Ahora te has
ido y siento un agujero enorme en el pecho, justo en el lugar en el que antes
estaba mi corazón. Y sé por qué, sé que es porque tú te lo llevaste y ahora
estoy vacía. Maldito Justin, te odio. Odio el mundo y me odio a mí. Odio ese
momento en el que te acostumbras a hablar con alguien cada día y se convierte
en algo imprescindible en tu vida. Lo necesitas para respirar hasta el punto en
el que cuando esa persona se va todo pierde sentido y nada importa. Me has
roto, y esto me está matando.
De repente
algo aleja mis pensamientos y me hace volver a la realidad. El teléfono suena y
me llevo las manos a los oídos instintivamente. Llevo horas llorando y no puedo
soportar ese maldito ruido. Lo cojo y me lo llevo a la oreja solo para que deje
de sonar. No quiero hablar con nadie, tal vez sea él.
Pero no lo
es.
-¿Casa
Hamilton? –dice una voz desconocida al otro lado del teléfono.
Y entonces mis alarmas se disparan.
-¿Quién es?
-¿Con quién
estoy hablando? –dice la voz masculina. Parece muy serio.
-Soy Sweden,
Sweden Hamilton ¿Qué ocurre?
-Hemos
estado buscando durante horas a todos sus familiares pero no encontramos a
nadie, ¿Dónde puedo encontrar al señor Hamilton?
Un
escalofrío recorre mi columna y me dan ganas de vomitar.
-El… el
señor Hamilton no vive aquí –susurro- él no es de esta familia.
-¿Tiene
abuelos, tíos, primos? –me exige.
-¿Qué ha
pasado? –me asusto ahora.
-Respóndame
señorita.
-¿Qué…
-Por favor.
-Quiero
saber que ha pasado –de repente algo hace click dentro de mi cabeza- ¿Dónde
está mi madre?
-Señorita
Sweden…
-¡Dímelo! –grito
incorporándome.
-Intentamos
encontrar a alguien familiar pero no conseguimos contactar con nadie señorita
–el hombre parece estar pensando que decir.
-Dígame que
coño está pasando ahora mismo.
-Anne
Hamilton… tuvo un accidente –murmura.
Un…
Un… accidente…
La
respiración se me corta y la sangre se drena por completo de mi cara. Mis ojos
se abren como platos y noto que mis manos tiemblan a espasmos. Un accidente.
Mierda, mamá, debería haberlo sabido antes. Debería haber llamado cuando supe
que no habías vuelto. Mama…
-¿Señorita?
–Se inquieta el hombre al otro lado- ¿Sweden? ¿Está ahí?
-¿Dónde
está? –susurro, casi no puede escucharme por lo que se queda en silencio.
-¿Cómo dice?
-Que donde
está –intento alzar la voz, pero no tengo.
Un silencio frío y ausente se hace al otro lado de la linea. El hombre respira varias veces y siento tensión en ambos lados del teléfono.
-Sweden…
-suspira él- Anne Hamilton ha muerto.
Y entonces
el mundo vuelve a caerse sobre mí, esta vez chafándome contra lo más profundo y
haciéndome atravesar el mismísimo infierno para dejarme ahí quemándome viva. El
teléfono cae de mis manos y choca contra el suelo. Me quedo inmóvil durante un
segundo y no quiero creerlo. Mi madre no puede haber muerto, ella está bien,
ella va a volver a dormir porque tenemos que ir de compras el sábado. Ella me
lo prometió y mi madre siempre cumple lo que promete. Ella es lo único que me
queda en esta vida y no va a irse porque sabe que no puede hacerlo. Ella va a
quedarse conmigo porque no puede dejarme sola. Ella no puede…
Noto una
punzada en el corazón y caigo de lado contra el suelo. Quedo una vez más como
antes había estado pero esta vez no sé qué pensar, no sé qué hacer, no sé cómo
reaccionar. Cojo una gran bocanada de aire pasados unos segundos porque se me
había olvidado respirar. Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas y cojo
rápidamente el teléfono. Esto tiene que ser un error. Mi madre no puede irse a
ninguna parte. Yo… yo la necesito.
-¿Oiga? –El
hombre ahora está gritando- ¡¿oiga?! ¿Hay alguien? ¡¿Hola?!
Intento
calmarme porque estoy segura de que se ha equivocado y contesto.
-Creo que ha
habido un error –murmuro.
-¿Es usted
Sweden Jane Hamilton?
-S-Si…
-En la base
de datos consta como hija de Anne Marie Hamilton y Patrick Jack Hamilton. ¿Es
así?
Una punzada
recorre mi pecho.
-Sí.
-Escúcheme
con atención –el hombre inspira y se arma de valor- ¿tiene usted algún familiar
con el que quedarse?
-Mi madre no
ha muerto, se ha equivocado.
-Sweden
–suspira- sé que esto es difícil pero ahora necesito saber quién va a quedarse
contigo. ¿Cuántos años tienes?
-Tengo
diecisiete años pero mi madre no ha muerto, ella está…
De repente
una pequeña esperanza nace dentro de mí y suelto el teléfono para salir
corriendo escaleras arriba. Cruzo el pasillo lo más rápido que puedo, me
tropiezo y caigo pero vuelvo a levantarme deprisa e irrumpo en la habitación de
mi madre para verla ahí acostada, como ella suele estar. La veo acostada en su
lado derecho, tapada con sus sábanas blancas de flores. Ella siempre duerme
boca abajo porque desde que mi padre se fue así se siente más protegida, ella
tiene muchas almohadas en el lado donde papá dormía porque así no se siente
sola. La cama tiene esas sábanas y la ventana está abierta porque hace calor.
Todo está igual que siempre.
Todo.
Excepto que
ella no está ahí.
Caigo de
rodillas al suelo y me llevo las manos a la cabeza. Me niego a pensar que ella
se ha ido. No puede haberse ido, ella me lo prometió. Dijo que siempre estaría
a mi lado. No puede hacerlo. No puede irse. Es mi madre, ella es la única
persona que me queda en esta vida y no puede alejarse también de mí, porque si
ella se va… yo me voy con ella.
Bajo al salón
de nuevo y cojo el teléfono para dejarlo de nuevo en su sitio pero escucho la
voz aún al otro lado del hombre. Aún sigue ahí. Aun más hecha pedazos vuelvo a
llevarlo a mi oído y simplemente escucho.
-¿Está ahí?
–dice.
Yo asiento
aunque sé que no puede verme, pero supongo que escucha mis sollozos ahogados
por lo que sigue hablando.
-¿Tiene
familia cerca de usted?
-No
–susurro.
-¿Abuelos?
-Todos han muerto.
-¿Tíos?
-No.
-¿Donde
reside su padre?
-Mi padre
nos abandonó hace años –trago saliva- el vive en otro país pero tampoco…
tampoco iba a volver.
-¿Amigos?
Y entonces
se me viene a la cabeza el único amigo y compañero que siempre había estado
para mí y que ahora tampoco se encuentra cerca. Justin.
-No…
-¿Me está
diciendo que no tiene a nadie con quien quedarse? –dice triste el hombre.
Las lágrimas
siguen cayendo fuerte por mi cara y de pronto me pregunto cómo es posible que
sigan saliendo después de horas. Definitivamente hoy no es mi día.
Y entonces
reacciono.
-¿Qué ha
pasado?
El hombre
parece verse aliviado al escuchar mi voz.
-Un
accidente de coche en la autopista A31. Ella iba sola.
No…
-Pero eso no
es posible –repito.
-¿Está sola
en este momento?
-Yo…
-¿Se
encuentra sola?
Esto tiene
que ser alguna especie de broma.
-¿Quién es
usted?
-Soy el
agente Matthew Jonson, de la comisaría centro.
-Usted ha
tenido que equivocarse.
-Oiga,
escúcheme –me pide- he revisado su ficha de datos con el DNI que encontramos
tras el… accidente. Anne Hamilton lo tenía en el bolso. En él me consta que
este es su número de teléfono y que
usted es hija única, se llama Sweden Jane Hamilton, tiene usted 17 años y es 0+
en su grupo sanguíneo. Estudió usted en la escuela superior de State crosh pero
acabó un año antes pues la adelantaron un curso ¿es cierto esto?
Cojo aire.
-Si…
-Sus padres
están divorciados, sus abuelos Jack y Stephany, Bryan y Tracy. ¿Cierto?
-Es… cierto…
-Señorita
Hamilton estoy cien por cien seguro de que estoy hablando con la persona
indicada. Siento mucho su pérdida pero mi trabajo ahora es saber con quién va a
quedarse.
-Ya le he
dicho que yo no tengo familia –mi voz se rompe y necesito unos minutos para
recuperarla- mi madre… mi madre es la única persona que está conmigo y por eso
no puede haber muerto.
-Lo siento,
pero si no tiene familia tendrá que entrar en un orfanato hasta que cumpla la mayoría
de edad.
Miro mis
zapatos que están mojados por las lágrimas y las manos siguen temblándome hasta
el punto en el que me duelen y las siento moradas por la presión que estoy
ejerciendo sobre mis puños. Esto no puede estar pasándome a mí. Todo esto
parece una de esas pesadillas que acaban con la salud mental de las personas,
debo haberme vuelto loca por completo.
-Señ…
-estampo el teléfono contra la mesa y sé que he colgado.
Me dejo caer
en el suelo y me apalanco contra el sofá. Miro al techo y las jodidas lágrimas
siguen empapando mi cara a pesar de que ni siquiera tengo tanto líquido en el
cuerpo. Me miro los puños y acto seguido los golpeo repetidas veces contra el
suelo hasta que me quedo sin fuerzas y comienzo a ver sangre. Definitivamente
este no es mi día, ni mi semana… ni mi mes… ni siquiera mi año. Esta no es mi
vida.
Entierro la
cabeza entre mis rodillas y comienzo a ahogar mis gritos contra las manos. Si
lo que ese hombre dice es cierto he perdido a la única persona que me quedaba
en esta vida, he perdido a lo más importante. Mi madre, la mujer que siempre ha
estado ahí para mí y la que me dio la vida. Ella me vio nacer y ahora yo tengo
que verla morir. Pero no puede ser, no es justo, es imposible que se vaya
porque me prometió ir el sábado de compras. No puede romper una promesa. Si se
va yo me quedo sola y no voy a ir a un jodido orfanato. Perdí a mis abuelos, mi
padre decidió desaparecer por su cuenta y antes de marcharse dijo “haced como
si yo hubiera muerto hoy” por lo que en realidad no tengo padre ya que no lo he
visto en años, ni siquiera sé si sigue vivo. No tengo tíos y siempre he sido
una jodida idiota solitaria. No tengo amigos porque no he querido tenerlos, o
tal vez simplemente porque soy lo que nadie está buscando. Nunca me había
incomodado estar sola, pero ahora… ahora lo estoy demasiado.
La cabeza
vuelve a darme un fuerte pinchazo y creo que en ese momento voy a ver mi
cerebro sobre el suelo. Agarro el bote de pastillas y me echo otras dos a la
boca. No he comido prácticamente nada en todo el día y ya he tomado dos pero
realmente me importa una mierda. Solo quiero callar este maldito dolor de
cabeza y mis pensamientos con él. Miro el bote fijamente y lo mezclo con mis
pensamientos. Uno pasa por mi mente y la cruza varias veces seguidas haciéndome
sonreír como una imbécil. Una vez leí que una de las mejores muertes es
quedarte dormido y no volver a despertar. Mueres soñando, mueres sin darte
cuenta y eso es muy dulce. Me gustaría morir así ¿no creen? Es una buena
manera. Miro alrededor de la habitación y noto que todo está negro, no hay luz,
ni ruido, no hay presencias. Me quedo mirando un punto fijo al final de la
escalera y me parece ver a mi madre, pero eso no puede ser… porque ella está
muerta.
Así será mi
vida de aquí en adelante. Estaré sola. Todo estará oscuro y yo siempre tirada
en un rincón sin poder hablar con nadie que no sea conmigo misma, porque además
de todo esto he echado de mi lado a la única persona que alguna vez pudo
preocuparse por mí, y ahora no soy nadie.
-Podría
morir en este momento y nadie se daría cuenta –susurro.
Es extraño
como nadie piensa en ti cuando estás viva, nadie se preocupa por cómo te
sientes o si estás bien o mal. Nadie se fija en ti… hasta que mueres. Entonces
todos piensan “oh, era una buena chica” y pasas a estar en boca de todos
durante unos días. Van a tu funeral, sueltan unas cuantas lágrimas y después te
olvidan. Te pudres ahí dentro y dejas de ser nadie porque nunca llegaste a
serlo. Simplemente desapareces.
Un
cosquilleo comienza a bailarme en el pecho y noto como mis manos se duermen.
Vaya, esto se siente bien. Miro mis manos que han dejado de temblar pero siguen
teniendo un color azul pálido. En ellas tengo el bote de pastillas que
misteriosamente me llama. Noto que he dejado de llorar, no sé si porque mis
anteriores pensamientos me gustaron o porque no me quedan lágrimas para
hacerlo. En cualquier caso hago una mueca y me llevo otro par de pastillas al
fondo de mi garganta. A la mierda con todo.
He dejado de
ser fuerte.
El
cosquilleo se hace más intenso y dejo de notar las manos. Los pies empiezan
ahora a bailarme y noto que me pesan mucho los ojos. Mis ideas comienzan a
alejarse y eso me gusta así que como si fueran caramelos introduzco otras dos.
Ya son ocho y lo extraño es que me siento bien. Empiezo a verlo todo aun más
oscuro y de repente el bote cae de mis manos y todas las pequeñas pastillas
color azul caen por el suelo haciendo un gracioso ruido. Se esparcen y quedan
ahí, quiero alcanzar más porque me gusta esta sensación pero ya no puedo
moverme. Noto mi lengua hincharse y comienzo a tener mucho frío. Caigo de lado
y me golpeo la cabeza contra el suelo, y me quedo ahí, inmóvil, viendo todo
volverse cada vez más oscuro y entonces dejo de pensar. Dejo de escuchar el silencio
y de repente el resplandor de la televisión sobre la puerta me deja ver un
movimiento. Ésta se abre y siento que estoy teniendo una alucinación.
Bendita
alucinación la que me deja verle por última vez antes de abandonar esa jodida
locura.
Es él, Justin atraviesa la puerta y puedo verlo. Tan perfecto, tan
sereno, tan… sonriente.
Siempre te amaré Justin, más allá de esta mierda que
llamamos vida, te amo y lo haré siempre.
Y entonces
todo se queda oscuro y yo desaparezco.
Continuará...
---------------------------------------------------------------------------------
Por favor, RT aquí si leíste el capítulo para saber cuanta gente está leyendo. Gracias.
ohhhh diosssss se me han escapado un par de lagrimas diossss no no no¡¡
ResponderEliminarJustin la tiene que salvar ¡¡
necesito el siguiente capitulo jajaa
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarpor dios no la dejes así
ResponderEliminarno he podido parar de llorar enserio
siguela, porfas
ya? Termino? Nooo porfavooorrr hazz mas justin.tiene.que salvarlewe
ResponderEliminarDlos me e viciado a tu historia enserio, ME ENCANTA!!!!! Pues eso publica ya , osea ya okI?
ResponderEliminarPuajaja nada q escribe muy bien y yo viciada esperando un nuevo cap :3