle despertado a esas horas. Pero me equivoqué.
-¿Sweden? –Dijo una voz
ronca- ¿Qué pasa?
Intenté controlarme,
pero al escuchar su voz mis ojos hinchados volvieron a dejar caer las lágrimas.
-Justin –sollocé- lo
siento… yo… no sabía a quién llamar –llevé la mano a mi boca para evitar
gritar- no sé qué hacer.
-¿Qué ha pasado? –Ahora
su voz se tornó aguda- ¿estás bien? Sweden, cuéntame que pasa –quería
contárselo, pero la voz no salía de mi- Sweden, princesa –insistía al ver que
nadie contestaba al otro lado- dime que estás bien.
-Es Scott –murmuré casi
sin fuerzas, y dejé que las lágrimas fluyeran.
*
Tras dos horas de
conversación seguía llorando, le había contado todo lo que esa noche me había
ocurrido y lo que me llevaba ocurriendo desde hace ya bastante tiempo, a pesar
de que Justin sabía perfectamente lo que me estaba pasando con Scott. De hecho,
había sido él quien me había aconsejado y pedido que cortara con esa situación
harto de que le llamara de madrugada llorando. No era la primera vez. Le debía
mucho a Justin. Ese chico que había estado para mí siempre, el que no me había
preguntado jamás más de lo necesario y tampoco me había reprochado mis actos.
Quería decirle lo agradecida que estaba pero no había palabras para lograr
expresarlo. Siempre ha estado ahí sin pedir nada a cambio, ha sido mi amigo y
confidente y sinceramente creo que yo no estaría aquí sin él.
-Princesa –dijo con voz
dulce- deja de llorar por favor.
-Lo siento –susurré.
-No –dijo- tú no tienes
la culpa de todo esto.
-Si le hubieras visto
Justin –intenté armarme de valor- creía que iba a pegarme de verdad. Si Daniel
no llega a aparecer… -mi voz se rompió.
-Has aguantado demasiado
toda esta mierda Sweden –su voz ahora sonaba firme- has dejado que te trate
como escoria durante demasiado tiempo y ahora cree que es tu dueño –podría
haber jurado que su mandíbula estaba apretada, casi podía oír sus dientes
chirriar a través del teléfono. Estaba furioso- óyeme bien. No quiero que
vuelvas a cruzar palabra con ese imbécil. Tiene suerte de que no pueda coger
ahora mismo un maldito avión e ir a buscarlo, porque te juro que le partiría la
cara.
-Justin…
-Tú mereces que te
traten como una princesa. Mereces lo mejor que hay en este maldito mundo y ese
idiota no se da cuenta de lo que tiene a su lado –su voz se rompía- no llego a
entender cómo puede tratar así a una chica tan impresionante como tú, Sweden,
lo digo enserio.
-Antes no era así –dije.
-Ese tipo no tiene ni
idea de la joya que tiene, y la está tratando como si fuera un trozo de metal.
-No lo va a seguir
haciendo –dije ahora, intentando hacer que Justin mantuviera la calma. Se había
puesto muy nervioso.
-No te quiere, Sweden.
-Lo sé –una lágrima
corrió por mi mejilla.
-No te quiere, pero
quiere que seas suya para siempre –notaba su respiración agitada al otro lado-
y eso me mata por dentro.
-Siento todo esto
Justin.
Sentía a Justin triste
al otro lado del teléfono. Como si fuera él quien estuviera pasando por toda
esta mierda. No podía llegar a entender por qué todo esto le afectaba tanto.
-Quiero que dejes de
llorar y sonrías – dijo ahora seguro.
-¿Sonreír?
-Sonríe –repitió-
demuéstrale que eres más fuerte que el. Demuéstrale lo que vales y haz que se dé
cuenta de lo que ha perdido por ser un idiota.
-Justin… -capté su
atención.
-¿Qué? –Su voz volvió a
sonar, esta vez tierna de nuevo.
-Te quiero mucho
–sonreí.
*Fin flashback*
Me obligo a Salir de mis
pensamientos, ya que he luchado demasiado para olvidar el pasado como para que
ahora vuelva a atormentarme con esas mierdas. Miro a Scott, que sigue a mi lado
observándome. Estoy a punto de levantarme cuando pone su mano sobre mi rodilla
y vuelve a hablar, esta vez con un tono irritante que no logro reconocer.
-¿Qué tal con tu amigo?
–sonríe forzadamente.
-¿Cómo? –eso me pilla
por sorpresa.
-Con… Justin –dice esta
última palabra con esfuerzo.
-Bien –digo seca.
-¿Bien?
-Bien –repito. No sé a dónde
quiere llegar a parar, pero no estoy dispuesta a mantener esta conversación
contigo –le obligo a quitar su mano de mi pierna y me levanto.
-Sweden –me llama- he
cambiado.
Sin poder evitarlo,
suelto una pequeña carcajada.
-Seguro.
-Ya te he dicho que me
arrepiento de lo que pasó esa noche.
No quería hablar con él,
no quería mirarle y tampoco estar a su lado.
-Me da igual.
-Pero…
-Oye –le corto- di lo
que hayas venido a decir y lárgate ¿quieres?
La expresión de Scott
cambia radicalmente. Su tono de culpa desaparece por completo y vuelve a dejar
salir al irritante idiota de siempre.
-Siéntate –me ordena.
Cansada, vuelvo a tomar
asiento en el mismo lugar que antes, solo que esta vez más alejada de el.
-Como iba diciendo…
-sonríe- ¿lo pasaste ayer bien con tu amigo?
-No eres nadie para
nombrarle. Ni se te ocurra intentar meterte con él.
-Oh no –hace una mueca-
no quiero meterme con él, simplemente me intereso por ti.
No sé a donde pretende
llegar con todo esto, pero estoy empezando a enfadarme. Scott es el único que
nos ha visto juntos, y sé que no se tragó el royito de amigos especiales ayer.
Solo espero que no llegara a ver nada más allá de un abrazo, puesto que si lo
hizo… estaremos jodidos.
Gracias por leer, como siempre, si has leído este capítulo dale RT a esto > Click, para saber quien está leyendo la novela.
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Siguientee Yaaa! ^^
ResponderEliminarsiguiente ya! pero podrias poner alguna escena subida de tono.
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