✖️

Podemos leernos también en http://nsgritandoensilencio.blogspot.com.es/, donde hablo de todo sobre nada y gritamos un poco en silencio.

viernes, 12 de julio de 2013

•"Tan solo una salida" {Capítulo 25}.

Ahora te has ido y siento un agujero enorme en el pecho, justo en el lugar en el que antes estaba mi corazón. Y sé por qué, sé que es porque tú te lo llevaste y ahora estoy vacía. Maldito Justin, te odio. Odio el mundo y me odio a mí. Odio ese momento en el que te acostumbras a hablar con alguien cada día y se convierte en algo imprescindible en tu vida. Lo necesitas para respirar hasta el punto en el que cuando esa persona se va todo pierde sentido y nada importa. Me has roto, y esto me está matando.

De repente algo aleja mis pensamientos y me hace volver a la realidad. El teléfono suena y me llevo las manos a los oídos instintivamente. Llevo horas llorando y no puedo soportar ese maldito ruido. Lo cojo y me lo llevo a la oreja solo para que deje de sonar. No quiero hablar con nadie, tal vez sea él.
Pero no lo es.

-¿Casa Hamilton? –dice una voz desconocida al otro lado del teléfono.

Y entonces mis alarmas se disparan.

-¿Quién es?
-¿Con quién estoy hablando? –dice la voz masculina. Parece muy serio.
-Soy Sweden, Sweden Hamilton ¿Qué ocurre?
-Hemos estado buscando durante horas a todos sus familiares pero no encontramos a nadie, ¿Dónde puedo encontrar al señor Hamilton?

Un escalofrío recorre mi columna y me dan ganas de vomitar.

-El… el señor Hamilton no vive aquí –susurro- él no es de esta familia.
-¿Tiene abuelos, tíos, primos? –me exige.
-¿Qué ha pasado? –me asusto ahora.
-Respóndame señorita.
-¿Qué…
-Por favor.
-Quiero saber que ha pasado –de repente algo hace click dentro de mi cabeza- ¿Dónde está mi madre?
-Señorita Sweden…
-¡Dímelo! –grito incorporándome.
-Intentamos encontrar a alguien familiar pero no conseguimos contactar con nadie señorita –el hombre parece estar pensando que decir.
-Dígame que coño está pasando ahora mismo.
-Anne Hamilton… tuvo un accidente –murmura.

Un…
Un… accidente…

La respiración se me corta y la sangre se drena por completo de mi cara. Mis ojos se abren como platos y noto que mis manos tiemblan a espasmos. Un accidente. Mierda, mamá, debería haberlo sabido antes. Debería haber llamado cuando supe que no habías vuelto. Mama…

-¿Señorita? –Se inquieta el hombre al otro lado- ¿Sweden? ¿Está ahí?
-¿Dónde está? –susurro, casi no puede escucharme por lo que se queda en silencio.
-¿Cómo dice?
-Que donde está –intento alzar la voz, pero no tengo.

Un silencio frío y ausente se hace al otro lado de la linea. El hombre respira varias veces y siento tensión en ambos lados del teléfono. 

-Sweden… -suspira él- Anne Hamilton ha muerto.

Y entonces el mundo vuelve a caerse sobre mí, esta vez chafándome contra lo más profundo y haciéndome atravesar el mismísimo infierno para dejarme ahí quemándome viva. El teléfono cae de mis manos y choca contra el suelo. Me quedo inmóvil durante un segundo y no quiero creerlo. Mi madre no puede haber muerto, ella está bien, ella va a volver a dormir porque tenemos que ir de compras el sábado. Ella me lo prometió y mi madre siempre cumple lo que promete. Ella es lo único que me queda en esta vida y no va a irse porque sabe que no puede hacerlo. Ella va a quedarse conmigo porque no puede dejarme sola. Ella no puede…

Noto una punzada en el corazón y caigo de lado contra el suelo. Quedo una vez más como antes había estado pero esta vez no sé qué pensar, no sé qué hacer, no sé cómo reaccionar. Cojo una gran bocanada de aire pasados unos segundos porque se me había olvidado respirar. Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas y cojo rápidamente el teléfono. Esto tiene que ser un error. Mi madre no puede irse a ninguna parte. Yo… yo la necesito.

-¿Oiga? –El hombre ahora está gritando- ¡¿oiga?! ¿Hay alguien? ¡¿Hola?!

Intento calmarme porque estoy segura de que se ha equivocado y contesto.

-Creo que ha habido un error –murmuro.
-¿Es usted Sweden Jane Hamilton?
-S-Si…
-En la base de datos consta como hija de Anne Marie Hamilton y Patrick Jack Hamilton. ¿Es así?

Una punzada recorre mi pecho.

-Sí.
-Escúcheme con atención –el hombre inspira y se arma de valor- ¿tiene usted algún familiar con el que quedarse?
-Mi madre no ha muerto, se ha equivocado.
-Sweden –suspira- sé que esto es difícil pero ahora necesito saber quién va a quedarse contigo. ¿Cuántos años tienes?
-Tengo diecisiete años pero mi madre no ha muerto, ella está…

De repente una pequeña esperanza nace dentro de mí y suelto el teléfono para salir corriendo escaleras arriba. Cruzo el pasillo lo más rápido que puedo, me tropiezo y caigo pero vuelvo a levantarme deprisa e irrumpo en la habitación de mi madre para verla ahí acostada, como ella suele estar. La veo acostada en su lado derecho, tapada con sus sábanas blancas de flores. Ella siempre duerme boca abajo porque desde que mi padre se fue así se siente más protegida, ella tiene muchas almohadas en el lado donde papá dormía porque así no se siente sola. La cama tiene esas sábanas y la ventana está abierta porque hace calor. 
Todo está igual que siempre.
Todo.
Excepto que ella no está ahí.

Caigo de rodillas al suelo y me llevo las manos a la cabeza. Me niego a pensar que ella se ha ido. No puede haberse ido, ella me lo prometió. Dijo que siempre estaría a mi lado. No puede hacerlo. No puede irse. Es mi madre, ella es la única persona que me queda en esta vida y no puede alejarse también de mí, porque si ella se va… yo me voy con ella.

Bajo al salón de nuevo y cojo el teléfono para dejarlo de nuevo en su sitio pero escucho la voz aún al otro lado del hombre. Aún sigue ahí. Aun más hecha pedazos vuelvo a llevarlo a mi oído y simplemente escucho.

-¿Está ahí? –dice.

Yo asiento aunque sé que no puede verme, pero supongo que escucha mis sollozos ahogados por lo que sigue hablando.

-¿Tiene familia cerca de usted?
-No –susurro.
-¿Abuelos?
-Todos han muerto.
-¿Tíos?
-No.
-¿Donde reside su padre?
-Mi padre nos abandonó hace años –trago saliva- el vive en otro país pero tampoco… tampoco iba a volver.
-¿Amigos?

Y entonces se me viene a la cabeza el único amigo y compañero que siempre había estado para mí y que ahora tampoco se encuentra cerca. Justin.

-No…
-¿Me está diciendo que no tiene a nadie con quien quedarse? –dice triste el hombre.

Las lágrimas siguen cayendo fuerte por mi cara y de pronto me pregunto cómo es posible que sigan saliendo después de horas. Definitivamente hoy no es mi día.
Y entonces reacciono.

-¿Qué ha pasado?

El hombre parece verse aliviado al escuchar mi voz.

-Un accidente de coche en la autopista A31. Ella iba sola.

No…

-Pero eso no es posible –repito.
-¿Está sola en este momento?
-Yo…
-¿Se encuentra sola?

Esto tiene que ser alguna especie de broma.

-¿Quién es usted?
-Soy el agente Matthew Jonson, de la comisaría centro.
-Usted ha tenido que equivocarse.
-Oiga, escúcheme –me pide- he revisado su ficha de datos con el DNI que encontramos tras el… accidente. Anne Hamilton lo tenía en el bolso. En él me consta que este es su número de teléfono y  que usted es hija única, se llama Sweden Jane Hamilton, tiene usted 17 años y es 0+ en su grupo sanguíneo. Estudió usted en la escuela superior de State crosh pero acabó un año antes pues la adelantaron un curso ¿es cierto esto?

Cojo aire.

-Si…
-Sus padres están divorciados, sus abuelos Jack y Stephany, Bryan y Tracy. ¿Cierto?
-Es… cierto…
-Señorita Hamilton estoy cien por cien seguro de que estoy hablando con la persona indicada. Siento mucho su pérdida pero mi trabajo ahora es saber con quién va a quedarse.
-Ya le he dicho que yo no tengo familia –mi voz se rompe y necesito unos minutos para recuperarla- mi madre… mi madre es la única persona que está conmigo y por eso no puede haber muerto.
-Lo siento, pero si no tiene familia tendrá que entrar en un orfanato hasta que cumpla la mayoría de edad.

Miro mis zapatos que están mojados por las lágrimas y las manos siguen temblándome hasta el punto en el que me duelen y las siento moradas por la presión que estoy ejerciendo sobre mis puños. Esto no puede estar pasándome a mí. Todo esto parece una de esas pesadillas que acaban con la salud mental de las personas, debo haberme vuelto loca por completo.

-Señ… -estampo el teléfono contra la mesa y sé que he colgado.

Me dejo caer en el suelo y me apalanco contra el sofá. Miro al techo y las jodidas lágrimas siguen empapando mi cara a pesar de que ni siquiera tengo tanto líquido en el cuerpo. Me miro los puños y acto seguido los golpeo repetidas veces contra el suelo hasta que me quedo sin fuerzas y comienzo a ver sangre. Definitivamente este no es mi día, ni mi semana… ni mi mes… ni siquiera mi año. Esta no es mi vida.

Entierro la cabeza entre mis rodillas y comienzo a ahogar mis gritos contra las manos. Si lo que ese hombre dice es cierto he perdido a la única persona que me quedaba en esta vida, he perdido a lo más importante. Mi madre, la mujer que siempre ha estado ahí para mí y la que me dio la vida. Ella me vio nacer y ahora yo tengo que verla morir. Pero no puede ser, no es justo, es imposible que se vaya porque me prometió ir el sábado de compras. No puede romper una promesa. Si se va yo me quedo sola y no voy a ir a un jodido orfanato. Perdí a mis abuelos, mi padre decidió desaparecer por su cuenta y antes de marcharse dijo “haced como si yo hubiera muerto hoy” por lo que en realidad no tengo padre ya que no lo he visto en años, ni siquiera sé si sigue vivo. No tengo tíos y siempre he sido una jodida idiota solitaria. No tengo amigos porque no he querido tenerlos, o tal vez simplemente porque soy lo que nadie está buscando. Nunca me había incomodado estar sola, pero ahora… ahora lo estoy demasiado.

La cabeza vuelve a darme un fuerte pinchazo y creo que en ese momento voy a ver mi cerebro sobre el suelo. Agarro el bote de pastillas y me echo otras dos a la boca. No he comido prácticamente nada en todo el día y ya he tomado dos pero realmente me importa una mierda. Solo quiero callar este maldito dolor de cabeza y mis pensamientos con él. Miro el bote fijamente y lo mezclo con mis pensamientos. Uno pasa por mi mente y la cruza varias veces seguidas haciéndome sonreír como una imbécil. Una vez leí que una de las mejores muertes es quedarte dormido y no volver a despertar. Mueres soñando, mueres sin darte cuenta y eso es muy dulce. Me gustaría morir así ¿no creen? Es una buena manera. Miro alrededor de la habitación y noto que todo está negro, no hay luz, ni ruido, no hay presencias. Me quedo mirando un punto fijo al final de la escalera y me parece ver a mi madre, pero eso no puede ser… porque ella está muerta.

Así será mi vida de aquí en adelante. Estaré sola. Todo estará oscuro y yo siempre tirada en un rincón sin poder hablar con nadie que no sea conmigo misma, porque además de todo esto he echado de mi lado a la única persona que alguna vez pudo preocuparse por mí, y ahora no soy nadie.

-Podría morir en este momento y nadie se daría cuenta –susurro.

Es extraño como nadie piensa en ti cuando estás viva, nadie se preocupa por cómo te sientes o si estás bien o mal. Nadie se fija en ti… hasta que mueres. Entonces todos piensan “oh, era una buena chica” y pasas a estar en boca de todos durante unos días. Van a tu funeral, sueltan unas cuantas lágrimas y después te olvidan. Te pudres ahí dentro y dejas de ser nadie porque nunca llegaste a serlo. Simplemente desapareces.
Un cosquilleo comienza a bailarme en el pecho y noto como mis manos se duermen. Vaya, esto se siente bien. Miro mis manos que han dejado de temblar pero siguen teniendo un color azul pálido. En ellas tengo el bote de pastillas que misteriosamente me llama. Noto que he dejado de llorar, no sé si porque mis anteriores pensamientos me gustaron o porque no me quedan lágrimas para hacerlo. En cualquier caso hago una mueca y me llevo otro par de pastillas al fondo de mi garganta. A la mierda con todo.

He dejado de ser fuerte.

El cosquilleo se hace más intenso y dejo de notar las manos. Los pies empiezan ahora a bailarme y noto que me pesan mucho los ojos. Mis ideas comienzan a alejarse y eso me gusta así que como si fueran caramelos introduzco otras dos. Ya son ocho y lo extraño es que me siento bien. Empiezo a verlo todo aun más oscuro y de repente el bote cae de mis manos y todas las pequeñas pastillas color azul caen por el suelo haciendo un gracioso ruido. Se esparcen y quedan ahí, quiero alcanzar más porque me gusta esta sensación pero ya no puedo moverme. Noto mi lengua hincharse y comienzo a tener mucho frío. Caigo de lado y me golpeo la cabeza contra el suelo, y me quedo ahí, inmóvil, viendo todo volverse cada vez más oscuro y entonces dejo de pensar. Dejo de escuchar el silencio y de repente el resplandor de la televisión sobre la puerta me deja ver un movimiento. Ésta se abre y siento que estoy teniendo una alucinación. 
Bendita alucinación la que me deja verle por última vez antes de abandonar esa jodida locura. 
Es él, Justin atraviesa la puerta y puedo verlo. Tan perfecto, tan sereno, tan… sonriente. 
Siempre te amaré Justin, más allá de esta mierda que llamamos vida, te amo y lo haré siempre.

Y entonces todo se queda oscuro y yo desaparezco.

Continuará...
---------------------------------------------------------------------------------
Por favor, RT aquí si leíste el capítulo para saber cuanta gente está leyendo. Gracias. 

5 comentarios:

  1. ohhhh diosssss se me han escapado un par de lagrimas diossss no no no¡¡
    Justin la tiene que salvar ¡¡
    necesito el siguiente capitulo jajaa

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. por dios no la dejes así
    no he podido parar de llorar enserio
    siguela, porfas

    ResponderEliminar
  4. ya? Termino? Nooo porfavooorrr hazz mas justin.tiene.que salvarlewe

    ResponderEliminar
  5. Dlos me e viciado a tu historia enserio, ME ENCANTA!!!!! Pues eso publica ya , osea ya okI?
    Puajaja nada q escribe muy bien y yo viciada esperando un nuevo cap :3

    ResponderEliminar