Justin entra
y cierra la puerta tras él, toma asiento en uno de los bancos que hay en un
extremo y cruza sus brazos.
-¿De qué va
esto? –me giro hacia él.
-Me he
pasado un poco ahí abajo –dice- quería pedirte disculpas.
-Como
quieras –murmuro, y vuelvo a darme la vuelta dándole la espalda.
-Oye ¿Qué…
-de repente se queda callado, miro su reflejo y observo que su sonrisa ha
vuelvo a desaparecer.
-¿Qué pasa
ahora? –murmuro sin posar mis ojos en él.
Justin mira
mi espalda.
-Estás
herida –susurra tenso- ven aquí.
Ruedo una
vez más sobre mi misma para enfrentarme a él.
-Y tú tienes
el jodido labio roto, Justin –le señalo- esto no es nada.
-Ven aquí
–extiende su mano.
-Solo si me
dejas curarte –suelto el algodón y lo dejo sobre el lavabo.
Éste me mira
durante un momento en silencio y entonces suspira.
-Como
quieras, pero ven aquí de una vez.
Abro uno de
los cajones y saco más algodones y botes de primeros auxilios. Arrastro otro de
los bancos frente a él y me siento cara a cara. Nuestras miradas se encuentran
durante un segundo y entonces Justin vuelve a transformarse.
Sus ojos aún
son de un marrón oscuro y frío. No hay rastro de la miel que suele brillar
dentro de ellos, es extraño. A pesar de ello su mirada ahora es más intensa y
parece querer taladrarme el alma. Le sostengo la mirada intentando averiguar
qué está pasando y abro la boca para formular una pregunta, pero entonces veo
que sus labios se aprietan en dos finas líneas señal de molestia y entonces
decido volver a cerrar la boca y centrarme el en algodón que sostengo entre mis
manos.
Bajo la
vista evitando el contacto visual ahora y extraigo de la bolsa dos trozos
grandes de algodón, abro el tapón y los mojo. Todo está en silencio, un
silencio incómodo. Noto aún la mirada de Justin clavada en mi cara pero no
levanto la cabeza. Juego unos segundos con la botella y la dejo a un lado. Está
bien. Subo mis ojos hasta sus labios evitando encontrarme con su mirada dura.
Me acerco a él un poco más y doy un pequeño toque sobre la herida haciendo que
se estremezca y apriete los ojos con fuerza. Al menos ahora no me mira. Sigo
acariciando con el algodón la sangre hasta que desaparece y en su lugar queda
visible una pequeña raja abierta que comienza a convertirse en una concha. Subo
un poco más la mirada hasta su pómulo y echo un poco más de alcohol donde se ve
la piel roja.
Listo.
Él abre los ojos y vuelve a penetrarme hasta el más
interno pensamiento de mi cabeza. Suspiro y decido que esto es ridículo, por lo
que me pongo en pie y me giro para volver al lavabo pero un fuerte agarre en mi
muñeca me lo impide.
-Ahora tú
–murmura frio.
-¿Qué?
–escuchar su voz de nuevo hace que comience a dolerme el estómago, sobretodo
porque no es su voz, sino un ruido duro y fuerte. Él no es Justin. Mi Justin.
-Voy a
curarte yo.
-No es
necesario –susurro.
-Siéntate.
Le hago caso
y ocupo el lugar de antes, el me quita el bote de las manos y moja dos nuevos
trozos de algodón. Pasa la mirada por mi abdomen y mi sujetador y entonces
comienzo a sentirme incómoda. Noto ahora un pequeño cambio en su expresión que
hace que me relaje un poco. Él también está nervioso. Su respiración se hace
más rápida y entonces se acerca para pasar el líquido frio por mi costado. Noto
su respiración en mi hombro mientras se mantiene echado hacia delante para
poder ver las heridas. Puedo oler su pelo, un ligero aroma a fresco y tierra
llena mis sentidos. Se vuelve a incorporar y me mira.
-Ya está.
Le miro y el aparta la mirada de nuevo hacia
la pared del fondo.
-Bien.
Me levanto
esta vez y me dirijo fuera, abro mi armario y agarro una camiseta de tirantes,
la paso por mi cabeza haciendo una mueca al tocar los rasguños y me siento
sobre la cama mirando fijamente fuera, a través de la ventana. Ya es de noche.
Él sale entonces
del baño y se para frente a mí.
-Lo siento
–susurra.
Ha vuelto.
-¿El qué?
-Todo –su
voz está rota- todo esto.
Me quedo
mirándole en silencio y entonces me doy cuenta de la expresión de su cara. Está
luchando una batalla interna muy dentro de él. Está angustiado y en sus ojos se
puede ver un dolor intenso. Sus labios están apretados. Está pero no está, es
diferente… pero sigue siendo Justin.
-Ven aquí
–le pido, y me hago a un lado para que se siente.
Avanza y se
gira para quedar de nuevo frente a frente.
-Esto… -coge
aire como si se estuviera armando de valor y respira varias veces antes de
seguir hablando- esto no debería haber pasado. Yo… lo siento de verdad, jamás
debería haber dejado que llegara tan lejos –sus ojos se clavan ahora en el
suelo y pasa su mano fuertemente por la nuca buscando paciencia- Es culpa mía.
Y entonces
lo entiendo todo.
No está
enfadado conmigo, sino consigo mismo.
-Justin, no
es…
-Si Sweden
–me mira rápidamente- claro que lo es.
Suspiro e
intento buscar algo coherente que decir.
-Nadie tiene
la culpa de que todo se haya vuelto tan complicado. Ni tú –pongo mi mano sobre
su rodilla- ni yo.
Él la mira
peleando con su conciencia e intentando averiguar si poner su mano sobre la mía
o mantenerla dentro de su bolsillo. Tras unos segundos opta por la segunda
opción.
-Esto no
está bien –dice irritado.
-¿Vas a
decirme de una vez que te pasa? –le exijo ahora, estoy cansada de esto.
Justin
levanta la mirada derrotado y algo dentro de mí se rompe en mil pedazos.
-¿Quieres
saber qué es lo que me pasa? –Está enfadado de nuevo- me pasa que casi te
violan Sweden –ambos sentimos un escalofrío ante ese comentario- me pasa que
quiero estrellarme contra una pared porque me siento basura en este momento. Me
pasa que llevo horas pensando en qué habría pasado si yo no hubiera llegado a
estar ahí y en qué habría sido de mí si te hubiera pasado algo.
-No me ha
pasado nada –intento calmarlo.
-¿Es que no
lo entiendes? –Alza la voz- he muerto cien veces cuando te he visto ahí tirada
–aprieta su puño- joder, quería matarlo ahí mismo y después matarme a mí por
haberlo permitido tocarte.
Suspiro.
Esto es demasiado.
-Jus…
-No Sweden
–busca ahora mis ojos- creo que esto es demasiado. Creo que no merezco tenerte
cerca porque lo he intentado y casi…
-¿Qué
quieres decir? – le corto.
Él se
retuerce y vuelve a coger aire.
-Creo que
estarías mejor sin mí.
Y de repente
el mundo cae en forma de meteorito contra mi cabeza haciendo que quiera
explotar en mil pedazos. Me quedo congelada y quiero gritar, quiero darle una bofetada
en la cara porque odio lo que acaba de decir. Dentro de mí se abre un gran
agujero y noto como me desgarra por dentro.
-Me
prometiste que lucharías –susurro, aunque casi no se escucha.
-Y lo estoy
haciendo –murmura- no sabes cuánto me está costando estar aquí sentado ahora
mismo y no salir corriendo a buscar a ese bastardo hijo de puta.
De repente
el recuerdo de Scott sobre mi cuerpo hace que sienta una arcada y tiemblo.
-Yo solo
quiero olvidarlo.
-Pero yo no
puedo hacerlo –dice.
-La vida son
las cosas difíciles.
Él abre la
boca y después vuelve a cerrarla quedando de nuevo en silencio. Baja la mirada
y después la sube hasta mis ojos. Ahora se han aclarado.
-Te quiero
más que a mi vida, Sweden –susurra- pero moriría de mil formas diferentes si te
llegara a pasar algo por mi culpa.
-¿Qué quiere
decir eso?
-Quiere
decir que ante todo voy a protegerte.
-No lo harás
si no estás a mi lado –y ahora soy yo quien se rompe en mil pedazos y una
lágrima cae sobre mi mejilla y comienza su carrera.
-No llores,
por favor.
-¿Ya no…
-comienzo, pero el coge mi mano y la aprieta fuertemente.
-Existen dos
tipos de personas –me corta- tu, y todas las que no me importan una mierda. En
este momento eres lo único que me hace seguir aquí, y por eso tengo que
protegerte.
-Pues hazlo,
pero no te alejes.
Nuestras
miradas se capturan y quedan congeladas. Aprieta su mano contra la mía para
después relajarla y entrelazar nuestros dedos. Noto sus ojos volviendo a
mostrar la miel y ahora sé que está aquí.
-No podría
vivir sin ti.
Y un
sentimiento extraño se abre paso dentro de mi estómago. Se encoje y después
sale a través de mis órganos, llega a mi corazón y lo abraza. Y las palabras
sobran. Todo sobra. Sonríe ahora de esa forma tan suya que me vuelve loca y me
lanzo sin pensarlo sobre él. Caigo en sus brazos y él me coloca a horcajadas
sobre sus piernas, me abraza fuerte y ambos nos quedamos ahí. Quietos. Notando
nuestras respiraciones agitadas, yo contra su pecho y el contra mi pelo. Noto
que sus manos buscan mi cara y levanta mi barbilla para volver a encontrarnos.
Le miro, me
mira, y entonces se acerca alejando el aire que nos separa y reclamando mis
labios. Sus ojos viajan hacia mi boca y yo le imito. Me quiere, y yo lo deseo a
él. El calor se hace más cercano y sus labios rozan los míos en una caricia
desesperada que hace que mis sentidos despierten de golpe de la manera más
brutal. Y entonces me besa. Noto sus labios carnosos y suaves contra los míos
gritando necesidad, nuestro beso se hace más fuerte y siento un ligero sabor a
sangre. Él hace una mueca y se separa unos centímetros. Aprieta sus ojos y
gime.
-Mierda
–susurro- lo siento.
Justin
relaja su expresión y acerca mi cara de nuevo.
-Demonios,
ven aquí –murmura- no sabes cuánto tiempo llevo esperando volver a hacer esto.
Y sus labios
encuentran los míos de nuevo. Esta vez con más calma pero con más impaciencia,
una extraña mezcla que me eriza la piel. Su respiración se hace más intensa y
con ello la mía se despierta. Una de sus manos corre hasta mi espalda
acercándome más a él y la otra presiona mi barbilla, yo recojo su súplica y
abro más la boca permitiéndole el paso a su lengua que entra sin pedir permiso
buscando la mía. Se encuentran, una caricia, dos. Y después bailan. Se hacen
una y siento un escalofrío que recorre mi espina dorsal haciendo que me
retuerza sobre él. Paso mis manos a su cuello y estiro de su pelo hacia atrás
haciendo que ahora su boca se haga más grande y soy yo quien entra esta vez.
Una dulce lucha se lleva a cabo dentro de nosotros y me siento bien de nuevo
después de mucho tiempo, demasiado. Pararía el tiempo y rompería todos los
relojes del mundo para poder quedarme así eternamente. Hago más suave el beso
hasta que me separo de su boca para coger aire y él sonríe.
-Vas a
matarme –susurro.
-¿Qué me has
hecho, Swed? –murmura excitado.
-Podría
preguntarte lo mismo.
Sostengo su
mirada y él vuelve a acercarme a su pecho para juntar nuestros labios de nuevo,
y lo cierto es que estaba pensando justamente lo mismo en ese instante. Su boca
es una droga, una droga dulce que se mete en mis venas y me hace desear más, me
hace desearlo a él hasta el último aliento. Y tras unos minutos es él quien se
separa para buscar un poco de aire. Me mira para buscar más pero retrocedo unos
centímetros porque sé que si me dejo llevar perderé el poco auto-control que
tengo cuando estoy a su lado y ninguno de los dos podrá parar, y entonces
estaremos perdidos. Siento un pinchazo en el costado al incorporarme y me
siento a un lado de la cama, dejándole allí, pidiendo que vuelva.
-Voy a darme
una ducha –sonrío de lado.
Me levanto y
cojo una toalla de la segunda estantería dentro del armario. Me dirijo al baño
y antes de cerrar la puerta me vuelvo para ver sus ojos, que me han seguido
todo el camino.
-¿Vas a
irte?
-Solo unos minutos
–murmuro- y creo que a ti tampoco te vendría mal una ducha de agua fría.
El me mira
sin entender mi comentario y yo río para mis adentros. Señalo sus pantalones
con mi dedo índice y el sigue el trayecto con su mirada. Sus ojos se quedan
fijos en su entrepierna y entonces sonríe.
-Exacto
–bufo, y cierro la puerta detrás de mí.
-----------------------------------------------------------------------------------
Y he vuelto. Solo quería pediros perdón por haber estado todo este tiempo sin publicar pero casi no podía escribir y estaba agobiada por lo que decidí dejar la novela durante un tiempo. Ahora estoy aquí y solo quería deciros que vuelvo a tener más ganas que nunca por lo que publicaré capítulos más a menudo. Espero que sigáis aquí leyéndome ya que yo no voy a dejar de escribir.
Gracias a todos los que sacáis un poco de tiempo para leerme.
Si leíste el capítulo haz click aquí y da RT a este tweet. Espero que os haya gustado.
ohh diosss mio ¡¡¡ si si ,,puff menos mal que no rompieron¡
ResponderEliminardioss qeu mal lo a pasado justin y ella tambien ¡¡ jjjaaj
siguiente