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miércoles, 2 de enero de 2013

•"Tan solo una salida" {Capítulo 18}.


-Te quiero, princesa -susurra Justin al otro lado del teléfono.

Y así, ambos volvemos a cobrar vida. Noto como la voz de Justin se vuelve dulce y ahora sé que estoy preparada para afrontarme a esto. Y que el también lo está. Hablamos. Le cuento todo lo que ha pasado desde la última vez y lo mucho que le extraño. Le digo que mientras ambos sigamos llevando esos collares nadie va a separarnos. Que le quiero como no quise a nadie en mi vida y que no voy a dejar que nos separen. Solo nosotros decidimos nuestro destino, y el mío es estar junto a él.

-Supongo que no me harás caso si te digo que no hagas esto –reprocha- si te pido que dejes a Scott y no te acerques a él.
-No, no lo haré.
-¿Y si te lo suplico? –Su voz se vuelve tierna- no es la mejor solución.
-Es la única solución ahora.
-Esa foto me da igual Sweden –ahora se pone serio- lo digo enserio, no me importa que la gente se entere de que tengo a la persona más increíble a mi lado.
-Esto no es solo por esa foto Justin, lo sabes.
-Si –asiente al otro lado- lo sé.
-Voy a devolverle todas y cada una de las putadas que me ha hecho.

Y el silencio vuelve a inundarlo todo.

-No dejes que te enamore –me pide.
-No pienso hacerlo.

Acordamos que pronto acabaremos con todo esto y podremos volver a abrazarnos. Como aquel día. Como nuestro primer día.


Esa noche tengo un sueño. Un sueño que por primera vez en mucho tiempo hace que sienta mariposas en el estomago. Mis pesadillas se hunden en lo más profundo para dejar a la luz uno de los mejores sueños de mi vida. Y Justin está en el.


##
Habían pasado ya seis días desde la cita con Scott, y desde entonces no había vuelto a saber nada de él. Puede que se lo hubiera pensado mejor y hubiera decidido que toda esta historia es una tontería. O puede que mi conversación con él le hubiera abierto los ojos y por fin comprendiera que jamás volvería con él. Por nada del mundo. En la vida.

Desde nuestra llamada de reconciliación, Justin prometió que muchas cosas iban a cambiar, y comenzó a llamarme cada día. Al levantarme veía un mensaje de texto deseándome buenos días y cada vez que tenía un hueco me llamaba para asegurarse de que todo seguía bien. En una de nuestras conversaciones a altas horas de la madrugada, como solíamos hacer en aquellos tiempos en los que todo era fácil, comenzamos a buscar soluciones en cuanto al tema de Scott e ideamos un plan de venganza al que Justin llamó “efecto orco”. El plan aún no estaba del todo acabado, pues yo estaba esperando la llamada de Scott para una segunda cita en la que supuestamente aclararíamos las condiciones y funcionamiento de esta historia de locos absurda. Prometí a Justin que le mantendría informado, y así fue.


Esa mañana me levanto con un mal presentimiento. Miro el reloj y veo que las agujas no marcan más de las cinco. Me he desvelado. Un escalofrío recorre mi cuerpo y doy por seguro de que hoy será un día difícil. Me levanto de la cama como puedo y me envuelvo en una manta. Bajo al salón y me sorprende ver que mi madre está viendo la televisión en el sofá.

-Buenos días –murmura tirada boca arriba.
-Todavía no es de día –contesto.
-¿Qué hora es?
-Las cinco.
-¿Y qué haces despierta? –gira la cabeza en mi busca.
-Bueno… -me acerco al sofá y me dejo caer a su lado- últimamente no duermo demasiado bien.
-¿Y eso es debido a…
-Nada en particular –miento.
-Vamos Sweden –sonríe irónicamente- soy tu madre. Recuerda que estamos conectadas por algo extraño que me activa el instinto.

Ella se incorpora para poder hablar mejor y yo la miro durante un instante preguntándome si debería o no contarle toda la historia. Supongo que no es necesario dar muchos detalles, así que accedo.

-Problemas con los chicos –suspiro.

Mi madre me mira fijamente.

-¿Justin?
-Bueno…
-Creía que Justin era un buen chico, parece muy simpático –mira la televisión sin ver demasiado- además parecía que estaba loquito por ti.
-No mamá –sonrío- no es Justin el problema. El es… -cojo aire y lo expulso detenidamente- él es muy bueno conmigo.
-¿Entonces?

Mi mirada se fija en el suelo mientras intento buscar las palabras adecuadas que cuenten mi historia sin decir nada en realidad.

-¿Ves esas películas en las que la protagonista se enamora de un chico que cree su príncipe azul, con el cual todo es perfecto… hasta que aparece el malo de la película con su caballo negro y su espada envenenada?
-¿Ajam? –mi madre parece interesada en lo que le digo, que en realidad es la historia de mi vida.
-Pues bien, la chica y su príncipe azul creen que todo es tan fácil como amarse, y que el amor todo lo puede. Ellos creen que mientras estén juntos nada más puede entrometerse entre ellos. Pero lo que el príncipe no sabe es que hay un hombre malvado que antes le hizo daño a la chica, y que como no consiguió lo que quería volvió para estropear su historia de amor.
-¿Y que busca exactamente el chico malo?
-Busca separarlos y llevarse presa a la chica para impedir que sea feliz.
-¿Y no hay un hada madrina en la historia que pueda ayudarla? –pregunta.
-No… en esta historia solo hay tres personajes.
-Pero recuerda que el bien siempre triunfa en las películas, y a pesar de que hayan obstáculos el príncipe siempre consigue a la princesa y el malo acaba desapareciendo. El destino está en manos de la chica.
-No es tan fácil cuando el protagonista es el malo –suspiro.
-Cariño… -mi madre me acaricia la cara con su mano dulcemente- creo que el problema de esta película es que la chica no sabe aún lo importante que es ella en esa historia –sonríe- creo que ella tiene la clave para que todo salga como espera, pero aún no ha descubierto como conseguir tomar los mandos de ese cuento.

Miro fijamente los ojos vivos de mi madre y me doy cuenta de que ha entendido mucho más de lo que me hubiera gustado.  Me sonríe tiernamente y después me da un beso en la mejilla.

-Recuerda que el bien vence siempre al mal.

Ella se levanta y, así, sin más… se dirige dando pequeños saltitos hacia la cocina en busca de una taza de chocolate muy caliente. Vuelve con dos, y uno de ellos me lo entrega. Pasa el tiempo mientras miramos entretenidas la televisión y cuando quiero darme cuenta ya son las diez.

Subo a mi habitación y me meto a la ducha. Mientras me visto mi móvil suena y me acerco para leer el mensaje que hay en mi pantalla.

“Segunda cita. A las doce en el parque frente al arroyo. No llegues tarde”.

Y ha llegado el día. Mis ilusiones se pierden. Scott sigue vivo, no ha muerto repentinamente como yo esperaba, y tampoco se ha pensado mejor toda esta locura. Sigue empeñado en jugar a un juego que no tiene un final coherente. No sé cómo va a acabar esto y tampoco sé que pretende en realidad.



Cinco minutos antes de la hora prevista me encuentro sentada en un banco al fondo del paseo, con los cascos puestos y la música a tope. Cierro los ojos mientras el sol me da en la cara y calienta mis parpados, aprieto fuerte los puños deseando despertar al lado de Justin y que todo esto haya sido solo una pesadilla.

Alguien toca mi hombro y estoy tan sumida en mis pensamientos que creo que es él quien estará junto a mí, pero al mirar a esa persona a la cara la sonrisa se borra de mi rostro y vuelvo a fijar la vista en la pantalla de mi móvil.

-Hola –Scott se sienta a mi lado.

Le miro en silencio y apago la música.

-¿Qué tal estas hoy? –pregunta cauto, sin acercarse demasiado a mí.
-Estaba bien –respondo seca- pero ahora tengo unas tremendas ganas de vomitar.
-Veo que no has hecho caso a lo que te dije el otro día –sonríe amargo.
-¿En cuanto a lo de ser simpática contigo? –río- déjame pensar… hmmm… no.
-Peor para ti.
-Seguro que no puede haber nada mucho peor que estar aquí en compañía de ti  –sonrío irónica.

Scott me mira receloso unos segundos y después se recuesta sobre el respaldo del banco cruzando los brazos sobre su pecho, se acerca un poco más a mí y mira al cielo pensativo.

-Está bien, esto es lo que haremos –gira la cabeza hacia mi- tu quieres la foto y yo quiero que seas mía.
-Un trato algo injusto, por cierto –espeto.
-Bien, mirémoslo de otro modo más profundo –se frota la barbilla con las puntas de los dedos- tu quieres una relación con Justin sin obstáculos, quieres ser feliz con el sin que nadie se entrometa –su cara se vuelve divertida ante mi expresión de ira al escuchar que le nombra- yo quiero que todos sepan que Scott consigue lo que quiere. Y lo que quiero es que la gente sepa que vuelves a estar conmigo, después diremos que te dejé porque me aburriste y así todos estaremos contentos.

Mis puños se aprietan bruscamente y los meto en los bolsillos de mi sudadera para evitar estamparlos en su cara.

-Tu retraso mental es bastante importante –escupo.
-El trato –me ignora- es que tendremos cuatro citas, y después de eso yo te daré la foto y tú harás con ella lo que quieras.
-¡¿Cuatro?! –le miro con odio.
-Cuatro, si pones de tu parte y te portas como una buena chica. Si no serán muchas más… y créeme que no me importa estar con esto todo el tiempo que haga falta.
-Tres.
-Estoy siendo demasiado bueno contigo teniendo en cuenta que en la primera cita me insultaste y ahora estas a punto de pegarme –ríe.

Guardo silencio durante unos minutos y después hablo.

-Cuatro citas y después desaparecerás de mi vida para siempre.
-Trato echo –extiende su mano.

La miro y retrocedo instintivamente. No quiero tocarlo ni con un palo.

-Recuerda que cuatro pueden ser diez –sonríe maliciosamente.
-Trato….echo… -le estrecho la mano sin ganas.


El resto de la cita es bastante repulsiva y desesperante, pero intento concentrarme en imaginar que no es el con quien estoy, y cuando eso no funciona comienzo a repasar los detalles sobre el plan “efecto orco”. Scott me lleva a tomar un helado y después caminamos por el parque a la vista de todos. La gente me mira impresionada e intrigada al mismo tiempo. Puedo leer en sus ojos lo que están pensando. Incluso llego a escuchar algunos murmullos claros. “¿Por qué está otra vez con él?”,“Esa chica es tonta, no aprende”, “Oh dios, Sweden y Scott juntos”.  Pasan las horas y Scott decide ir a comer a un McDonals. Un plan con el mismo romanticismo que él, cero. Después damos un par de vueltas más por la plaza para que todos se aseguren de ver el gran espectáculo, mientras yo tengo que aguantar que esa babosa repugnante me sujete la mano.

-Sonríe, nos están mirando –se burla Scott.
-Te escupiría en la cara –bufo.
-Cuatro… diez…

Y pongo la más falsa de mis sonrisas vista nunca.



Al llegar a casa Scott intenta acercarse pero decido que eso es llegar demasiado lejos. Puede que aguante que me toque con su sudorosa y asquerosa mano, pero jamás llegará más lejos que eso.

-Eh –me separo- nada de contacto físico, gusano.

Parece que va a decir algo, pero en su lugar se limita a mirarme en silencio unos segundos, y después se aleja murmurando un “nos volveremos a ver pronto”. 
Y así, supero una nueva página de la historia de mi vida.
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Espero que os haya gustado este capítulo, Dad RT a esto si leísteis. Gracias.

1 comentario:

  1. Amor, me encanta tu novela al igual que todas las que has echo, llevo leyéndote desde la primera novela que has escrito y me haces desconectar de una manera impresionante. También decirte que no quiero que te sientas sola ni nada de eso, que aqui donde me ves te quiero muchisimo y te echo muchisimo de menos, que tienes todo mi apoyo y mi fuerza aunque estemos lejitos y que te aseguro que ese 16 de marzo tan esperado, no te vas a librar de mi tan fácilmente. Recuerda, continuo deseando que seas tu la OLLG.
    Espero que no me hayas olvidado, te quiero Nur<3
    PD: No tardes en subir



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