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sábado, 29 de septiembre de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 15}.


Me visto rápidamente y cojo mi teléfono, marcando el número de Justin y dejándome caer de nuevo sobre mi cama. Uno, dos, tres, cuatro, cinco toques. Nada. Seis, siete. Cuelgo.

Justin no lo coge. Estará en una entrevista.

Dejo el móvil sobre la cama y cojo el portátil. Entro a twitter. “Justin Bieber”. “Nuevos tweets”. Leo.

·       “Trabajando duro en el Nuevo tour, esto va a ser épico”.
·       “Ayer fue uno de los mejores días de mi vida, #real”.
·       “RT: Justin, gracias por ser una inspiración”.
·       “Te echo de menos”.

No estoy segura, pero juraría que el segundo y el último tweet van por mí. Sonrío brevemente y vuelvo a marcar su número una vez más. Uno, dos. Un pensamiento pasa por mi cabeza. Tres, cuatro. Comienzo a pensar en cómo se tomaría Justin todo esto. Conociéndole sería capaz de coger un avión y venir para partirle la cara a Scott. Cinco. No estoy segura de que contarle esto a Justin sea lo mejor. Seis, siete. Se pondría histérico y solo serviría para empeorar las cosas. Ocho. Mejor que no sepa nada de esto, por ahora. Nueve, diez. Cuelgo.

Tiro el móvil a un lado y decido bajar abajo para comer algo. Necesito despejar mis ideas. En el salón me espera mi madre.

-Siéntate –dice seria.

Le hago caso.

-No me pasa nada –me anticipo.
-No te creo.
-Créeme.
-No puedo hacerlo –insiste- te he visto llorar.
-La señora de la heladería no quiso darme cambio –miento.

Una mentira penosa. Así no iré a ninguna parte.

-Seguro –me mira fijamente.
-Son problemas de adolescentes –sonrío forzadamente- nada importante.
-¿No tendrá nada que ver con Justin, verdad? –mierda, me ha cazado.
-No, que va –mis ojos comienzan a brillar.
-Sea lo que sea seguro que tiene solución, Sweden.
-Estoy segura –la miro.

Aunque esa solución no sea la mejor para mí. Tengo que protegerle. Decidido.
Mi madre hace la comida y nos sentamos a comer en silencio. Lo intento, pero no logro dejar de pensar en esa foto y en Scott. En como todo esto le afectará a Justin y en que haremos de aquí en adelante. Pienso en mí. En cómo voy a salir de esta. Haré lo que sea mejor para Justin.

Tiro la mayor parte a la basura y dejo el plato sobre el fregadero. No he comido nada. Subo a mi habitación y miro mi teléfono. Un mensaje.

“Te he dado tiempo para que pienses en lo que es mejor para ti y tu amigo. Quiero una respuesta o esa foto se convertirá en la próxima portada de todas las revistas”.

Y una vez más pensamientos, recuerdos y dudas en mi cabeza. Trago saliva. Limpio la lagrima que acaba de caer por mi mejilla y me como mi orgullo. “Lo siento, Justin” pienso.

“Saldré contigo, pero deshazte de esa foto”.

El móvil se me cae de las manos, que tiemblan tras darle al botón de “enviar”. Me siento en el borde de la cama y ahora estoy segura de que jamás podré volver a tener cerca a Justin. Si no es esa foto, Scott será quien nos separe. Lo supe desde el momento en el que Scott se acercó a mí. Lloro. Sigo llorando sin poder evitarlo. Le echo de menos y ya no volverá a llamar a mi puerta nunca más. Ahora me espera un infierno. De nuevo vuelvo a mi pasado, que ahora sé que nunca se fue.

Mi móvil suena y lo ignoro. Ahora lo que menos quiero es tener que escuchar la voz de ese imbécil. Le odio más de lo que he odiado a nadie en toda mi vida. El móvil sigue sonando y yo me limito a dar vueltas de un lado a otro de la habitación. Deja de sonar. Me meto al aseo y echo un poco de agua en mi cara. Todavía tengo los ojos hinchados. El teléfono vuelve a sonar. Me acerco para ponerlo en silencio y veo que no es Scott quien llama. Descuelgo y me lo llevo a la oreja en silencio pensando en cómo voy a explicarle que vuelvo a salir con el chico que me destrozó la vida.

-Sweden –dice- lo siento, estaba en un ensayo de baile.
-No importa –murmuro.
-Siento no haberte llamado antes, esta semana tendré mucho trabajo –su voz suena calmada y dulce. Me reconforta- pero te prometo que llamaré todos los días.
-No hace falta que lo hagas –vuelvo a susurrar.

Ahora Justin se queda en silencio. Ha notado que algo raro sucede.

-¿Princesa? –pregunta, con un tono de preocupación en la voz.
-No es nada –digo sin más.
-No es cierto –dice cortante.
-Si lo es.
-Sweden –me llama.

No puedo ocultarle esto a Justin. Es imposible.

-Es… -la cabeza vuelve a darme vueltas- bueno, hoy… he visto a… Scott.

Silencio al otro lado.

-He hablado con él –mi voz suena mustia.
-¿Qué te ha hecho? –su voz es dura, fría.
-Nada.
-Dímelo Sweden.
-Tiene una foto –y mi voz vuelve a quebrarse.
-¿Cómo?
-De nosotros dos, Justin, besándonos.
-¿Qué? –dice sin llegar a entender lo que pasa.
-Justin, nos fotografió en el césped. Tiene una foto de nosotros juntos –trago saliva- amenaza con mandarla a todos si no… -me callo de repente.
-¿Si no que, Sweden?
-Yo…
-Por favor… -suplica- dime que pasa.
-Si manda esa foto jamás podremos volver a estar juntos. Se habrá acabado todo.
-¿Qué quiere que hagas?
-Nunca podremos volver a vernos. Todo se ha estropeado.
-¿Qué quiere que hagas? –repite.
-Lo siento.
-¡Dímelo! –grita.
-Si no salgo con él mandará la foto a toda la prensa –digo en tono fúnebre- ese es el trato. Yo vuelvo con él y esa foto desaparece.

Silencio. Silencio. Más silencio.

-Ni se te ocurra hacerlo, Sweden –ordena- ¿me oyes? ¡Ni se te ocurra! –vuelve a gritar. Su voz suena ahogada.
-Demasiado tarde –susurro.

Y cuelgo.

El teléfono cae de mis manos, que prácticamente quieren salir corriendo. Me duele el pecho y todavía recuerdo la voz de Justin taladrándome. “No lo hagas”, “no lo hagas”, “por favor”. El teléfono vuelve a sonar pero lo ignoro. Ya no hay nada más que decir.

Pasan las horas y tengo que meter el teléfono en el cajón de los calcetines para que deje de sonar. Justin se ha vuelto loco. Tengo unas cincuenta llamadas perdidas. No puedo hacerlo. Es mejor que no hablemos ahora.



Por la noche me meto a twitter y lo que veo me parte el alma.

·       "@ justinbieber: Si haces eso nos harás daño a los dos, no lo hagas por favor.                Por mí, por ti, no lo hagas. No merece la pena”.
·       “@ justinbieber: Siempre existe una solución. Y esa no es la correcta”.
·       “@ justinbieber: No me hagas esto”.

Lo que más me molesta de todo esto es que de una forma u otra ambos vamos a acabar sufriendo por algo de lo que se supone que no tendríamos que esconder. Odio tener que hacer esto. Odio no poder abrazarle ahora mismo.

Mi móvil vuelve a sonar. Lo cojo y sin pensar contesto.

-Justin, no hagas esto más difícil, por favor.
-No voy a dejar que hagas una estupidez –dice seco- ¿ya no recuerdas lo que te hizo pasar? –Noto la tensión en su voz- ¿Qué te hace pensar que esta vez será mejor?
-No creo que esta vez sea mejor –bufo- simplemente estoy haciendo lo mejor para ambos.
-¡Esto no es lo mejor para nadie! –grita.
-Para ti si.
-Me da igual lo que pase con esa maldita foto –ahora parece cabreado- no vas a salir con él. No te lo permito.

Y su voz suena a la de Scott. Imagino esas palabras en su boca y no me entra en la cabeza.

-La decisión está tomada –intento permanecer fuerte.
-¡¿Es que no te das cuenta?! –Está histérico- ¡Solo quiere volver a lo de antes! 
Lo único que vas a conseguir con esto es volver a ser la que fuiste en el pasado.
-Creo que nunca dejé de serlo.
-Sweden, por favor –suplica- princesa, no lo hagas.

Y esas palabras me duelen más que cualquier grito o insulto. Me desmorono.

-Justin, te quiero como no he querido a nadie en mi vida –susurro casi sin fuerzas- y por eso no voy a dejar que te pase nada malo por mi culpa.
-No lo hagas.
-¿No te das cuenta? –El pecho me empieza a doler- de una manera u otra jamás podremos volver a estar juntos Justin –una lagrima- después de esto cualquier cosa que pudiéramos tener se ha acabado –otra lagrima- no podre volver a abrazarte, elija la opción que elija –y miles de lagrimas más.
-Eso no es cierto –no quiere entenderlo.
-Justin, si me niego a salir con él esa foto ocupará todos los titulares. No podrás volver a venir, no saldrás a la calle. La gente te presionará y los medios se echarán encima de ti –me obligo a respirar e inspirar- estás preparando un tour y esto ahora es lo que menos necesitas. Te perjudicará muchísimo.
-¡No me importa! –Y ahora sé que está llorando.
-De la otra forma… -guardo silencio durante un momento- si yo salgo con Scott… esa foto jamás verá la luz y solo yo saldré perjudicada.
-Te equivocas –suspira- si elijes esa opción me afectará tanto o más que la otra –intenta mantener la calma. Sweden, tu eres lo más importante que tengo en esta jodida vida y si haces eso te habré perdido para siempre.
-No –le digo.
-No lo hagas –suplica.
-La decisión está tomada. Por favor, no vengas a España –tras decir esa última frase mi corazón se hace pedazos- es mejor que dejemos esto durante un tiempo. Disfruta de tu tour.
-Sw –cuelgo.

Espero que os haya gustado y siento haber tardado tanto en publicar. Estoy muy liada con el instituto. No tengo tiempo para nada.
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lunes, 17 de septiembre de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 14}.


-Oye –le corto- di lo que hayas venido a decir y lárgate ¿quieres?

La expresión de Scott cambia radicalmente. Su tono de culpa desaparece por completo y vuelve a dejar salir al irritante idiota de siempre.

-Siéntate –me ordena.

Cansada, vuelvo a tomar asiento en el mismo lugar que antes, solo que esta vez más alejada de el.

-Como iba diciendo… -sonríe- ¿lo pasaste ayer bien con tu amigo?
-No eres nadie para nombrarle. Ni se te ocurra intentar meterte con él.
-Oh no –hace una mueca- no quiero meterme con él, simplemente me intereso por ti.

No sé a dónde pretende llegar con todo esto, pero estoy empezando a enfadarme. Scott es el único que nos ha visto juntos, y sé que no se tragó el royito de amigos especiales ayer. Solo espero que no llegara a ver nada más allá de un abrazo, puesto que si lo hizo… estaremos jodidos.

-Suéltalo, me estás cansando.
-Está bien –sonríe arrogante- sé que no sois solo amigos y también se que no te interesa que nadie más lo sepa.

Me pilló.

-Eso es ridículo.
-Apuesto a que si se enteraran de que Justin Bieber se deja caer por aquí no podríais volver a veros en muuuuucho tiempo.
-Mientes –espeto.
-Sabes que no –se lleva una mano a la barbilla- pero ¿sabes? hoy estoy generoso.

Dios, no, por favor.

-Voy a proponerte un trato –sigue- no le diré a nadie que eres la furcia de ese idiota si tú haces algo por mí.
-Scott –le miro fijamente, ahora si estoy realmente molesta- quiero que escuches con atención esto, porque no voy a volver a repetírtelo. –hago que unos centímetros más nos separen y después vuelvo a hablar- No sé quien coño te crees que eres, pero dejé de ser una chica inocente hace mucho tiempo. No voy a dejar que me estropees esto. No voy a dejar que jodas  a la única persona que me ha ayudado en todo este tiempo. Tú no eres nada.

Scott me observa en silencio durante un rato, y nuestras miradas se cruzan antes de que mire al horizonte en busca de paciencia.

-¿Has terminado? –sonríe.
-Te odio –ladro.
-Bien, pues sigo –se frota las manos- este es el trato. No le diré nada a cambio de que tú salgas conmigo.

Silencio. Silencio. Más silencio. Carcajadas.

-¡¿Qué?! –Mi risa comienza a llenar todo el parque- deja de soñar de una vez.
-Creo que no lo has entendido –dice.
-Lo que he entendido es que estás loco si crees que voy a volver contigo. Y también me ha quedado claro que eres un puto enfermo. ¿Por qué sigues detrás de mi después de dos años, Scott? ¿No te cansas de que te rechace? Jamás volveré contigo.
-Precisamente por eso –su voz se vuelve tirante- no acepto que nadie me rechace. Yo siempre consigo lo que quiero –amenaza- y tú vas a volver conmigo.
-Sigue soñando –vuelvo a reír.
-Entonces despídete de tu amigo.
-¿Y quién iba a creerte? –Subo la voz- ¡Nadie! –me levanto mirándole desde arriba, mientras él sigue en la misma posición que antes- ¡Nadie va a creerte porque estás chalado! –Grito- ¡Deja de joder a la gente y busca una vida!

Y así, sin más, le doy la espalda y comienzo a andar.

Realmente este tipo está enfermo. No puedo creer que después de dos años siga empeñado en hacerme la vida imposible. Creo que le quedó bien claro lo que pensaba sobre él, y también lo que pasaría si seguía persiguiéndome. Estoy harta de él. Harta de tener que verle cuando salgo a la calle. Harta de que me persiga y harta de que sea tan jodidamente hipócrita.

Sigo andando furiosa y cuando casi estoy fuera del parque, alguien vuelve a cortarme el paso.

-Sabía que no me creerían –vuelve a bufar Scott.
-Dios, déjame en paz –intento empujarle, pero no se mueve ni un centímetro.
-Por eso conseguí pruebas.
-¡Que me dejes ir! –le grito, voy a perder los nervios.
-Cállate y mira, furcia.

No sé qué coño quiere. No sé que está buscando, pero su sonrisa prepotente me inquieta demasiado. Quiero salir corriendo de allí y dejarle atrás.
Mete la mano a su bolsillo en silencio y veo que saca el móvil. Vuelve a sonreír una vez más y después me enseña algo. Es una foto. De Justin y yo. Nosotros. Juntos. En el césped. Besándonos.

En ese momento todo comienza a darme vueltas y todo empieza a encajar. Comprendo por qué ha venido a buscarme tan seguro de si mismo y pienso en todo a fondo. Recuerdo cada palabra y cada expresión que ha dicho y hecho desde que le encontré y todo cobra sentido. El sabe perfectamente que si esa foto ve la luz mi relación con Justin se habrá acabado para siempre. No podrá volver a venir a verme y tampoco podré seguir viviendo como hasta ahora. Todo se convertirá en un infierno si los medios se enteran de esto. Se acabará el hablar con él, se acabará el poder pensar en algo juntos. Nunca más podré volver a abrazarle.

-¿Y bien? –dice. Miro a Scott boquiabierta sin saber muy bien que decir.
-Eres… -reprimo las ganas de chillar- eres un cabrón.

Todo comienza a volverse borroso mientras vuelvo a fijar mi mirada en la foto. Se ve perfectamente la cara de Justin y también la mía. Intento pensar en algo pero tengo la mente en blanco. Solo puedo vernos a nosotros, besándonos en ese césped. Una maldita foto puede arruinar mi vida. No puedo arriesgarme a perder a Justin. El es lo único bueno que tengo en esta vida, pero tampoco puedo volver con Scott. Le odio.

-Es tu decisión –su expresión me hace bajar la mirada al suelo para evitar darle una bofetada. Aunque se la merece.

Esto no puede estar pasándome a mí. Lo único que quería era poder pasar tiempo con Justin alejados de todo, y ahora ya nada importa. Mis ojos se llenan de lágrimas y en un acto reflejo le arrebato el móvil de las manos y me dispongo a estamparlo contra el suelo.

-Oh, no te molestes –ríe- tengo más copias en el ordenador.
Su comentario me hace estallar y tiro el maldito móvil contra él lo más fuerte que puedo. Noto que ríe victorioso. Ha conseguido lo que quería. Volver a hacerme sentir la peor persona del mundo. Le escupo un último insulto y comienzo a correr.



Al llegar a casa mi madre sale de la cocina todavía con su delantal rojo puesto y sonríe esperando ver en mi la sonrisa con la que nos despedimos, pero en su lugar solo hay lágrimas.

-S-Sweden –susurra.

Paso por su lado sin ni siquiera mirarla a la cara y corro escaleras arriba hasta cerrar la puerta de mi habitación tras de mí. Me tiro a sobre la cama y comienzo a dar patadas sin lograr hacer menor mi ira. Grito, insulto y maldigo a Scott por haberme arruinado la vida todo este tiempo. Lo he pasado realmente mal por su culpa y cuando por fin creía que podría ser feliz llega el y vuelve a fastidiarlo todo.

Me levanto de la cama casi sin voz y comienzo a dar vueltas por la habitación intentando pensar en que voy a hacer. Calculo mis posibilidades pero no saco nada en claro. Estoy demasiado cabreada. Me quito la ropa y me meto a la ducha, abro el grifo y comienza a caer agua fría sobre mi cabeza. Al principio me estremezco pero después me quedo ahí, rígida bajo el agua. Mirando a la nada y recordando el día de ayer, junto a él. Sin problemas ni preocupaciones. De repente me doy cuenta.

Todo eso puede hacerle más daño a Justin que a mí, ya que soy una insignificante pieza en toda esta historia. El verdadero perjudicado es el. La prensa, su equipo, su carrera. Todo se verá molestado por mi culpa. No puedo permitir que esa maldita foto salga a la luz. Conozco a Scott y sé que no se parará a pensar en el daño que puede hacer. Lo hará y punto.
Salgo de la ducha aún con lágrimas en los ojos, que resbalan por mi cara mojada y me envuelvo en una toalla. Me miro al espejo y me odio por estar donde estoy ahora, en vez de con Justin.

Me tiro sobre la cama de nuevo sin molestarme en vestirme. Vuelvo a comenzar a llorar y no paro tras pasada una hora. Estoy a punto de dormirme derrotada por el cansancio y los pensamientos cuando alguien aporrea la puerta.

-Sweden –dice una voz- quiero hablar contigo.
-Déjame –murmuro, y me doy la vuelta.
-Ábreme la puerta Sweden, quiero que hablemos.
-¡Mama déjame, estoy bien! –le grito.
-¡Que me abras!

A pesar de que puede que hablar con ella en estos momentos me venga bien, prefiero estar sola. No quiero hablar con nadie y tampoco contarle esto.

-Por favor –le digo ahora- te prometo que después hablaremos.

Se hace el silencio al otro lado.

-Está bien –dice la voz, y después se aleja.

Me quedo sola con las luces apagadas y el silencio recorriendo cada rincón. Mi respiración agitada es lo único que puede oírse. Me levanto y decido vestirme. He tomado una decisión. Hablaré con Justin antes de hacer nada, ya que el también está metido en todo esto. Aunque sé cuál será su respuesta. “Ni se te ocurra hacerlo, Sweden”. En realidad solo quiero informarle de la situación. La decisión será solo mía.

Me visto rápidamente y cojo mi teléfono, marcando el número de Justin y dejándome caer de nuevo sobre mi cama. Uno, dos, tres, cuatro, cinco toques. Nada. Seis, siete. Cuelgo.

Justin no lo coge. Estará en una entrevista.

Dejo el móvil sobre la cama y cojo el portátil. Entro a twitter. “Justin Bieber”. “Nuevos tweets”. Leo.

·       “Trabajando duro en el Nuevo tour, esto va a ser épico”.
·       “Ayer fue uno de los mejores días de mi vida, #real”.
·       “RT: Justin, gracias por ser una inspiración”.
·       “Te echo de menos”.

No estoy segura, pero juraría que el segundo y el último tweet van por mí.

Sonrío brevemente y vuelvo a marcar su número una vez más. Uno, dos. Un pensamiento pasa por mi cabeza. Tres, cuatro. Comienzo a pensar en cómo se tomaría Justin todo esto. Conociéndole sería capaz de coger un avión y venir para partirle la cara a Scott. Cinco. No estoy segura de que contarle esto a Justin sea lo mejor. Seis, siete. Se pondría histérico y solo serviría para empeorar las cosas. Ocho. Mejor que no sepa nada de esto, por ahora. Nueve, diez. Cuelgo.

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miércoles, 5 de septiembre de 2012

•"Tan solo una salida" {Capítulo 13}.


-¡Suéltame Scott! –grité.
-He dicho que no –me miró desafiante.
-¡Que me sueltes! –Intenté zafarme de él- ¡Me haces daño!
-¡Tu y yo vamos a estar juntos, porque eres mía! –gritó furioso.

En ese momento levantó su mano y me vi en lo peor. Le miré a los ojos y me asusté al ver un ardor dentro de ellos que jamás había visto antes. Scott iba a pegarme. Estaba borracho y no era consciente de sus actos… o tal vez si. Dejó caer su mano y yo cerré mis ojos con fuerza esperando a recibir el golpe.

-¡Scott! –Gritó alguien a mi lado- ¡Para!

Scott se detuvo justo antes de que su mano golpeara mi cara. Abrí los ojos y me encontré con Daniel.

-¡Aparta! –empujó Scott a Daniel sin dejar de agarrarme.

Scott volvió a mirarme y tiró de mí para alejarme de allí. En ese momento miré a Daniel pidiéndole ayuda. Si Scott me llevaba lejos estaba perdida.

Daniel no se lo pensó dos veces. Se levantó del suelo y corrió tras él, empujándole esta vez y alejándole de mí.

-¡¿Pero qué haces?! –gritó Scott, confundido.
-¡Déjala tío! –Gritó Daniel- no hagas nada de lo que puedas arrepentirte.
-Haré lo que tenga que hacer –bufó Scott.
-No seas imbécil, joder –reprochó el otro.

Y ahí estaba yo, tirada en el suelo de una calle húmeda y fría a las cuatro de la mañana. Con lágrimas en los ojos y sin saber qué hacer.


Daniel se llevó a Scott prácticamente a rastras al interior de la casa y vi a través de la ventana como le susurró algo a dos tipos grandes, que le cogieron llevándoselo a los aseos. Yo intenté levantarme como pude. Me quité los tacones y comencé de nuevo a andar, aunque no llegué muy lejos. De nuevo una voz me detuvo.

-Sweden –me llamó.

Me di la vuelta, con miedo de volver a encontrarme con Scott, pero esta vez era otro chico el que me esperaba.

-Daniel –respondí.
-¿Dónde vas? –dijo, poniéndose a mi lado.
-¿Tu qué crees?
-No creo que debas irte sola a casa a estas horas –dijo serio.
-No pienso irme con ese imbécil a ninguna parte.
-¿Quieres que llame a un taxi? –propuso.
-No hay taxis a estas horas, Daniel.
-Puedo pedirle a alguien que te lleve.
-No importa –cambié mis tacones de mano.
-Pues entonces te acompaño –sonrió.

A pesar de que le dije que no tenía por qué hacerlo, Daniel me llevó a casa e intentó explicarme que Scott no era un mal tío, pero que esa noche se había pasado.

-Paso de esto Daniel, yo no tengo por qué permitir que me traten así.
-Lo sé.

Llegamos a la puerta de mi casa. Todas las luces estaban apagadas y el silencio invadía toda la manzana.

-Oye Sweden… -susurró Daniel.
-Gracias –me adelanté.
-No tienes por qué darlas.
-Sabes que si –sonreí forzadamente- si no hubieras estado ahí no se que habría pasado.
-Te lo debía.
-No me debes nada.
-Me salvaste la vida, Swed, claro que te lo debía.

Tras esas palabras miré al cielo y recordé una vez más todo lo que había pasado con ese chico. Puede que le ayudara a salir de una situación complicada, pero realmente el me lo ha pagado todo con creces estando ahí siempre que lo he necesitado.

-Ahora estamos en paz –le abracé.



Entré en casa con cuidado. Subí las escaleras sin encender las luces y al entrar en mi habitación cerré la puerta lo bastante rápido como para no dejar escapar ningún sonido al exterior. Tiré los tacones a un lado y me deje caer sobre la cama. A pesar de que intenté no pensar, no pude evitar que las lágrimas cayeran por mis mejillas y mojaran mi cara al recordar todo lo que había pasado. Me sentía impotente, cabreada e indignada. Me sentía idiota por haber dejado que todo eso llegara hasta ese extremo. Comencé a llorar más fuerte y gemidos incontrolables ejercían de mi interior. Me tiré boca abajo contra la cama y puse la almohada sobre mi cara. La mordí y grité lo más fuerte que pude.

Era tarde. Muy tarde, pero no lograba parar de llorar. Necesitaba contarle todo esto a alguien. Miré el reloj y después el teléfono que estaba tirado en el suelo. Justin.

A pesar de la diferencia horaria, el también dormía cuando decidí llamarle. Al principio pensé que no lo cogería, o que colgaría por haberle despertado a esas horas. Pero me equivoqué.

-¿Sweden? –Dijo una voz ronca- ¿Qué pasa?

Intenté controlarme, pero al escuchar su voz mis ojos hinchados volvieron a dejar caer las lágrimas.

-Justin –sollocé- lo siento… yo… no sabía a quién llamar –llevé la mano a mi boca para evitar gritar- no sé qué hacer.
-¿Qué ha pasado? –Ahora su voz se tornó aguda- ¿estás bien? Sweden, cuéntame que pasa –quería contárselo, pero la voz no salía de mi- Sweden, princesa –insistía al ver que nadie contestaba al otro lado- dime que estás bien.
-Es Scott –murmuré casi sin fuerzas, y dejé que las lágrimas fluyeran.

*
Tras dos horas de conversación seguía llorando, le había contado todo lo que esa noche me había ocurrido y lo que me llevaba ocurriendo desde hace ya bastante tiempo, a pesar de que Justin sabía perfectamente lo que me estaba pasando con Scott. De hecho, había sido él quien me había aconsejado y pedido que cortara con esa situación harto de que le llamara de madrugada llorando. No era la primera vez. Le debía mucho a Justin. Ese chico que había estado para mí siempre, el que no me había preguntado jamás más de lo necesario y tampoco me había reprochado mis actos. Quería decirle lo agradecida que estaba pero no había palabras para lograr expresarlo. Siempre ha estado ahí sin pedir nada a cambio, ha sido mi amigo y confidente y sinceramente creo que yo no estaría aquí sin él.

-Princesa –dijo con voz dulce- deja de llorar por favor.
-Lo siento –susurré.
-No –dijo- tú no tienes la culpa de todo esto.
-Si le hubieras visto Justin –intenté armarme de valor- creía que iba a pegarme de verdad. Si Daniel no llega a aparecer… -mi voz se rompió.
-Has aguantado demasiado toda esta mierda Sweden –su voz ahora sonaba firme- has dejado que te trate como escoria durante demasiado tiempo y ahora cree que es tu dueño –podría haber jurado que su mandíbula estaba apretada, casi podía oír sus dientes chirriar a través del teléfono. Estaba furioso- óyeme bien. No quiero que vuelvas a cruzar palabra con ese imbécil. Tiene suerte de que no pueda coger ahora mismo un maldito avión e ir a buscarlo, porque te juro que le partiría la cara.
-Justin…
-Tú mereces que te traten como una princesa. Mereces lo mejor que hay en este maldito mundo y ese idiota no se da cuenta de lo que tiene a su lado –su voz se rompía- no llego a entender cómo puede tratar así a una chica tan impresionante como tú, Sweden, lo digo enserio.
-Antes no era así –dije.
-Ese tipo no tiene ni idea de la joya que tiene, y la está tratando como si fuera un trozo de metal.
-No lo va a seguir haciendo –dije ahora, intentando hacer que Justin mantuviera la calma. Se había puesto muy nervioso.
-No te quiere, Sweden.
-Lo sé –una lágrima corrió por mi mejilla.
-No te quiere, pero quiere que seas suya para siempre –notaba su respiración agitada al otro lado- y eso me mata por dentro.
-Siento todo esto Justin.

Sentía a Justin triste al otro lado del teléfono. Como si fuera él quien estuviera pasando por toda esta mierda. No podía llegar a entender por qué todo esto le afectaba tanto.

-Quiero que dejes de llorar y sonrías – dijo ahora seguro.
-¿Sonreír?
-Sonríe –repitió- demuéstrale que eres más fuerte que el. Demuéstrale lo que vales y haz que se dé cuenta de lo que ha perdido por ser un idiota.
-Justin… -capté su atención.
-¿Qué? –Su voz volvió a sonar, esta vez tierna de nuevo.
-Te quiero mucho –sonreí.
*Fin flashback*



Me obligo a Salir de mis pensamientos, ya que he luchado demasiado para olvidar el pasado como para que ahora vuelva a atormentarme con esas mierdas. Miro a Scott, que sigue a mi lado observándome. Estoy a punto de levantarme cuando pone su mano sobre mi rodilla y vuelve a hablar, esta vez con un tono irritante que no logro reconocer.

-¿Qué tal con tu amigo? –sonríe forzadamente.
-¿Cómo? –eso me pilla por sorpresa.
-Con… Justin –dice esta última palabra con esfuerzo.
-Bien –digo seca.
-¿Bien?
-Bien –repito. No sé a dónde quiere llegar a parar, pero no estoy dispuesta a mantener esta conversación contigo –le obligo a quitar su mano de mi pierna y me levanto.
-Sweden –me llama- he cambiado.

Sin poder evitarlo, suelto una pequeña carcajada.
-Seguro.

-Ya te he dicho que me arrepiento de lo que pasó esa noche.

No quería hablar con él, no quería mirarle y tampoco estar a su lado.

-Me da igual.
-Pero…
-Oye –le corto- di lo que hayas venido a decir y lárgate ¿quieres?

La expresión de Scott cambia radicalmente. Su tono de culpa desaparece por completo y vuelve a dejar salir al irritante idiota de siempre.

-Siéntate –me ordena.

Cansada, vuelvo a tomar asiento en el mismo lugar que antes, solo que esta vez más alejada de el.

-Como iba diciendo… -sonríe- ¿lo pasaste ayer bien con tu amigo?
-No eres nadie para nombrarle. Ni se te ocurra intentar meterte con él.
-Oh no –hace una mueca- no quiero meterme con él, simplemente me intereso por ti.

No sé a donde pretende llegar con todo esto, pero estoy empezando a enfadarme. Scott es el único que nos ha visto juntos, y sé que no se tragó el royito de amigos especiales ayer. Solo espero que no llegara a ver nada más allá de un abrazo, puesto que si lo hizo… estaremos jodidos.

Gracias por leer, como siempre, si has leído este capítulo dale RT a esto > Click, para saber quien está leyendo la novela. 
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