✖️

Podemos leernos también en http://nsgritandoensilencio.blogspot.com.es/, donde hablo de todo sobre nada y gritamos un poco en silencio.

domingo, 14 de julio de 2013

•"Tan solo una salida" {Capítulo 26}.

Empiezo a verlo todo aun más oscuro y de repente el bote cae de mis manos y todas las pequeñas pastillas color azul caen por el suelo haciendo un gracioso ruido. Se esparcen y quedan ahí, quiero alcanzar más porque me gusta esta sensación pero ya no puedo moverme. Noto mi lengua hincharse y comienzo a tener mucho frío. Caigo de lado y me golpeo la cabeza contra el suelo, y me quedo ahí, inmóvil, viendo todo volverse cada vez más oscuro y entonces dejo de pensar. Dejo de escuchar el silencio y de repente el resplandor de la televisión sobre la puerta me deja ver un movimiento. Ésta se abre y siento que estoy teniendo una alucinación. Bendita alucinación la que me deja verle por última vez antes de abandonar esa jodida locura. Es él, Justin atraviesa la puerta y puedo verlo. Tan perfecto, tan sereno, tan… sonriente. Siempre te amaré Justin, más allá de esta mierda que llamamos vida, te amo y lo haré siempre. 
Y entonces todo se queda oscuro y yo desaparezco.



# Justin.

Siempre he sido de esa clase de personas a las que les cuesta decir adiós. No soy de despedidas, en realidad nunca lo he sido y me cuesta la vida intentarlo.

Soy de esos que en vez de levantar la cabeza e ir a abrazar a quien tiene que irse se esconde en su habitación bajo la cama maldiciéndose por tener que alejarse de quien le dio las sonrisas. No puedo soportar la idea de ver por última vez a una persona que significó la vida para mí y saber que no voy a volver a verla, que será nuestro último abrazo, nuestra última mirada, nuestra última vez para todo aquello que antes era algo a lo que estábamos acostumbrados y ya formaba parte de nosotros. ¿Cómo se supone que tienes que reaccionar cuando te das cuenta de que jamás podrás volver a darle los buenos días? Nunca más vas a poder tenerla a tu lado, no volverás a verla reír, no volveréis a estar juntos porque tuvo que irse y no te llevó con ella. Sabes que es un último adiós y a pesar de ello debes ser fuerte e ir a desearle un buen comienzo en cualquier otra vida, pero no puedes. No puedes aceptar que te ha dejado y ahora estas solo.

Es algo para lo que no he nacido. Creo que jamás podré llegar a estar preparado para algo así. Decir adiós a una persona que amas es una de las pesadillas más grandes y duras a la que te puedes enfrentar, de esas que te hacen despertar gritando mientras lloras por las noches, de las que te hacen querer salir corriendo y notas el sudor bajar por tu frente, de esas que te quitan la respiración y sientes que te ahogas, que mueres. Aquellas que te arrastran hasta el borde de tu cama y rezas para que nada sea verdad y al amanecer todo vuelva a estar como antes. Despedirte de una persona a la que estas acostumbrado a ver cada día y con la que compartes tu vida es algo para lo que nadie está preparado.

Desde pequeño he sido firme defensor del “nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” y con el tiempo he demostrado estar en lo cierto. Crees que lo tienes todo y aun así no estás satisfecho. Crees que puedes tener más y más y ser aun más feliz sin darte cuenta de que todo lo que necesitas para serlo está a tu lado pero tú aun no te has dado cuenta. No apreciamos las cosas que tenemos hasta que han desaparecido y entonces tenemos esa sensación de no poder seguir viviendo que nos come por dentro hasta el punto en el que llegamos a perder la cabeza y nos aislamos de todo y de todos. Cuando esa persona se va te quedas vacío y entonces piensas en todas esas peleas y las malas palabras, en los malos ratos y la miradas de rencor que habíais compartido a pesar de que lo único que queríais era tenerla entre tus brazos y susurrarle que no importa, que todo daba igual si la tenías cerca y estabais juntos, que nada tiene sentido si no puedes ver su sonrisa porque eso es lo que te hace seguir despierto, pero ya no puedes hacerlo porque la has perdido. Se va y sientes que se lleva tu corazón con ella porque notas un vacío enorme en el pecho que nadie puede volver a llenar. ¿Y qué? ¿Qué pasa?  ¿Qué ocurre cuando te arrebatan lo que más quieres y sientes que todo está perdido?  Tan solo tienes una salida.


El móvil no deja de sonar una y otra vez taladrándome la cabeza. Lleva horas sonando a pesar de que no he contestado una sola llamada. Estoy tirado en el suelo frío de una habitación en un asqueroso hotel. Todo está oscuro y en silencio, y estoy solo, estoy demasiado solo. Llevo dos días encerrado aquí hablando conmigo mismo y ya no sé ni siquiera si lo que escucho es real o no. A veces me parece escuchar su risa, veo a Sweden traspasando la puerta y corre a abrazarme pero entonces me levanto para buscarla y todo vuelve a estar oscuro. Siento el estómago vacío y tengo angustia pero no quiero ir a buscar comida. Aún estoy esperando despertarme y ver que todo esto ha sido un mal sueño, aún no puedo creer lo que está pasando. Yo no quiero creerlo.

El móvil vuelve a sonar y pierdo los nervios. Me levanto y me acerco hasta el, lo cojo y me dispongo a estamparlo en el suelo pero entonces me doy cuenta de que necesito acabar con todo esto. Es hora de volver a la realidad aunque ello acabe conmigo.

Descuelgo acabando con el ruido y me lo llevo al oído.

-Si –susurro.
-¿Justin? –Dice impaciente la voz al otro lado, pasan unos minutos y el silencio sigue ahí- Justin contesta –su voz se hace más urgente.
-Scooter –murmuro sin más.
-Dios santo Justin ¿Dónde te has metido? Llevo llamándote horas –entonces hace una pausa y coge aire- ¿estas… bien?
-Sigo aquí ¿no? –digo molesto.
-Eh, se que todo esto es una locura… pero necesito saber que vas a hacer.
-No sé lo que voy a hacer Scooter –mascullo- no sé nada.
-He hablado con la prensa y he pospuesto todas las entrevistas y actuaciones hasta dentro de una semana. Es todo lo que tienes.
-Una semana –susurro.
-Recuerda quien eres –insiste.
-Ahora mismo no soy nadie –digo perdiendo la voz, y un pinchazo golpea mi pecho haciendo que me doble hacia delante.

He llegado a un punto de no retorno. Estoy una vez más al límite y todo esto me está hundiendo. Puedo quedarme aquí encerrado para siempre pero eso no va a hacer que las cosas se solucionen. Necesito hacer algo, necesito… ayudar.

-Justin, lo siento, pero…
-¿Hiciste lo que te dije? –pregunto entonces. Estoy decidido.
-Sí.
-Quiero que llames y les des mi número. Yo voy a organizarlo todo.
-¿Qué?
-Ya me has oído –la angustia vuelve una vez más.
-No creo que eso sea bueno, Justin.
-Quiero hacer algo joder, me estoy pudriendo aquí dentro. Te pedí que lo organizaras porque no podía hablar con nadie pero ahora quiero hacerlo.
-Yo…
-Dales el maldito número de teléfono Scooter –alzo la voz.

El silencio se hace al otro lado y sé que está pensándolo seriamente. No quiere hacerlo, pero esto es algo que me afecta a mí y no a él. Es mi obligación, es… mi vida.

-Como quieras –murmura.
-Diles que me llamen –bufo, y acto seguido cuelgo el teléfono.

Lo tiro sobre la mesa mientras siento de nuevo mi estómago retorcerse. Dos días sin comer, creo que necesito arreglar eso. Me arrastro hasta la nevera y busco algo que poder llevarme a la boca. Antes de poder acabar el móvil comienza a sonar de nuevo y entonces sé que Scooter me ha hecho caso. Tomo aire y me armo del poco valor que me queda para enfrentarme a él, tengo que hacerlo… por ella.


El resto del día pasa y yo estoy pegado al teléfono. Doy instrucciones de un lado al otro de la habitación mientras intento apretar la mandíbula en cada respuesta corta para evitar pensar en por qué estoy haciendo esto. A media tarde tengo que salir para solucionar varios puntos de toda esta historia y ya es de noche cuando llego de nuevo al hotel y me hundo en el sillón. Estoy jodidamente cansado. Cierro los ojos lo que yo siento como un momento y de nuevo el móvil vuelve a hacerme saltar del sillón en el que había conseguido quedarme dormido. Ha pasado una hora, he dormido una hora desde hacía dos días. Irritado me lo llevo a la oreja sin ni siquiera mirar la pantalla y contesto.

-Bieber –espeto.
-Cariño –me llama una voz dulce al otro lado.
-Mamá –susurro, y entonces mi alma se congela.
-Scooter me lo ha contado –dice- ¿Cómo estás?

Vuelvo a tomar aire e intento no romperme en pedazos.

-Bueno, digamos que estoy teniendo uno de esos días en los que mi dedo medio responde a todas las preguntas –murmuro.
-¿Cuándo vas a volver?
-No… no lo sé mamá –suspiro.
-Lo siento mucho cariño –su voz suena ahora triste y entonces yo me derrumbo.

Una lágrima consigue asomar por mis ojos y hago una mueca.

-¿Por qué tiene que pasarme todo esto a mi? –y ahora mi voz suena como la de diez años atrás cuando un juguete se rompía y yo iba llorando hacia mi madre.
-A veces le pasan cosas malas a las buenas personas cariño, no es culpa tuya –intenta calmarme.
-No puedo más con esto, es demasiado.
-Justin, cielo –la noto sonreír amarga al otro lado- levanta la cabeza, todo va a estar mejor pero no podrás verlo si vas mirando al suelo.

El silencio se hace durante varios minutos y entonces consigo tranquilizarme un poco.

-Supongo que… tengo que seguir adelante.
-Debes hacerlo.
-Es difícil.
-Lo sé –susurra- pero tú siempre fuiste el más fuerte de todos.

Una leve sonrisa asoma por mis labios y después se desvanece.

-Estoy organizando el entierro –digo, y mi voz se parte.

Mi madre se queda inmóvil al otro lado y yo noto un escalofrío.

-Creía que Scooter…
-Si –la corto- yo se lo pedí pero ahora quiero hacerlo, creo que se lo debo.
-Justin… no creo que…
-Tengo que dejarte mamá, necesito dormir un poco –murmuro, no quiero seguir con esta conversación.
-Te llamaré mañana –suspira pesada- te quiero, Justin.
-Yo también te quiero mamá –otra lagrima se escapa y yo dejo caer el teléfono para quedarme inmóvil viendo como la noche se echa sobre mi hasta que me absorbe.


Por la mañana la luz que atraviesa la ventana me quema la cara e intento retorcerme en mi cama para darle la espalda, pero al hacerlo caigo al suelo y como acto reflejo estiro las manos para amortiguar la caída que me da de lleno contra la alfombra. No estoy en mi cama, sino en este maldito hotel. Solo, una vez más.
Abro los ojos y el sol vuelve a cegarme dilatando mis pupilas. Hace calor y estoy agobiado, noto los ojos hinchados y tengo la boca seca. Me levanto quejándome porque noto la espalda partida en mil pedazos y me arrastro hasta el baño. Al mirarme al espejo veo la expresión cansada y abatida de mi cara y las ojeras que cada vez se hacen más grandes. Tengo los labios secos y los ojos oscuros.  Me acerco más y me quedo inmóvil intentando ver a través de ellos, intento encontrar algo, observo como si así pudiera atravesar el espejo y entrar directamente en mi alma pero solo veo dos grandes agujeros negros, no hay nada. Sigo tan vacío como lo estaba antes.

Abro el grifo y me hecho dos grandes palmadas de agua sobre la cara. Me cepillo los dientes y tras esto me quito la ropa y entro en la ducha abriendo el grifo y estremeciéndome cuando el agua fría cae como cuchillas sobre mis hombros. Me quedo quieto a pesar de ello y en unos minutos acabo acostumbrándome. Echo la cabeza hacia atrás dejando que el agua caiga directamente sobre mi cara y ahí, sumergido y aislado comienzo a pensar en ella una vez más. Te necesito a mi lado para seguir viviendo, maldita sea.

Al salir enrollo una toalla sobre mi cintura y me paso los dedos por el pelo tras secarlo un poco. Agarro una camiseta y unos pantalones y me meto en los zapatos. Hoy necesito salir de aquí, necesito ir a verla. Si esto es mi última despedida que así sea entonces, pero tengo que estar cerca de ella una vez más. Acabo de romper todos mis esquemas y el caso es que me importa una mierda. He roto todo lo que podía romper y ya ni siquiera sé quién soy.

Cojo las llaves que me dieron en recepción y meto el móvil y la cartera en la parte de atrás de mi bolsillo. Chaqueta oscura, capucha, gorra y gafas de sol. A pesar de todo sigo aquí y ellos ahí fuera no notarán el cambio.

Salgo a la calle y camino rápido intentando pasar desapercibido, es curioso cómo la gente sigue andando y hace su vida normal. Las mujeres van de compras, los hombres pasan en sus coches para dirigirse al trabajo, los perros pasean y los niños juegan a la pelota. Creemos que cuando morimos todo a nuestro alrededor se para pero no es cierto, nada se detiene. Todo sigue igual y eso nos hace ser insignificantes piezas en todo este juego que es la vida. A veces nos toca caer y otras seguir avanzando a pesar de que otros se te echen encima e intenten derrumbarte. Pelear con uñas y dientes para demostrar que eres digno de ser recordado.

Cruzo la calle y me meto en una cafetería, cruzo el establecimiento hasta encontrar una mesa al fondo y suspiro al ver que no hay demasiada gente aún. La camarera se acerca poco después y me mira cautelosa al ver que no me he deshecho de las gafas y la gorra. Me saco la capucha e intento parecer natural.

-Un café con leche por favor –murmuro mirando el periódico que hay sobre la mesa.

La chica me observa con demasiada atención y tras ver que no le devuelvo la mirada se aleja despacio hasta desaparecer tras la barra. Sigo pasando la vista por las páginas hasta que unos minutos después vuelve a encontrarse a mi lado y deja el café y unas tostadas sobre la mesa.

-Aquí tiene –su mirada se clava en mi nuca.
-No pedí tostadas.
-Invita la casa –sonríe.

Yo asiento y doblo el periódico para darle vueltas a mi café.

-Tú eres…
-No –me giro de repente hacia ella- no lo soy.

La chica guarda silencio y unos minutos después vuelve a retirarse. Traspasa el mostrador y comienza a servir a dos hombres que han entrado hablando de sus planes para el fin de semana, no sin quitarme la vista de encima.

Me recuesto sobre la silla y me llevo una tostada a la boca. La verdad es que está buena, no viene mal después de que lo más sustentoso que haya comido en tres días hayan sido dos rebanadas de pan con queso. Tomo un sorbo de café intentando fijar la mente en otra cosa que no sean aquellas imágenes que llenan mi cabeza y me gritan a cada momento y entonces encuentro una pantalla al final de la sala. Dejo ahí la vista sin prestar mucha atención hasta que algo hace saltar mis alarmas e intento escuchar. Mi imagen sale a un lado mientras que en el otro una mujer hace gestos desaprobadores. Consigo escuchar algo con dificultad y me pongo nervioso.

“La estrella del pop Justin Bieber nos deja una vez más con las manos atadas después de que su manager Scooter Braun diera una rueda de prensa excusando al artista por no poder asistir a las futuras entrevistas de la semana. ¿Dónde está Justin Bieber y… por qué ha desaparecido de nuevo?”

Me retuerzo una vez más sobre la silla y giro la cabeza para encontrarme con la camarera, que también ha escuchado la televisión.

-Será mejor que me vaya de aquí –susurro para mi interior.

Me levanto y dejo un billete de veinte sobre la mesa. Vuelvo a ponerme la capucha y me echo a la calle una vez más. Sweden me enseñó varios caminos que recorren el pueblo que están prácticamente escondidos y pueden rodear todas las plazas sin ser visto.

Diablos, como extraño aquellos días en los que lo que más nos preocupaba era que pudieran vernos juntos mientras que ahora daría la vida para poder pasearla de la mano delante de toda esta maldita gente. Es curioso como pasamos la vida intentando guardar lo que más queremos y cuando nos quedamos sin ello mataríamos por poder enseñárselo a todos. La echo tanto de menos…

Necesito verla en este momento, y yo sé donde está.

Me adentro en un callejón y comienzo a andar deprisa. Recuerdo esto, aquí fue donde me escondí aquel día. El día en el que aquel maldito hijo de puta nos jodió la existencia, pero también el día en el que me sentí más cerca de ella. Congelaría el tiempo en aquel césped si pudiera. Juro que lo haría en este mismo instante.
Salgo a otra calle y vuelvo a pasar otras tres más. Al pasar por delante de una plaza un grupo de chicas se quedan mirándome en silencio y me pongo nervioso. Ahora no. Ellas ríen y me señalan. Una comienza a caminar hacia mí pero la otra la coge del brazo haciéndole señales para que deje de hacer el tonto. “No es él, idiota” le dice. Y yo sigo caminando.

Diez minutos más tarde entro en un edificio con aspecto enfermo. Todo está triste y tampoco hay mucha gente. Supongo que eso es bueno. Me acerco a un triste mostrador y hablo con una mujer que parece no estar teniendo un buen día. Ya somos dos.

Mientras intento hablar con ella mi móvil comienza a sonar y tras saber lo que necesito me meto en uno de los pasillos grises y fríos y comienzo a buscar. Lo saco del bolsillo y contesto.

-Bieber –murmuro.
-Señor, soy Steve, Scooter dijo que le llamáramos.

Cruzo otro de los pasillos y subo unas escaleras. Este sitio realmente es grande a pesar de estar en un pueblo de pocos habitantes.

-Si –respondo mientras lucho por mantener la respiración al subir los últimos escalones.
-Somos del servicio de lápidas fúnebres señor.

Y de repente me quedo congelado y mis piernas dejan de responder. Me paro en seco y tomo una larga respiración antes de seguir caminando, esta vez más despacio.

-Si…
-Necesitamos saber qué nombre quiere que ocupe la lápida.

Vuelvo a sentir un malestar en el pecho que hace que me cueste respirar, como si mis pulmones quisieran salir corriendo. Aprieto la mandíbula y sigo caminando hasta ver al final del pasillo lo que buscaba.

-¿Señor? –repite el hombre al otro lado.
-Si, si, un momento –espeto.

Recorro el último pasillo y la piel de mi cuello se eriza de repente. Las manos comienzan a temblarme y siento que se me va la vida cuando acabo de acortar los últimos metros. Me encuentro plantado delante de una puerta de color negro y lucho por intentar mantener la calma y sacar valor para cruzar la puerta. Y entonces lo hago.

-El nombre que debe constar en la lápida es Anne Marie Hamilton.

Exhalo un largo e intenso suspiro haciendo que todo mi cuerpo recoja aire y giro el pomo de la puerta para encontrarme de lleno con ella. Traspaso la puerta y entonces la veo, Sweden. Mi Sweden. A pesar de estar llena de cables y conectada a una máquina sobre esa cama sigue siendo igual de preciosa. 
Sigue estando aquí.

Sigue siendo mía. 
-----------------------------------------------------------------------------------
Haz click y da RT aquí para saber quién leyó. Espero vuestros comentarios en el blog, tuenti o twitter. Gracias a todos por leer. 

3 comentarios:

  1. Tuuuuuuuu!!!!
    Te voy a matar sabes el susto q me lleve al pensar q se había muerto sweden, yo te mato enserio pfff -.-
    Menos mal q esta viva o te habria matao publica otro ya no nos dejes asi cojones xD

    ResponderEliminar
  2. OHHHHHH DIOOOOOOOOOOOOOS MMMMMMMMMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIOOOOOOOOOO!!!
    *Correción*
    OHHHHHH MYYYYYYYY BIIIIEEEEBEEEER!!!
    Madremia, me he leido la novela entera esta tarde.. solo en esta tarde (bueno, ya es por la noche..) Sabes que? Que eres un asquerosa!!!
    Pero una de las grandes! Como te atreves a hacerme pensar que había muerto? Jolines que estaba llorando como una imbecil...
    Yo pensando ya veras.. Pobrecito mi Justino..
    Jajajajja después de todo el drama, me presento(?)
    Hooooooooli! :3
    Soy olga, tengo 16, soy de españa, y estoy enamorada de tu novela!
    Jajajajja nahhh ya en serio, que me la he leido entera (y tus relatos tambien) y que cielo escribes increible3, y me encantan tanto los relatos como la novela! :3 Mola muchísimo cielo!
    PD:Subeeeee pronto! Jajaaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una marvada por acernos esto, a mi me paso lo mismo con su novela la e tenio q releer y todo por q me gusta demasiado xD

      Eliminar