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martes, 21 de agosto de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 11}.

Apago las luces, le doy el bol de palomitas a Justin y meto la película al DVD.

La película empieza y apenas cinco minutos después, Justin hace exactamente lo que estaba pensando que sería perfecto. Me abraza y me acurruco entre sus brazos. No quiero olvidar jamás este momento. Estoy segura de que si pudiera congelar este preciso instante y vivir para siempre con él lo haría. Ambos hemos pasado tanto tiempo intentando escondernos de todo y de todos, que algo tan simple como ver una película juntos me hace ser la persona más feliz del mundo, y es que pasamos la vida dándole demasiada importancia a cosas que realmente no lo son. Ahora solo me importa el. El y yo. Nosotros.

Pasa una hora y media y siento que los párpados empiezan a pesarme. No quiero dormirme. No quiero perderme un segundo para estar con él. Hoy ha sido un día muy largo, pero también puede que haya sido uno de los mejores días de mi vida. Pienso en lo que me gustaría poder quedarme siempre a su lado, y así, me quedo dormida. Poco después creo notar que alguien besa mi mejilla, pero imagino que debe de ser un sueño y no logro despertarme.


***
A la mañana siguiente me despierto en mi cama. El sol me da directamente en la cara y pienso que es lo que más odio de todas las cosas. La claridad entra en mi habitación y abro los ojos poco a poco pensando en por qué no tengo el pijama puesto y todavía estoy sonriendo.

Justin.

Su nombre me viene a la cabeza en el mismo instante en el que voy a frotarme los ojos y mi mano se topa con un collar que antes no estaba ahí. Me tiro literalmente de la cama y consigo mantener el equilibro antes de caer de cabeza contra el suelo. Busco alguna señal que me diga que sigue aquí y algo me llama la atención sobre la mesa en la que descansa mi móvil. A su lado hay una nota. La abro.

“Princesa, buenos días. Siento no haberte despertado, pero estabas demasiado bonita durmiendo. Nos veremos pronto. Te quiero –Justin”.

 Me levanto deprisa deseando que siga aquí, pero al abrir la puerta el ruido del televisor y un olor a bizcocho sube por las escaleras. No creo que Justin esté haciendo bizcocho.

Bajo. Entro a la cocina y veo a mi madre con su delantal rojo de espaldas a mí.

-Mamá, está.. –me callo cuando noto que estoy gritando. Respiro una vez y sigo hablando –está Justin aquí? –ella se da la vuelta y sonríe.
-Se fue anoche poco después de que llegara de trabajar –dice.

Mi gozo en un pozo.

Irritada me acerco más a ella. Todavía voy descalza y el suelo está frio.

-¿Fuiste tú la que le dijiste que no me despertara? –bufo.
-No cariño, al contrario –asegura- estuvimos hablando hasta que llegó la hora de su vuelo y cuando fue a despedirse de ti decidió que no quería despertarte.
-Maldito Bieber –estoy molesta.
-No te enfades con él, Sweden –dice mi madre en un tono firme- te llevó a tu cuarto en brazos, te metió en la cama y te dio un beso en la mejilla –entonces no fue un sueño- no he conocido nunca a un chico tan…
-Perfecto –acabo su frase.
-Es una pena que viva tan lejos –asegura ella, y se da la vuelta para seguir preparando su bizcocho- te dejó una nota –dice mientras vate un huevo.
-Lo sé –le digo, y me dirijo de nuevo hacia mi habitación.

Maldito Justin. ¿Por qué no me despertó? Dios sabe cuánto tiempo pasara hasta que volvamos a vernos y no pude… no pude abrazarlo. En realidad es que no estoy enfadada con él, pero si molesta. Miro el reloj y veo que es tarde. Ya habrá llegado a casa. Cojo mi móvil y busco su nombre en la agenda. Le doy al maldito botón verde que me hará escuchar su voz, pero no verle la cara.

Uno, dos, tres toques.

-¿Si? –dice una voz dulce al otro lado.
-Tú y yo tenemos una conversación pendiente.
-Sweden –sé que sonríe- buenos días.
-Si, si, buenos días –bufo- ¿Por qué no me despertaste?
-No te enfades, cariño –odio que sea tan jodidamente amable.
-Deberías haberme despertado.
-Tu madre me avisó de que reaccionarías así –suelta una risita.
-Pues deberías haberle hecho caso a mi madre.
-Te dejé una nota.
-Ya lo sé –clavo mi mirada en el trozo de papel sobre la mesa- pero deberías haberme…
-Despertado –acaba mi frase- lo sé. Perdona.
-Perdonado –decido que no quiero seguir discutiendo con él, ya que tampoco es que ponga mucho de su parte.

Guardamos silencio durante unos segundos.

-¿No vas a preguntar cómo me ha ido el viaje? –su voz ahora suena divertida.
-Veo que sigues vivo –me burlo- si no, no estaríamos hablando.
-Puede que sea un fantasma –hace un sonido extraño. Supongo que intenta imitar el sonido de uno de esos fantasmas de los dibujos animados.
-Lo eres –me río ahora- pero de los que andan.
-Ja, ja, ja –una risa sarcástica inunda la línea.
-Vale, vale –intento parar de reír- ¿Cómo te ha ido el viaje?
-Como siempre.
-¿Entonces por qué quieres que te pregunte? Siempre dices lo mismo.
-No es verdad.
-Como siempre –imito su voz.
-Eh –protesta- mi voz no es así.
-Como siempre –repito ahora con voz chillona.
-Tampoco así –suspira- da igual.
-¿Qué vas a hacer hoy? –le pregunto.
-Supongo que iré a ver a Ryan, si no me matará.
-Si, creo que será lo mejor.
-Te llamo después –dice.
-Como quieras –sonrío, y me dispongo a colgar, pero su voz hace que vuelva a prestar atención.
-Sweden –me llama.
-¿Qué? –murmuro.
-Estas muy guapa –su voz se vuelve cálida.
-Pero si no me has visto –río.
-Siempre lo estás –noto que sonríe, y después cuelga.

Tras suspirar con los ojos cerrados varias veces tiro el móvil sobre la cama y me siento en un lado de ésta subiendo los pies y dejándome caer hacia atrás. No entiendo como Justin puede ser así. Simplemente no llego a entender por qué se toma tantas molestias por mí cuando podría tener a cualquier chica. Recuerdo el día anterior y una sonrisa vuelve a iluminar mi cara mientras acaricio una y otra vez el collar que sigo llevando en el cuello. ¿Lo llevara el también?

Opto por arreglarme y salir a dar una vuelta ya que cuando decido bajar a desayunar mi madre comienza un interrogatorio que se que no acabará hasta que le cuente hasta el más mínimo de los detalles, y a pesar de que tengo bastante confianza con ella prefiero no contarle mis detalles acerca de Justin. Esa es mi historia.

Subo a mi habitación y me meto en la ducha sin ni siquiera mirarme al espejo. Paso unos cinco minutos bajo el agua y al salir me embadurno de cremas hidratantes. Me cepillo los dientes y dejo mi pelo suelto. Busco unos shorts y una camiseta de tirantes, cojo mi bolso y salgo por la puerta en busca de un Starbucks para tomar un café. Nunca he entendido como puede haber un Starbucks en un pueblo tan pequeño. Es algo que nunca llegaré a entender.

Al salir por la puerta el sol me da de lleno en la cara, por lo que decido volver a entrar para coger mis gafas cuando veo sobre el sofá la gorra de Justin. Sonrío preguntándome si habrá sido casualidad o Justin la habrá dejado ahí a posta para que yo me la quedara. Opto por la segunda opción y la cojo.

Voy caminando por la calle con mis gafas de sol y su gorra cuando un coche pasa a mi lado y unos idiotas sacan la cabeza para ponerse a gritar barbaridades.

-¡Te lo comía todo, morena! –grita uno.
-¡Hasta las bragas! –ladra el otro.

“Imbéciles” pienso, pero los ignoro y sigo andando hasta meterme por una calle en la que los coches no pueden entrar. Sin darme cuenta me encuentro en la calle por la que paseaba ayer con Justin. Recuerdos me vienen a la mente y sé que jamás podré volver a pasear por aquí sin acordarme de él.

Miro a mi derecha y veo el pequeño parque en el que me dio la mano. Sigo andando y recuerdo que frente a aquella fuente Justin me abrazó. Sin poder evitar sonreír avanzo por las calles mientras miro a la gente pensando en cómo pueden andar por ahí sin darse cuenta de todo lo que está pasando a su alrededor.

Llego a la pequeña heladería a la que ayer Bieber me arrastró y decido entrar para pedir un café con leche. Al cruzar la puerta la misma chica de ayer me mira, esta vez no tan ilusionada.

-Buenos días –me dice.
-Hola, un café con leche por favor –sonrío- para llevar.
-Muy bien.

La chica se da la vuelta y comienza a preparar mi pedido. Creo que no se acuerda de mí, ni de Justin… aunque dudo que se haya olvidado de ese chico.

-Aquí tienes –dice cinco minutos después.


Le entrego el dinero y sonrío una última vez antes de disponerme a salir, pero su voz hace que me dé la vuelta.

2 comentarios:

  1. No me deja darle a rt no sé porque pero lo he leído y me ha gustado mucho :)

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  2. SIGUELA PRONTOOOOOOO!!!! ME ENCANTA

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